De pocas cosas es líder la provincia de León en España, y una de ellas es del cultivo de lúpulo, un ingrediente esencial para la fabricación de cerveza. En León se obtiene, de hecho, en torno al 90% de la producción nacional.
Pero el oro verde, como se conoce popularmente a esta planta, ha provocado una fiebre que padecen los agricultores leoneses de la comarca del Órbigo, quienes amenazan con abandonar el negocio, hartos de trabajar prácticamente a pérdidas sus cultivos tras las altas inversiones y la subida de precios que han tenido que afrontar durante los últimos años y que les ha llevado a protagonizar varias protestas frente a la sede de la comercializadora.
Más de un centenar de agricultores leoneses pertenecen a la agrupación Sociedad Agraria de Transformación (SAT) Lúpulos de León, y muchos de ellos aseguran que abandonarán la producción de lúpulo si las condiciones de su trabajo no cambian. En la provincia de León se cultivan 551 hectáreas de esta planta. En 2022 se produjeron más de 1.000 toneladas en la provincia, de las 1.115 toneladas producidas en todo el país.
Para entender el problema es necesario comprender que el negocio del lúpulo consiste en una cadena de tres eslabones; por un lado, se encuentran los productores leoneses que comercializan su cosecha a través de la multinacional Hopsteiner, quien finalmente hace llegar el producto a las cerveceras. Con los agricultores pertenecientes a SAT Hopsteiner firmó en 2017 un contrato en el que regula la producción y el precio de cada cosecha.
Ese contrato vence este año y los productores leoneses reclaman principalmente un aumento en el precio de compra de lúpulo por parte de Hopsteiner para dejar de trabajar a pérdidas. El presidente de Lúpulos de León, Alberto Martínez, explica la situación: “En su momento se quiso firmar un contrato largo para garantizar estabilidad en el sector pero después del covid, la guerra en Ucrania y la subida de combustible, energía y fertilizante el contrato no se ajusta a la realidad. Quisimos romperlo en 2021 pero Hopsteiner lo rechazó diciendo que las cerveceras no querían, así que desde 2021 se trabaja a pérdidas”.
Jésica Gordaliza es una de las agricultoras de lúpulo de la provincia que lleva siete años en el negocio tratando de buscarle una rentabilidad a un cultivo que le apasiona y que, sin embargo, por ahora no tiene beneficios económicos: “La situación es muy complicada para nosotros. La mayoría pensamos en abandonar si el nuevo modelo de contratación no es distinto”.
“No podemos trabajar para el aire”
Esta agricultora señala que, en su caso, producir un kilo de lúpulo le cuesta 5,50 euros y que Hopsteiner se lo compra a 4,10 euros. Las cuentas no le salen a esta madre de dos niños que reclama una subida justa en el nuevo contrato: “No podemos trabajar a pérdidas, para el aire. Yo tengo una familia con dos niños y tenemos la mala costumbre de comer. Soy totalmente consciente de que comenzar un negocio por tu cuenta tiene sus riesgos, pero necesitamos que se valore nuestro trabajo y se compense la inversión y el tiempo”, reclama Gordaliza.
César Fernández es otro de los agricultores indignados con la actual situación en la producción de lúpulo: “Yo lo tengo muy claro, no voy a reventarme y arruinarme en esto. Si la cosa no cambia me voy”, afirma este productor que lleva seis años trabajando exclusivamente el lúpulo.
Como ellos, hay muchos agricultores de lúpulo que están pensando en abandonar el negocio. Martínez califica la situación de “inviable”, a la que se suma una importante inversión en maquinaria que han tenido que afrontar muchos agricultores para seguir el ritmo de la modernización del sector. Esto se ha reflejado en la cifra de afiliados a la asociación, que antes eran el 100% de los productores de lúpulo de León y que desde 2019 han abandonado el 20%.
No solo eso, sino que Martínez estima que muchos otros lo harán el próximo año, si las condiciones del contrato no cambian: “Los jóvenes tendrán que ir tirando sí o sí pero la gente mayor, que son aproximadamente el 25% de los agricultores, o los que trabajan en otra cosa, esos lo van a dejar todos”, lamenta.
Un pequeño porcentaje de productores de lúpulo de León trabajan fuera de la agrupación SAT, lo que hace que se eviten la intermediación de Hospsteiner y negociar ellos directamente con las cerveceras. Muchos de los agricultores que quieran dejar la asociación, si es que el nuevo contrato no satisface sus necesidades, deberían seguir esta senda pero la realidad es que muchos dejarán directamente el cultivo de lúpulo ya que la multinacional cuenta con contratos de exclusividad con las cerveceras más importantes del panorama español, con lo que solo podrían comercializar fuera de España con países como Alemania.
El nuevo contrato
Otra de las cuestiones que se negocian en el nuevo contrato es un cambio de la variedad de la planta de lúpulo que se cultiva en la provincia de León. Esto se debe a la búsqueda de variedades más competitivas en el mercado nacional pero puede suponer que durante unos años los cultivos pierdan rentabilidad, lo que ya es difícil de asumir por la mayor parte de agricultores.
“Nos dicen qué plantas tenemos que arrancar y cuáles poner. Entiendo que hay que evolucionar pero solo falta que les demos las llaves de casa”, opina Gordaliza, que solo cultiva la variedad Nugget, que en el futuro va a retirarse previsiblemente, y ya avisa que descarta cambiarlo por otra.
“Hacer un cambio de variedad implica estar un par de años sin producción”, confirma el presidente de Lúpulos de León: “El primer año no te da nada, el segundo te puede llegar a dar un 30% de la cosecha y el tercero un 70%. Son varios años de inversión sin sacar dinero, pero hay que apostar por el mercado internacional”.
El futuro del lúpulo leonés se encuentra en un momento crítico, con el abandono de muchos productores que podría llegar a partir del año que viene, cuando se haga efectivo el nuevo contrato.
¿Llegarán nuevos agricultores? El presidente de Lúpulos de León lo descarta: “No habrá relevo generacional en absoluto. La gente no quiere esto para su hijos y tendría que venir alguien de fuera a plantar lúpulo, que ya es más difícil porque no vienen ahora. Las hectáreas se incrementan en León pero no porque haya muchos agricultores nuevos, es por la plantación de nuevas variedades de lúpulo”, comenta Martínez.
Gordaliza piensa en su descendencia y lo tiene claro: “Por mi parte no va a haber relevo generacional porque no se puede vivir así. Es triste porque es una labor muy bonita que yo he tomado con mucha ilusión pero no es fácil”.
Este periódico ha intentado ponerse en contacto con Hopsteiner a través de varias vías sin haber recibido una respuesta.