Sobre el espíritu reivindicativo y el idioma en que se expresa

Bancos pintados con los colores de la bandera LGTBI.

El tiempo pasa, y todos sabemos que las palabras que usábamos de jóvenes, la jerga, el argot y nuestras expresiones, han ido cambiando poco a poco hasta encontrarnos en la tesitura de que no entendemos lo que dicen los chavales, igual que no nos entendían nuestros padres a su edad. Es ley de vida y no vale la pena oponerse a esa ola, pero a lo mejor estaría bien reflexionar sobre lo que la gente joven entiende de nuestros viejos códigos.

Porque eso del activismo, la visualización de las reclamaciones, y la normalización de determinados colectivos genera a veces anécdotas que, tomadas como tales, son bastante divertidas, pero que llevadas al terreno de la reflexión pueden resultar desoladoras. O cuando menos, un poco preocupantes. Por ejemplo, como yo uso un procesador de textos de hace veinte años, me acaba de subrayar en rojo la palabra 'activismo', que parece ser que no existía por entonces. Toma ya.

Pero vayamos a la anécdota más fresca y más sangrante. En León, en un parque, hay un banco pintando con la bandera arcoiris. Supongo que hay muchos más de uno, en diversos parques, y que fue un detalle del Ayuntamiento para celebrar el día del orgullo gay, o alguna cosa similar. He visto este tipo de bancos en más sitios, y me parece un gesto curioso. Así, sin más. Todo en orden. Nada que oponer, y todo correcto.

La cuestión es que, hace un par de semanas, había al lado del banco unos chavales charlando entre ellos, y su debate giraba en torno a si se podían sentar allí o no. Unos decían que sí, joer, que era un banco cualquiera, y otros que no, que era un banco reservado para gays, lesbianas, etc. Ni siquiera salió la palabra 'marica', ni nada ofensivo. Simplemente no se querían sentar allí, porque ese banco estaba reservado para gays igual que las plazas de aparcamiento pintadas con una silla de ruedas, estaban reservadas para discapacitados, u otra palabra con que eligieron designar a las personas acreedoras de este tipo de plazas.

Y lo peor de todo, es que parece que lo discutían en serio. Que un objeto público, con un determinado logotipo de un grupo, significa que está reservado.

Así que ya veis: eso es lo que entienden algunos miembros de la juventud de nuestros viejos rituales. Para ellos no está claro qué es eso de reivindicar algo haciéndolo visible: si se pinta un banco con la bandera de España, es para españoles, si con la bandera arcoiris, es para gays, y si con el icono de una mujer embarazada, pues para embarazadas.

Me pillaron. Esa no la vi venir.

Manda carajo.

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