'Sin Filosofía no hay democracia'

Ana Cuervo Pollán

“Nadie se atrevería a afirmar que el Arte, la Antropología, la Política, la Ética, la Ciencia, la Economía,... son disciplinas prescindibles, vacías y nimias; absolutamente incapaces de aportar algo a la vida de una persona. Nadie estaría por la labor de destruir todos los museos, eliminar la música y renunciar a pensar en cómo dar con un mundo más justo, más apacible y orientado al progreso y al bien común. Nadie considera inútiles los análisis sobre Economía y Política; menos aun en estos tiempos inciertos.

Sin embargo, una gran parte de la población acepta y afirma sin demasiada preocupación que no hay lugar para la Filosofía. La Filosofía resiste malherida como una actividad residual a la que sólo algunas docenas de personas le prestamos atención. Resignándonos además, a ser la oveja negra que se dedica, según la mayoría, a no se sabe muy bien qué, pero, desde luego, a nada útil para la sociedad.

Este panorama muestra el triunfo del neoliberalismo, sólo capaz de producirse y reproducirse en sociedades de masas alienadas, acríticas, apolíticas y conformistas. Renunciar a la Filosofía, supone renunciar a la racionalidad, al arte, a la política, a la ciencia, al progreso... porque ¿qué es la filosofía sino un intento de comprender el mundo, disfrutarlo y conseguir que sea cada vez un poco más justo y libre? Es curioso, nadie renunciaría a la libertad, ni a la igualdad, ni a la justicia, ni mucho menos a la razón. Sin embargo, poca angustia produce a la mayoría vivir completamente al margen de la Filosofía.

La Filosofía no tiene respuestas ni soluciones mágicas, cierto. No tiene la definición precisa ni revela el modo infalible de conseguir un mundo perfecto, justo, próspero y libre. No, no lo revela. Tiene algo aún mejor; aquello sin lo cual jamás conseguiríamos ese mundo: tiene la pregunta acerca de la justicia, la igualdad, la libertad, el buen vivir, el sistema económico y político más justo..., tiene la capacidad de ofrecernos una gran variedad de posibles respuestas, y, además, el filosofar nos ofrece un espíritu crítico, reflexivo y hábil que nos permite perfilar mejor nuestras ideas, nuestras convicciones, nuestros objetivos y hallar las herramientas para conseguirlos. Es decir, la Filosofía, además de un infinito e interesantísimo cuerpo de conocimiento y reflexión respecto a los ámbitos más variados: desde la Matemática hasta el Arte, desde la Antropología a la Historia, desde la Ciencia hasta el Feminismo –que no es otra cosa que una corriente de pensamiento con más de tres siglos de historia que busca la igualdad entre los sexos–, es también una disciplina eminentemente práctica, que compromete a la persona tanto consigo misma como con el mundo que la rodea.

Siendo tan potente la Filosofía, no es de extrañar que las recientes políticas educativas la hayan arrinconado. Un gobierno neoliberal, meapilas y patriarcal no puede permitirse una ciudadanía libre y crítica; es decir, no puede permitirse que las gentes jóvenes tengan en su currículum la asignatura de Historia de la Filosofía; no vaya a ser que a alguien le dé por pensar y se vaya a pique la sociedad neoliberal, elitista e injusta que quieren construir utilizando, entre otras cosas, una educación técnica y no reflexiva, acrítica, sesgada, religiosa y podrida.

Recomiendo –y, realmente, exijo, al nuevo gobierno –si lo hubiera- una ley educativa nueva que ponga en el centro una educación crítica, transversal, basada en los principios de igualdad, libertad y compromiso con el bien común y no elitista donde la Filosofía, naturalmente, ocupe un papel también transversal y profundamente relevante, como mínimo en toda la etapa de la ESO y el Bachillerato, así como en la Universidad, pues, se estudie lo que se estudie, uno/a se está preparando para mejorar y aportar algo nuevo y bueno a la sociedad, y, eso sin saber Filosofía, es imposible.

Con Filosofía, hay ciudadanía; sin ella, esclavitud.“

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