Soterrar para renacer: la vieja línea eléctrica entre Carande y Horcadas se modernizará pero bajo tierra en pleno Parque Regional

Imagen del pueblo de Carande y su espectacular paisaje, que ahora verá borrarse toda una línea eléctrica.

Carlos J. Domínguez

Algunas transformaciones resultan ser más profundas no cuando llegan precedidas de grandes anuncios sobre proyectos faraónicos sino simplemente con un mínimo de sensibilidad para ocultar aquello que siempre estuvo a simple vista, aunque no fuera lo mejor. Eso es lo que ocurrirá en los valiosos paisajes entre los pueblos de la Montaña Oriental leonesa de Carande y Horcadas, en el municipio de Riaño, de camino a la subestación transformadora de reparto (STR) de Las Salas, en el de Boca de Huérgano.

Durante décadas, una vieja línea de alta tensión, la '02-Carande', cosió uno de los espacios más protegidos de la provincia leonesa, el actual Parque Regional de la Montaña de Riaño y Mampodre. Y esto es algo que está muy próximo a cambiar de manera radical, de modo que la obsoleta línea de 13,2 kV de potencia, de tipo aéreo, pase a quedar prácticamente enterrada en buena parte de su recorrido.

El proyecto está promovido por i-DE Redes Eléctricas Inteligentes, del grupo Iberdrola, y contempla un total de 3,2 kilómetros de nuevo cableado subterráneo (1.135 metros mediante canalización entubada y 2.080 metros directamente enterrados), el desmantelamiento total de los 47 apoyos, la mayoría de hormigón, y la renovación de dos centros de transformación. El coste de la inversión asciende a 564.125 euros. Pero por encima de cifras como estas, la intervención viene a conciliar dos necesidades: por un lado, que la energía fluya sin problemas, ya que la línea actual está muy obsoleta. Por el otro, y no menos importante, respetar uno de los espacios de mayor valor ambiental de la provincia y de toda Castilla y León.

Una reforma en un paisaje muy ultra protegido

Todo el que conozca estos montes y haya disfrutado del espectacular paisaje que dibujan entenderá por qué se trata de un emplazamiento que acumula una auténtica maraña de figuras de protección: ZEC y ZEPA de la Red Natura 2000, Reserva Regional de Caza de Riaño de la Junta, Montes de Utilidad Pública, hábitats prioritarios y varios planes de recuperación de especies protegidas, como el oso pardo y el urogallo cantábrico.

La convivencia que hasta ahora ha mantenido la vieja línea con un hábitat tan delicado no ha sido fácil. La antigüedad de los apoyos aéreos, sumada a la exposición de un trazado aéreo que ni soñó con diseñarse bajo los actuales criterios de conservación y respeto medioambiental, provocaba por un lado constantes cortes de suministro, peligros directos para la avifauna e incluso una mecha fácil para los incendios forestales. Tras las tragedias vividas este verano, no muy lejos de aquí en el incendio de Barniedo de la Reina, esta sensibilidad es máxima ahora.

La alternativa elegida: desaparecer del paisaje

Tras estudiarse varias posibilidades, finalmente se designó llamada Alternativa 2 como la escogida en el estudio ambiental. No en vano, es la que más trazado de línea soterra y, gracias a ello, la que menos impacto genera.

El diseño del futuro trazado lo muestra casi completamente subterráneo, salvo un pequeño resquicio aéreo de apenas 78 metros, adaptado a la normativa de protección de aves, reza la documentación. Y se instalará un nuevo apoyo final, el 74N, que marcará el punto en el que la línea se derivará para seguir su misión pero ahora bajo la tierra, dirigiéndose a otras dos infraesructuras a ejecutarse, en Horcadas (también municipio de Riaño) y Carande.

Los procesos administrativos para que puedan comenzar las obras, que sin duda serán complejas, ya están muy avanzados desde que a mediados de septiembre de este año la Consejería de Economía sometiera a información pública de un solo de la autorización administrativa previa, el visto bueno para la construcción y la declaración de impacto ambiental.

Al final, basta sólo que para proceder al desmontaje de casi 2.800 metros de línea aérea actual el el proyecto se evalúe como compatible con los objetivos de conservación, bajo las necesarias medidas preventivas. Es por eso que aspira a algo más que a garantizar la electricidad: pretende coser una herida abierta en un territorio que acumula capas de protección y sensibilidad ecológica.

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