El leonesismo de mañana
Para mirar al futuro, a veces es necesario parar y mirar atrás. Emprender un balance que nos indique dónde estamos hoy, nuestras debilidades, fortalezas y oportunidades. Balance que, aplicado al movimiento leonesista, nos devuelve la imagen de un movimiento vivo. Un movimiento que ha sido capaz de sobrevivir sin ningún tipo de ayuda institucional —y más bien con las instituciones autonómicas y nacionales en contra— durante cuarenta años. Esta vitalidad contra viento y marea se podría categorizar como una rara avis dentro de Europa. Ni siquiera la histórica Occitania tiene hoy un movimiento social fuerte como la Región Leonesa.
Esta fortaleza nace del propio xeitu leonés. El leonesismo nace despegado de la necesidad de victorias cortoplacistas. Mientras otros movimientos sociales necesitan una constante actualidad para no desinflarse, el leonesismo protege el candil hasta que pase la noche. La perseverancia en sí misma es la prueba diferencial de León con el resto de regiones y también su mayor virtud. Perseverancia que debe relacionarse con la adaptabilidad. Pues las razones para defender hoy la autonomía de León, Zamora y Salamanca no son las mismas que las de ayer ni serán iguales que las de mañana. Si en los 80’s y 90’s el motor del leonesismo fueron los argumentos de carácter histórico, con el nuevo milenio las desigualdades económicas han tomado el relevo.
En ningún caso deben entenderse como excluyentes sino complementarios, tomando primero unos u otros en relación con la fase en la que se encuentra la sociedad. Igual que el proceso de socialización, el niño primero debe conocerse, luego descubrirse en relación con los demás y finalmente emanciparse. Desde aquí defiendo que ha llegado el momento de emanciparnos como sujeto colectivo. Y en tanto que sujeto adulto asumir valores morales, la libertad y la democracia como motor para el leonesismo del siglo XXI.
Libertad y democracia
La elección de estos dos pilares, libertad y democracia, no es casual. Juntos tienen la carga política suficiente como para aproximarse más que nunca al reconocimiento del derecho de la autonomía leonesa. Partamos del término libertad con el pueblo leonés como sujeto con una síntesis de las tradiciones de pensamiento político.
Isaiah Berlin distingue dos tipos de libertad. Por un lado, la libertad negativa es propia del liberalismo clásico y entiende la libertad como la ausencia de coerción y obstáculos jurídicos, es decir, el pueblo leonés solo sería libre en tanto que tenga plenas facultades por sí mismo para emprender el camino hacia su configuración en Comunidad Autónoma. Esta situación es la que recoge el artículo 143 de la Constitución Española, sin embargo, el momento de libertad acaba con la creación de Castilla y León y de hecho, desde el punto de vista teórico, se vulnera con el recurso de inconstitucionalidad número 381/1983, cuando el Tribunal Constitucional niega a la diputación de León revocar su consentimiento de unirse a Castilla y León. En el presente, la Región Leonesa no solo ha perdido su capacidad constituyente, sino que además el Estatuto de Autonomía de Castilla y León restringe su libertad y carece de procedimientos para que emprenda su marcha.
Por otro lado, desde la tradición comunitaria defienden la libertad positiva, que es la capacidad real de poder alcanzar nuestros objetivos y es el Estado el encargado de proveer los medios para la resolución de dichos objetivos. En el caso leonés esta libertad debe entenderse más allá de la ley. Mientras existan presiones de los partidos nacionales a sus filiales de la Región Leonesa, mientras se descabecen sindicatos por sus ideas y la Junta de Castilla y León tenga un papel activo a la hora de borrar la cultura, la historia y la identidad leonesa, el pueblo leonés no podrá ser considerado libre.
A la libertad negativa y libertad positiva, el autor Philip Pettit de la escuela republicana introduce la idea de libertad como no dominación. Un agente domina a otro en la medida que tiene capacidad de interferir de un modo arbitrario en las elecciones que el otro pueda realizar. Desde este punto de vista, aunque todo el equipo de gobierno de la Junta de Castilla y León de repente un día se levante y diga “nos habéis cansado, vamos a ser solo espectadores, el pueblo leonés puede hacer lo que quiera”, su dominación seguiría patente en tanto que la Junta podría cambiar de opinión en cualquier momento. Y sin utopías, esta capacidad de interferir de modo arbitrario se comprueba en los mecanismos de reforma del Estatuto de Autonomía, paso previo legal para la Autonomía Leonesa. Para que se apruebe una propuesta de reforma se necesita un mínimo de dos tercios, es decir, 54 procuradores al mismo tiempo que León, Zamora y Salamanca solo eligen 30. La unanimidad de los leoneses seguiría siendo insuficiente y los castellanos seguirían teniendo en su mano la capacidad de interferir de manera arbitraria.
¿Por qué es arbitraria? La consideración de arbitrariedad hay que encontrarla en José Luis Villacañas. Una ley es legítima por su proceso constituyente, siempre que éste haya sido democrático y refrendado por la universalidad del pueblo en su razón y voto. El proceso de constitución de Castilla y León no solo no fue transparente, el pueblo leonés tampoco pudo opinar con su voto y además vio cortado su derecho a emprender su propio proceso autonómico. Es esta construcción el puente entre libertad y democracia que sobrevuela en las tres concepciones de libertad.
El sujeto de la autonomía leonesa
Merece la pena aclarar aquí la cuestión del sujeto. Si estamos de acuerdo en que la libertad y la democracia deben ser objetivos claros del leonesismo y que la Autonomía es el fruto de ellos, entonces el pueblo leonés como sujeto debe ser íntegro y “universal”. Es decir, la única concepción posible para esta unidad teórica es la triprovincialidad de la Región Leonesa con Salamanca, Zamora y León. Más allá del Decreto Real de 1833, que es el cuerpo legal, está el cuerpo social. La provincia de León no puede erigirse como sujeto universal siendo un tercio del territorio, y tampoco podrá hacer nombre de la libertad y la democracia si para conseguir la autonomía ha sacrificado la libertad y la democracia de Zamora y Salamanca, qué seguirían sufriendo dentro de Castilla y León todos los limitantes previamente expuestos, además de los económicos y sociales. Todo regionalismo se basa en la solidaridad entre sus partes. Las dudas sobre el sujeto del pueblo leonés, manifestadas en el uniprovincialismo o en la “unión” con Asturias, son un caballo de Troya que no aproximan a la autonomía y, al contrario, debilitan el camino. Más vale escuchar nuestro refranero, “vísteme despacio que tengo prisa”.
Premisas para el leonesismo del futuro
En ese vísteme despacio propongo adoptar para el leonesismo de mañana las siguientes premisas:
1.- La democracia será incompleta en León, Zamora y Salamanca hasta que tengan la libertad de constituirse en Comunidad Autónoma
Lo explicaré para foráneos. En un futuro distópico, el país “Francia y España” tiene un parlamento conjunto de 100 congresistas de los cuales solo 30 son elegidos por España.
En este país, Francia impone sus intereses a base de superioridad demográfica, hegemonía política y borrado cultural a España. Para más INRI, los españoles a menudo son llamados franceses, francoespañoles o del sur de Francia y España. Además, para que España sea independiente necesita una mayoría de 67 congresistas, por tanto es incapaz por sí misma sin el “permiso” de los congresistas franceses. En estas condiciones, España vive una democracia incompleta a modo de colonia de interior. Al igual que el Turnismo de Cánovas y Sagasta durante el siglo XIX, con elecciones y alternancia de partidos, no fue una democracia sino un sistema de legitimación; en este país “Francia y España”, una parte de él no vive en democracia plena, sino de manera dirigida. Este es el caso de “Castilla y León”.
2.– La democracia será incompleta mientras la Región Leonesa tenga impuestos los intereses de la parte castellana y no tenga capacidad de autogestión
Esta premisa vincula todo el argumentario leonesista de base económica con las ideas de libertad positiva y de democracia. La falta de la capacidad de autogestión y su perjuicio se evidencian durante 40 años a poco que se nombran unos casos: el cierre de la Ruta de la Plata en 1985. El Gobierno dejó a la Comunidades Autónomas la decisión de cerrar sus tramos o firmar convenios con Renfe para mantenerlas operativas, y Castilla y León fue la única que no firmó convenio. En consecuencia, se clausuró el trayecto de Astorga a Plasencia, que era la parte central de la Ruta y la que cohesiona la Región Leonesa. Más recientes, las llamadas desde la Junta de Castilla y León a empresas en territorio leonés para que se asienten en Valladolid y el presunto sabotaje de la Junta de Castilla y León al proyecto de la Biorrefinería de Barcial del Barco en Zamora, ahora en instancias judiciales.
¿Qué significa entonces autogestión? En el régimen político actual la Autonomía, una Comunidad Autónoma privativa a imagen y semejanza de las 17 que ya hay en España y ponga fin a la desigualdad de oportunidades que la Región Leonesa ha sufrido durante cuarenta años.
3.– Mientras la Despoblación siga en aumento, la libertad y la democracia se irán debilitando
Como última premisa la lucha contra la Despoblación, que no sólo implica una pérdida de poder económico y una merma de la calidad de vida, sino que también supone un retroceso de poder político. Desde las primeras elecciones, la Región Leonesa ha perdido 3 diputados en el Congreso, 4 procuradores en el parlamento autonómico y 652 concejales. Mientras siga aumentando la Despoblación, la Región Leonesa tendrá menos libertad positiva, una democracia más degradada y una menor capacidad de reacción con la que hacer frente. Luchar contra la Despoblación se hace imprescindible para la supervivencia como sujeto político del pueblo leonés.
Con estas premisas como contenido ideológico, el leonesismo tiene el reto por delante de crear una hoja de ruta colectiva para este nuevo paradigma. De asumirse, la relación del leonesismo con los partidos nacionales cambia del “¿Autonomía sí o no?” a “¿Cuánta libertad y democracia?”. Desde una base social fuerte, caben pasos, acercamientos y cesiones de los grandes partidos. ¿El PSOE podrá negarse a la autonomía. pero con qué piruetas ideológicas puede negarse dar más libertad y democracia al pueblo leonés al mismo tiempo que sí se lo da a otros pueblos de España? Con la libertad y la democracia, valores asumidos por todos los grandes partidos, el PSOE y UP están en la tesitura, no de negar una comunidad autónoma, sino negar unos derechos fundamentales de los ciudadanos y de su propio ideario. Y en tanto que no se conciben de manera categórica sino en grado, pueden abrirse desde su posición actual a postulados prácticos. En pos de la libertad positiva, el gobierno español puede otorgar la NUT-3 a nivel UE para la Región Leonesa, con la que tendría derecho a los fondos de cohesión. Más allá, podría crear una institución propia que gestionase esos fondos. En virtud de la libertad negativa es defendible reformar el Estatuto de Castilla y León para que la Región Leonesa tenga un mecanismo de decisión constituyente, independientemente de lo que después cada partido crea mejor, la posibilidad es un mínimo que se debe exigir. A este papel relacional, de carácter externo, debe sumarse la vertiente interna. El leonesismo como movimiento social ya ha dado pasos firmes que han consolidado al pueblo leonés como sujeto popular, ahora debe avanzar desde la solidaridad. Es bien sabido que la fase de la provincia de León es distinta a la de Zamora y Salamanca, y es lógico teniendo en cuenta dónde la Junta de Castilla y León tiene una mayor capacidad de interferencia y dominación, que es en el sur. Lejos de abandonar el Sur como si fuera una carga pesada, sus aportaciones a día de hoy son fundamentales a nivel de capital social. Es en el campo de las ideas dónde más ofrecen Zamora y Salamanca, ideas políticas, estudios económicos, personas de carne y hueso movilizadas que repercuten de manera positiva e imprescindible en el conjunto de la Región Leonesa. Mientras el norte vive un proceso de maduración social, el sur hace lo propio con la maduración intelectual. Muestra de esta maduración es el hito en Salamanca de presentar la primera propuesta de Estatuto de Autonomía y Ley de Sedes de la Región Leonesa, a manos del colectivo CCRL. Las dos vías son complementarias y con el desarrollo tenderán a igualarse. En ésta y otras cuestiones por hablar es donde debe enfocarse el leonesismo social de mañana.
Acciones político-institucionales para conseguir la autonomía del País Leonés
En cuanto al movimiento político institucional propongo una acción a largo plazo centrada en el parlamento de Castilla y León y que he denominado la teoría de la gobernabilidad. Si bien las provincias de León, Zamora y Salamanca no tienen peso suficiente para llevar a término una reforma del Estatuto de Autonomía, juntas si tienen la capacidad potencial con 30 procuradores de forzar al resto de partidos a buscar una solución que pase por la autonomía leonesa. Si la sociedad leonesa votase en masa en clave regional, con el mismo nivel que el pueblo soriano votó a Soria Ya, esta lista leonesista ampliada tendría las siguientes opciones.
- Opción A: bloquear cualquier investidura y llevar a Castilla y León a una repetición electoral constante. En la práctica, Castilla y León sería una comunidad fallida a ojos de toda España. Y antes o después, los grandes partidos PP y PSOE asumirían parte de los postulados para poder gobernar.
- Opción B: partido bisagra con el fantasma de la repetición. Esta lista de tener que decantarse por un bloque no tiene que seguir una lógica ideológica sino coyuntural, apoyar al bloque débil, a aquel que haga imprescindible el voto leonesista. Si por ejemplo en unas futuras elecciones el PP para gobernar tiene la opción de pactar con VOX o pactar con la lista leonesista, esta lista debe apoyar al otro bloque y viceversa, pues no sería imprescindible para sacar una ley.
Mientras que la Opción B estaría caracterizada por las concesiones al movimiento leonesista y la mejora general de la calidad de vida de León, Zamora y Salamanca, la opción A tiene la fuerza de acabar con las posiciones inmovilistas. Ambas deben complementarse según la disyuntiva política del momento y no es una más correcta que la otra. Por otro lado, conviene aclarar que llegar al punto de inicio de esta teoría requiere tiempo, fases y compromiso. Esa mayoría imprescindible, se calcula que requiere un 40% en la provincia de León y un 10% en las provincias de Zamora y Salamanca. La consecución no es absoluta, sino que funciona como la teoría de juegos evolutiva de Robert M. Axelrod: por cada ciclo electoral, los efectos del pasado influyen en el presente, y si León llega en un ciclo antes que Zamora y Salamanca, es bastante probable que para el siguiente estas dos últimas se sumen. Aquí la cohesión interna y la solidaridad de nuevo apuntan como clave, en tanto que la provincia de León por sí sola no tiene peso suficiente para llevar a puerto la teoría.
Libertad, democracia y perseverancia. Valores para el leonesismo de mañana que desde hoy debe empezar a construirse.
Que las campanas convoquen un nuevo concejo, alzad los pendones: Leoneses, rugid otra vez.