La ventana giratoria de La Cepeda

Imagen de la ventana panorámica instalada en el alto de San Bartolo que domina La Cepeda y media provincia de León.

Fran Martínez Álvarez

Un auténtico y original atractivo ha nacido, por iniciativa del Ayuntamiento de Quintana del Castillo, como reclamo turístico de La Cepeda. Se trata de la Ventana Giratoria, que muestra una vista panorámica de la joya en pleno corazón de la provincia de León que es esta comarca.

La ubicación del original mirador es única: se ha instalado en El Cueto de San Bartolo, a 1.222 metros de altitud. Ofrece unas vistas panorámicas espectaculares de los pueblos y paisajes que se mezclan en un halo de magia y misterio. Tanto en verano como en invierno, se pueden obtener unas espléndidas imágenes, ya sean las agradecidas aguas del Pantano de Villameca o las nostálgicas ruinas del sumergido pueblo de Oliegos.

Siempre abierta

A través de las ventanas se puede reflexionar sobre la vida. Por ello, se ha diseñado para que permanezca siempre abierta y conectar con el mundo, compartir problemas y buscar soluciones con la esperanza de que lo inalcanzable puede hacerse realidad.

De esta forma, las vistas se alargan fuera de la comarca dibujando paisajes de Maragatería, Órbigo, Páramo y en días claros hasta campos de Benavente, aunque sin lugar a dudas se lleva la palma la ciudad de Astorga con su imponente Catedral.

Ciertamente, tanto el lugar como el entorno es una fuente de inspiración para los aficionados y expertos a la fotografía, pero a la vez también es un paraíso para los amantes de la naturaleza que, por sus serpenteantes senderos, deciden impregnarse de estos saludables vientos serranos.

A todos los aires

Pero la ventana sigue deparando sorpresas para los amantes de reportajes fotográficos, o simplemente hacerse selfies para las redes sociales, llevándose un simpático recuerdo al comprobar que con su original artilugio giratorio se alcanza cualquier objetivo o ángulo, tanto de saliente a poniente, como de oriente al septentrión.

De esta forma, las vistas se extienden en el horizonte azulado mostrando la montaña palentina con su inconfundible Espigüete, que parece mandar mensajes de amistad al Tesón, Cueto Oliva o Pozo Fierro, anclados en la muralla protectora cepedana. Mirando al techo berciano, el Valdeiglesias y el Catoute, con sus perpetuas coronas blancas, parecen adorar al Dios romano Tilenus.

El término ventana es un derivado de ventus, que significa viento, y aparece por primera vez en La Biblia, cuando Dios le dice a Noé que debe colocar en el arca una ventana elevada para poder mirar al cielo.¿Quién no ha mirado al firmamento en busca de respuestas, o a las estrellas buscando entre ellas a nuestros seres queridos? Y es que las estrellas también alcanzan protagonismo en este palco cepedano. Es al caer la noche, cuando se abre el telón y las parpadeantes luces infinitas de los pueblos se funden con el firmamento estrellado creando un espectáculo de ensueño que ninguno de los mortales debería perderse.

Vistas a la historia (agradecimiento compartido)

Los cepedanos y cepedanas son gentes agradecidas y que nunca olvidan, y por ello, han querido enmarcar el símbolo hospitalario como merecido homenaje a la brillante Orden que durante 700 años iluminó este lugar.

Los Caballeros Hospitalarios de San Juan de Jerusalén llegaron a estas tierras en el año 1.184 y pusieron sus ojos en esta misma atalaya de San Bartolo, lugar privilegiado y apetecible a cualquier Orden religiosa militar de entonces.

Después de arduas negociaciones y contratando a un buen número de canteros, según reza en la Historia y en las propias piedras trasladadas a la vecina iglesia de Culebros, levantaron el majestuoso Monasterio de San Bartolomé de Peña Cueto; una imponente construcción de refinada mampostería y rudo sillarejo ausente de cualquier tipo de clavos.

Gozaba el Monasterio de iglesia y cementerio propios, recinto defensivo, pozo con huerta y un imponente molino de viento, que ya desde la lejanía dejaba perplejos a los caminantes que se acercaban a contemplar tan extraño artilugio.

Pero la Orden era total defensora de los caminos de peregrinación, y su objetivo en este lugar no era otro que no fuera practicar la hospitalidad cumpliendo con su Regla de atender y dar posada al peregrino y cuidar al enfermo. Fue así, como pusieron en marcha y controlaron en todo tiempo y momento, esta ruta hospitalaria jacobea que, en línea recta, comunicaba la ciudad de León con El Bierzo.

El Camino (calzada), tan antiguo como las propias poblaciones que lo acompañan, hunde sus raíces en un pasado romano, según se refleja en la Historia y en los propios nombres toponímicos como Montejovs, RiuvoFrigido, Calzada o el primitivo paso del Río Órbego asentado en el paraje Puente Vía, conocido como Puente Juliano por el que varios historiadores defienden como el primitivo camino de León al Bierzo.

En la antigüedad, dar posada a los viajeros era un asunto de vida o muerte por lo complicado y arriesgado de aquellas travesías de entonces, por lo que aquellos hábiles monjes hospitalarios, con la participación de los lugareños, consiguieron un importante trasiego humano. Don Augusto Quintana, el mejor historiador que han conocido estos pueblos, habla del orgullo que deben sentir los cepedanos por pertenecer a unas tierras que en el pasado vieron pasar auténticas riadas de peregrinos.

Los Hospitalarios, ajenos a su voluntad, abandonaron este promontorio en el año 1.873 pero en La Cepeda dejaron un extraordinario y brillante legado histórico cuyas páginas escritas sin apenas ruido hablan de aquel glorioso pasado.

Visitando las ruinas de aquel imponente Monasterio se adivina el rol que este espaciojugó en el pasado, y confieren al viajero nostalgia, sosiego, y una armonía capaz de poner las cosas en su sitio.

Ciertamente, el tiempo pone las cosas en su lugar y así, la Institución de Caballeros Hospitalarios sigue viva y continúa dando respuesta hoy al enfermo y al peregrino de la sociedad actual creando el Camino Melitense sobre Ruedas, un auténtico Camino de Santiago para peregrinos de movilidad reducida que, agradecidos y recorriendo estos mismos parajes, animan a abrir las ventanas de la mente y del corazón para recibir nuevas verdades y valores y conseguir como antaño un camino más solidario.

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