La agrupación de León aglutina el 50% del PSOE de CyL

Óscar López y José Antonio Alonso

J. M. López

Como mandan los cánones, los primeros pasos para desencallar el barco socialista han comenzado por la cúspide, lo que ha dado pie a los primeros nombres que se asoman a la sucesión de Rodríguez Zapatero. Nada nuevo, ya que se trata de viejos conocidos, Rubalcaba, Carme Chacón, Guillermo Fernández etcétera, y casi todos tienen en común el que les ha tocado asumir la derrota del pasado domingo en primera persona.

Pero no son los únicos ya que en este escenario no se sabe, a ciencia cierta, qué papel puede jugar Óscar López, el madrileño de ascendencia segoviana que desde el 20 de septiembre de 2008 sustituye a Ángel Villalba como secretario regional del PSOE de Castilla y León. Es una persona muy afín a Alfred Pérez Rubalcaba pero no descarta emprender la carrera hacia Ferraz, en donde se mueve con soltura desde hace 10 años.

Pero antes de cualquier otro movimiento o gesto Óscar López debe resolver el problema de León. La Federación Socialista Leonesa está totalmente rota, muy dividida en pequeños grupos y sin un líder que se vislumbre, al menos a corto plazo. Y este es el escenario y las circunstancias menos adecuadas para emprender el camino hacia la dirección de la Ejecutiva Federal, de la que ya forma parte, bien como mano derecha de Rubalcaba bien en solitario.

La Federación Socialista Leonesa tiene un peso muy fuerte que nunca ha sabido o ha querido ejercer, ya que la mitad de los afiliados en Castilla y León son del viejo reino. Y además desde siempre navegan al margen de la dirección regional y el caso más evidente es, sin duda, el del presidente en funciones José Luis Rodríguez Zapatero; de León a Madrid sin pisar Valladolid. Una vez que Zapatero controló el aparato provincial, tras eliminar todo rastro de la ejecutiva que le precedía con aquel famoso pacto de la mantecada con el alcalde lacianiego Pedro Fernández, no tuvo obstáculos para encabezar la lista al Congreso sin competencia alguna y finalmente convertirse en secretario general; y todo ello sin pisar Valladolid, sin ningún cargo orgánico en la Federación Regional.

Por eso el primer asunto que quiere zanjar el secretario regional es la pacificación de la familia socialista leonesa. Ya ha señalado que establecerá de inmediato una gestora que controlará la FSL hasta que llegue el turno del congreso provincial, el último en la escala ya que el cambio comenzará por la parte de arriba del organigrama.

Incluso ya ha sugerido el nombre de Pedro Muñoz para pilotar esta operación, que es la herramienta más eficaz que usan los partidos para enfriar situaciones asfixiantes o simplemente para cambiar lo que no les gusta. Ya su predecesor en el cargo, el aún presidente de FEVE, Ángel Villalba, utilizó esta misma herramienta para desactivar al Bierzo, aunque en aquella ocasión el motivo fue que una vez más los bercianos se hartaron del escaso interés que le dedicaban sus compañeros de León, con Francisco Fernández al frente.

En esta operación Óscar López podría propiciar una alianza con alguno de los altos cargos que en breve dejarán sus actuales ocupaciones y que buscan un hueco para proseguir, o concluir, sin demasiados sobresaltos su carrera política.

Lo que menos desea en estos momentos Óscar López es que comience una guerra de guerrillas entre los grupos en los que se ha dividido el partido en León, ya enfrentados desde antes de las elecciones locales, aunque con los resultados de aquellas y de estas últimas elecciones ya nadie teme decir lo que piensa.

Tampoco el secretario regional busca que de pronto haya un acuerdo de todos los descontentos y que la FSL tome conciencia del poder que podría ejercer en Castilla y León, porque esta situación le crearía serios problemas para seguir al frente del partido en una comunidad a la que acudió por sugerencia del número dos del partido, José Blanco.

Como secretario regional, Óscar López sabe que no le quedan muchos años de maniobra ya que este cargo no ha servido de plataforma para ninguno de los cuatro últimos dirigentes que le precedieron y que nunca lograron desbancar a los populares en las urnas. Él ya ha perdido unas locales y regionales y las cifras del pasado domingo redundan en lo mismo. Y a cuatro años vista o mucho cambian la mentalidad en Castilla y León o las expectativas para convertirse en presidente de la Junta no parecen halagüeñas.

En pocos días Óscar López iniciará sobre el terreno una serie de entrevistas para conocer el alcance del descalabro que vive la FSL y para ello tiene previsto dialogar con cargos orgánicos, militantes, representantes de la ejecutiva provincial y con el aún secretario provincial Francisco Fernández. La cuenta atrás ya ha comenzado.

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