Por orden alfabético Armenia, Austria, Azerbaiyán, Bielorrusia, Chipre, Dinamarca, Estonia, Finlandia, Georgia, Grecia, Letonia, Lituania, Moldavia, Noruega, Portugal, Rusia, Suecia, Suiza, Turquía y Ucrania tienen –casi escribo disfrutan, juá– algún tipo de servicio militar obligatorio –masculino, eso sí–. En Grecia el femenino es voluntario. Iba a poner juá otra vez, pero es que si me dejo en este artículo no tecleo otra puta cosa–. Alemania, Francia, Italia, Polonia y Reino Unido se lo están pensando. En serio. Sunak lo esgrime como baza electoral (!?). Claro que sí. A la chavalada lo que más le gusta es hacer la mili. Porque el servicio militar obligatorio para varones entre diecinueve y cuarenta y cinco años –Grecia otra vez– lo tiene todo: conoces gente, ganas muchísimo dinero, aprendes oficios, defiendes a tu patria, lo pasas en grande. En eso estamos todos de acuerdo. Sobre todo aquellos que vivimos la experiencia. Los mejores años de nuestras vidas: cuarteleros, imaginarias, a la orden mi sargento primero... Pero, antes de dejarnos llevar por el entusiasmo y la nostalgia debemos preguntarnos: ¿es realmente efectivo y funcional un ejército de aficionados? Por supuesto siempre necesitaremos soldados que compren –y alcancen– el paquete de Nobel a su suboficial, mas... en caso de ataque con armas químicas o letales hackers rusos y bielorruosos ¿cuántos jóvenes con ropa interior Abanderado deben habitar cuántas garitas y durante cuánto tiempo empuñando qué número de cetmes? Vuelvo a mi experiencia como escribiente de la sección de vehículos en el cuartel de Sementales de Almansa: el tiempo medio para desbloquear un mortífero jeep que funcionase –con la pieza que se pidió en enero y llegó este once de marzo y hay que montarla– mientras encontrabas la llave, al gasolinero que te rellenase el vale, al conductor de guardia y se avisase a la puerta... ese tiempo, digo, podría ser vital para que las tropas moro/marroquíes hubieran subido por la Carretera de Asturias a la altura no ya del acantonamiento, sino hasta el cruce de Cruz Roja y el principio de Mariano Andrés. ¿Estoy a favor pues de un enmuñecido e inoperante ejército de aficionados? Por supuesto. Hay cosas que solo se deben dejar en manos de gente que no tenga ni idea. Quiero cuarteles de puertas abiertas vigilados por gente dormida y campos de concentración con el gas cortado por impago, las vallas llenas de agujeros y las torretas cegadas por nidos de cigüeñas. Vale, Rodera, muy gracioso; pero si los profesionales son entrenados asesinos sedientos de sangre y los chavales de reemplazo son unos inútiles que comprueban el cerrojo mirando por el ánima... ¿Cómo deberían enfrentarse entonces los Estados democráticos y buenos ante las amenazas y enemigos exteriores? Eeeerm... Bueno. No lo puedo resolver todo en un solo texto. Ya, la semana que viene. Eso. El domingo. A primera hora.