El lúpulo más allá de la cerveza: un proyecto cultural recoge su memoria y explora su valor de futuro

Entrevista del equipo a los hermanos Santiago, Desiderio (DEP) y Flora (DEP) Alonso. Villanueva de Carrizo, 2022'.

Sara Lombas

Al lúpulo se le ha conocido durante décadas como el 'oro verde'. Un oro que ha traído su fiebre a la provincia de León, donde se cultiva más del 90% del total nacional de esta planta, cuyas flores son la parte más valiosa para la producción de cerveza. Sin embargo, el lúpulo no es solo una flor y el resto de la planta ha sido usado históricamente para inducir sueño, teñir telas o para crear fibras textiles. Ahora, toneladas de tallos y hojas se descartan tras la recolección del lúpulo para ser quemadas o sencillamente abandonadas.

Todas estas funciones han quedado olvidadas, centrándose en el oro de la planta: la flor que sirve para producir cerveza. Un proyecto liderado por Susana Cámara Leret, artista e investigadora, busca recuperar otras utilidades del lúpulo a través de la memoria histórica de su cultivo: “Del lúpulo principalmente se habla del uso de la cerveza, hay una industria que ha limitado los usos de la planta para explotar su flor y que ha generado un panorama tan amargo como la planta”, explica Cámara Leret, “El resto de la planta tiene muchísimos usos pero no se explotan porque todo está controlado por la industria cervecera”. 

Desde el arte y la innovación, el equipo de Cámara Leret lleva a cabo el proyecto ‘Ecologías del lúpulo’, que en su primera fase estuvo financiado por la Diputación de León, el Ayuntamiento de Carrizo de la Ribera y la Fundación Daniel y Nina Carasso. Durante dos años (entre 2021 y 2023) el proyecto se dedicó a investigar los residuos de la planta y la memoria de la misma. “Con la financiación del proyecto consideramos que era importante investigar las posibilidades de la planta y los residuos de su cultivo primero, y como paso previo a una posible futura creación de un centro de interpretación sobre el lúpulo en Carrizo”, explica la responsable del proyecto. 

Memoria y sueño de una planta

Durante esos dos años, el trabajo se vio reflejado en dos materiales: el primero en forma de un herbario del lúpulo en el que han conseguido registrar más de 100 pliegos con muestras de ADN y plantas que guardaban los lupuleros: “Incluye variedades que ya no se cultivan y que los agricultores han ido guardando. Además, algunos de los esquejes de antiguas variedades silvestres los hemos plantado en la escuela de Agrónomos de la Universidad de León y, así, hemos creado una colección viva de variedades de lúpulo”. 

A este registro más científico del oro verde, se suma un disco de vinilo en el que se recopilan entrevistas a agricultores y vecinos de las zonas tradicionales de cultivo del lúpulo en la provincia de León bañadas por los ríos Órbigo, Tuerto, Esla y Porma : “Intentamos buscar relatos de gente mayor antes de que desaparezcan, que son quienes saben cómo se cosechaba antiguamente el lúpulo y cómo el proceso se ha ido industrializando hasta el día de hoy”. 

Una parte muy importante de este registro sonoro son las mujeres, a quienes se encargaba, junto a los niños, el delicado trabajo de separar la flor del resto de la planta. La maquinaria de la industrialización reciente se entremezcla con el sonido del trabajo manual de las mujeres, a modo de recuerdo de aquellas que también formaban parte de la producción de un producto que con el tiempo se ha convertido en tan valioso. 

El vinilo cuenta con una segunda parte que complementa al hipnótico sonido de las flores de lúpulo, y que explora la relajación que produce esta planta con efectos narcolépticos. Otro de los usos del lúpulo que han quedado olvidados con el tiempo en favor de la producción de cerveza. 

El resultado de estos dos proyectos que unen la investigación y el arte han quedado reflejados en el documental ‘No solo flores’: “El objetivo es repensar la idea que tenemos del lúpulo como residuo agrícola y conocer los múltiples usos de la planta”. 

Pero estos no son los únicos proyectos que han salido de ‘Ecologías del lúpulo’. Aprovechando el factor narcoléptico y el uso tradicional de tinte de la planta, el equipo artístico del proyecto ideó nuevos personajes de los carnavales tradicionales de Carrizo de la Ribera, trabajando codo a codo con la asociación cultural La Trepa. Mediante diferentes talleres en los que elaboraron tintes obtenidos del lúpulo, decoraron diferentes máscaras, cestas y vestimentas para crear hasta seis personajes nuevos a los que han llamado ‘Motas y manchas’, que recorrieron las calles de la localidad en el año 2023 junto a los otros antruejos. 

Nuevos materiales vegetales

La investigación continúa después de que la Fundación Carasso haya aportado un año más de financiación para desarrollar las diferentes ideas que han surgido durante los últimos dos años. Ahora, los trabajos han tomado el centro I+D+I de Biocombustibles y Bioproductos del ITACyL como punto de desarrollo de la labor que ahora está centrada en la obtención de nuevos materiales con el lúpulo. 

En concreto, Cámara Leret está elaborando pruebas para obtener papel de las plantas que han sido catalogadas como residuo, materiales que puedan ser usados en construcciones tradicionales o baldosas térmicas: “Se trata de seguir trabajando el material de formas cercanas y conocidas por anteriores generaciones que ahora se están perdiendo”. 

Así, el lúpulo seguirá siendo considerado como el oro verde por un tiempo más, aprovechando la planta y los usos de la misma antes de que el conocimiento de las generaciones que ya conocían sus múltiples utilidades desaparezca y, con ello, la oportunidad de reducir por un lado el residuo de esta pujante industria. 

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