Inés Toledo: “Me gusta mucho la obra de Ángel González”

Inés Toledo

Manuel Cuenya

Poeta y narradora, Inés Toledo, que pertenece a la familia de los Álvarez de Toledo (es sobrina de Consuelo Álvarez de Toledo), rememora su niñez en Villafranca del Bierzo como un período determinante en su vida. “Mi vida no sería la misma sin Villafranca del Bierzo”, aclara esta traductora y crítica literaria nacida en Oviedo, aunque con raíces y sentimientos bercianos, porque la patria de Gil y Carrasco está entretejida con la infancia de Inés, quien además siente devoción por la obra del poeta Ángel González, otro astur que viviera, para curarse de su tuberculosis, una temporada en el Bierzo Alto, en concreto en Páramo del Sil y en la aldea de Primout, donde impartiera clases. Incluso tuvo la suerte de conocerlo en persona y, tras su muerte, escribió algunas palabras sobre él en un periódico asturiano, participando asimismo en varias lecturas y homenajes que se le hicieron. Es tal su pasión por la obra del poeta Ángel González que le hubiera gustado escribir algo como 'Me basta así' o 'Mientras tú existas'. “Me gusta mucho la obra de Ángel González...Nunca es mal momento para releerle, ni para escuchar aventuras suyas... Lo que espero es que no sea necesario llevar una vida demasiado canalla para lograrlo. Me temo que no es cuestión de vida canalla, sino de talento”, precisa Inés, quien reivindica, aparte de su maestro Ángel González, al poeta Félix Grande. “Cuando quiero leer poesía bien escrita, recurro a una edición que tengo en casa de la Summa de Maqroll el Gaviero, de Álvaro Mutis. No me defrauda”, apostilla la autora del premiado 'El final del cuento', para quien la provincia de León es pródiga en buenos narradores y poetas, quizá debido al frío. “Uno llega a casa, se enrolla en una manta, saca sólo las manos y la cabeza, y lee. Luego se pone un gorro en la cabeza y unos mitones que permitan mantener las manos calientes y pasar páginas, y sigue leyendo. Y cuando llegan épocas del año más clementes, bastan el sol y unos chapuzones fluviales para que uno se venga arriba y se anime a escribir”, cuenta esta narradora a quien le cuesta, según ella, urdir una trama que sostenga una narración más allá de pocas páginas. Por eso, cuando ha escrito cuentos, siempre han sido breves. “Ya sé que la trama no es imprescindible, hay quien escribe narrativa sin un argumento claro... Creo que soy más poeta que narradora”, matiza esta creadora que comenzó a escribir imitando a su padre, porque “los niños suelen jugar a imitar a sus padres”.

Cuando quiero leer poesía bien escrita, recurro a una edición que tengo en casa de la Summa de Maqroll el Gaviero, de Álvaro Mutis. No me defrauda

Por su parte, su madre pintaba, y durante mucho tiempo también a Inés le gustó dibujar. Al llegar la adolescencia, con sus emociones desbordantes –agrega-, trató de reflejar en los ejercicios escolares de redacción sus congojas y sus amores. Y, habida cuenta de que sus profesores la premiaban, continuó escribiendo de forma creativa durante el bachillerato, “por mero condicionamiento operante”. Más tarde, reconoce que empezó a frecuentar la compañía de poetas con más experiencia, para tratar de mejorar su técnica. “Es posible que algo mejorase, no tanto como yo hubiera querido. Al menos, leí un poco y recibí un puñado de buenos consejos”, sintetiza esta escritora a quien le parece que la lectura ayuda muchísimo a escribir, “la lectura de buena literatura, obviamente”, matiza a sabiendas de que le resulta muy difícil que alguien pueda escribir algo interesante sin haber leído antes a quienes escriben realmente bien. En todo caso, Inés, que habla y cree dominar (“más o menos”) inglés y francés, cree que en su vida la literatura es una pequeña parte al lado de muchas otras pequeñas partes. Aunque es consciente de que el manejo de otros idiomas, aparte del materno, le ha enriquecido mucho, también como escritora.

La ventaja de leer a autores y autoras en su idioma materno

“Poder leer a autores literarios en su idioma materno es una gran ventaja, te acerca más a cómo funcionaba su cabeza cuando escribían, te das cuenta de cómo manejaban las sutilezas de su lengua y tratas de traducir mentalmente a la tuya. Esa gimnasia mental es muy buena”, señala Inés, a quien le entusiasma su labor como traductora, aunque se define como un tanto obsesiva a la hora de hacer traducciones, porque a veces –dice ella- le da muchas vueltas a una expresión y pierde fluidez. Y eficacia. “Supongo que eso se arregla con la práctica”, matiza con humor. En cuanto a su faceta como crítica literaria se muestra escéptica porque cree que le faltan conocimientos para hacer bien ese trabajo. “Una cosa es contarle a alguien de confianza lo que te parece un libro, otra cosa es firmar una reseña en una revista literaria”, explica Inés, que además de 'El final del cuento' -cuyo título se debe, según ella, a un cambio vital que estaba experimentando cuando publicó el libro, que, por otro lado, tiene muchas referencias a los cuentos infantiles, que son algo muy interesante, como espadas de múltiples filos-, figura en otros libros colectivos y en antologías. Asimismo, ha colaborado en el espacio televisivo 'Café con libros'.

Poder leer a autores literarios en su idioma materno es una gran ventaja, te acerca más a cómo funcionaba su cabeza cuando escribían, te das cuenta de cómo manejaban las sutilezas de su lengua y tratas de traducir mentalmente a la tuya. Esa gimnasia mental es muy buena

En cualquier caso, si bien Inés se siente halagada de formar parte de esos proyectos y que se acuerden de ella, incluso cree que son ocasiones para conocer a otros escritores y para acumular anécdotas que contar a los nietos, se muestra harto descreída acerca del llamado mundo literario. “Junta a unos cuantos escritores, trata de sobrevivir entre sus egos y, si lo consigues, seguro que sacas algo interesante en limpio para reírte en el futuro recordándolo... Lo que no sé es si merece la pena el riesgo de morir asfixiado en el intento”. Tal vez por esto, quizá por diferentes motivos, Inés confiesa que escribe muy poco desde hace años, sin embargo, le gustaría seguir colaborando en revistas como 'Anáfora', un nuevo proyecto de la editorial Impronta de Asturias. “Algún amigo poeta, pidiendo perdón por el tópico, me ha dicho que estoy sacando adelante mi mejor obra. Se refería a mi hijo, supongo que eso no cuenta desde un punto de vista literario...”, concluye con humor Inés Toledo, quien además cree que, cuando se acaba el cuento, “eso que parecía lo más interesante y digno de ser contado..., es posible que, entonces, sea cuando empiece lo bueno”.

Entrevista breve a Inés Toledo

“Jugar con las palabras te hace sentir poderosa”

¿Qué libro no dejarías de leer o leerías por segunda vez?

'Rayuela'

Un personaje imprescindible en la literatura (o en la vida).

Debo de estar en un momento gótico, se me vienen a la cabeza los ángeles caídos.

Un autor o autora insoportable (o un libro insoportable).

De esos me olvido. A las cincuenta páginas, cierro el libro y me dedico a otra cosa.

Un rasgo que defina tu personalidad.

No lo sé. Le he preguntado a alguien que vive conmigo y dice que soy una máquina de reñir, pero lo ha dicho riéndose...

¿Qué cualidad prefieres en una persona?

La bondad.

¿Qué opinión te merece la política actual? ¿Y la sociedad?

Tengo cierta esperanza y trato de poner de mi parte para que la sociedad mejore. Y lo privado es político, como dijo Simone de Beauvoir.

¿Qué es lo que más te divierte en la vida?

Con lo que más me río es con una buena reunión de familia y amigos, sidra y quesos de por medio. Ya me salió la asturianada.

¿Por qué escribes?

Porque me hace sentir bien. Las palabras tienen mucha fuerza, jugar con ellas te hace sentir poderosa. Otra cosa es que logres serlo.

¿Crees que las redes sociales, Facebook o Twitter, sirven para ejercitar tu estilo literario?

Están llenas de estímulos inmediatos. Creo que eso no se lleva bien con la serenidad, la lectura, el reposo, la reflexión... cosas que yo veo esenciales para escribir bien. El formato de un blog ya es otra cosa. Y, aun así, a mí las pantallas retroiluminadas me cansan.

¿Cuáles son tus fuentes literarias a la hora de escribir?

Los autores que me gustan: Álvaro Mutis, Cortázar, Borges... Pessoa, por cambiar de continente y lengua. De jovencita me influía mucho la música que escuchaba, me quedaba dando vueltas a algún hallazgo en alguna letra de una canción y a veces escribía a partir de ahí.

¿Escribes o sigues algún blog con entusiasmo porque te parezca una herramienta literaria?

Me entretiene leer a algunos blogueros con talento para contar cotidianeidades, por ejemplo, a Molinos, en “cosas que (me) pasan”, pero tanto como seguirles con entusiasmo, me temo que no.

Una frase que resuma tu modo de entender el mundo.

Voy a quejarme al estilo de Miss Colombia: “Esa es una pregunta muy difícil”. Si a ella eso le sirvió para ganar la corona de Miss Universo, tal vez a mí me saque del apuro.

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