Abel Aparicio responde a '¿Dónde está nuestro pan?', su nuevo libro con historias de la posguerra en León

El escritor leonés Abel Aparicio, junto al puente de la línea férrea Palencia-La Coruña situado en Valbuena de la Encomienda y que fue volado en 1936. / ICAL

D. Álvarez / ICAL

“Hay escritores que pueden trabajar por encargo, yo sólo soy capaz de escribir lo que vivo y lo que siento”. Ésta es la carta de presentación de Abel Aparicio, un escritor nacido en San Román de la Vega, que esta semana presenta su cuarto libro, '¿Dónde está nuestro pan?', en la Semana Negra de Gijón.

Basado en una extensa documentación histórica, el volumen rescata la memoria de las cuencas mineras de la zona a través de tres historias basadas en hechos reales a cuyos protagonistas ha seguido la pista hasta los oscuros años de la Guerra Civil y los inmediatamente posteriores. “Necesito estar en el sitio, conocer la zona y a la gente que participó en los relatos para explicar las secuelas de lo que ocurrió”, explica el escritor.

En ese sentido, la historia que da título al libro recupera del cajón del olvido la manifestación que protagonizaron en octubre de 1941 las mujeres de los trabajadores de la Compañía de Ferrocarriles del Norte, que reclamaron “el pan que era suyo” ante el Ayuntamiento de Torre del Bierzo.

A través de las actas del juicio celebrado en León, en el que tuvo que declarar incluso el panadero, el relato presenta a unas “mujeres que venían de una tradición de lucha”, ya que muchas de ellas procedían de zonas como Cataluña, Valencia o Euskadi, en las que bien ellas o bien sus maridos se habían significado públicamente a favor de la República. Como castigo, el régimen les envió a esta zona encajonada entre montañas para trabajar en el mantenimiento de la línea de tren en un lugar “sombrío, oscuro y frío”.

La segunda historia narra un asalto al tren ocurrido en las cercanías de Brañuelas en octubre de 1939, recién acabada la Guerra Civil, protagonizado por un grupo de cinco o seis huidos de la zona de Las Médulas que se habían asentado en una zona próxima al lago de Carucedo conocida como el Páramo.

Tras recibir un 'chivatazo', prepararon un golpe al tren procedente de procedente que cada 15 días atravesaba el puerto del Manzanal cargado de dinero con destino a los bancos de Galicia.

El golpe tuvo lugar entre el túnel 5 y el túnel 6 de la veintena que acompañan el descenso del puerto del Manzanal, “un sitio incomunicado perfecto para montar un asalto”, explica el autor, que recuerda que muy cerca de allí, en Valbuena de la Encomienda, una voladura destruyó tres años antes el puente de la línea férrea entre Palencia y La Coruña. Un mes más tarde, los guerrilleros de la zona también dinamitaron el puente del Munao, que atravesaba el río Sil unos kilómetros más adelante, a la altura de Carucedo.

La tercera y última de las historias que componen el libro tiene como protagonista a una familia minera que tuvo que huir al monte, a Espina de Tremor, tras haber participado en varias protestas por las condiciones laborales de los trabajadores de los pozos.

Ambientada en las cercanías de la línea de baldes de carbón entre Almagarinos y Brañuelas, que en 2019 celebró su centenario, el relato cuenta como estas personas huidas utilizaban un código con la gente del pueblo, que les avisaba de si podían o no bajar de la montaña dependiendo del número de prendas de ropa que colgaran en el exterior.

De esta manera, un número impar de prendas indicaba la presencia de falangistas en la zona, mientras que un número par daba vía libre a los huidos para bajar sin arriesgarse a sufrir represalias.

Homenaje a las mujeres de las cuencas

Con este volumen, publicado por la editorial Marciano Sonoro Ediciones, Aparicio desembarca en el universo de la novela, tras haber presentado con anterioridad dos libros de poesía, 'Tintero de tierra' y 'Alboradas en los zurrones del pastor' y un libro de viajes, 'La ruta del Tuerto'.

“Me daba mucho miedo mantener la atención del lector durante tantas páginas”, reconoce el escritor, que pretende rendir homenaje con el libro al “movimiento silenciado” de las mujeres mineras de las cuencas, reflejadas en la portada del libro.

Al respecto, el autor recalca que dos de las historias tienen una “especial presencia femenina” y recuerda que, en aquellos años, las mujeres solteras del sector trabajaban por la mitad de sueldo que sus compañeros hombres y eran despedidas al casarse, como forma de incentivar su abandono del entorno laboral para asumir a tiempo completo las tareas de la casa y del cuidado de la familia, de acuerdo con los principios del nacionalcatolicismo.

Trabajo de documentación

Aunque el objetivo en este libro ha sido justarse lo máximo posible a la realidad, a través de la documentación procedente del Archivo Militar de Ferrol, los relatos también incorpora guiños al momento actual y a algunas de las pasiones del autor, como la Sociedad Deportiva Ponferradina, que está presente en dos de los relatos, disputando una fase de ascenso a Primera División en una de ellas.

En la otra, uno de los asaltantes al tren asegura ser amigo del que fuera jugador del club de la capital berciana José Gallego Redondo, fusilado el 4 de agosto de 1936 y cuyo cuerpo se sospecha que puede estar enterrado en el cercano paraje de La Retuerta.

Este trabajo de documentación se ha llevado a cabo de la mano del historiador Alejandro Rodríguez, “un buen amigo” al que Aparicio conoció en la exhumación de una fosa común en Candeleda (Ávila).

El escritor, voluntario de la Asociación de la Recuperación para la Memoria Histórica, reconoce que este tema es una de sus obsesiones literarias. “Al margen de la ideología política, es un tema de derechos humanos”, defiende Aparicio, frente a los partidarios de “no remover el pasado”.

En ese sentido, los relatos tratan de rescatar esas historias “de las que no se hablaba en casa para evitar represalias” y recuperar la memoria de unos años que quedaron tapados por una “generación del silencio”. “Leemos muchos libros sobre la Segunda Guerra Mundial y a veces no conocemos la historia de nuestra propia familia”, lamenta el escritor.

Al respecto, Aparicio no oculta su sorpresa por el hecho de que la gente de la zona con la que ha conversado para documentarse no tenga conocimiento de unas vivencias que ocurrieron a escasa distancia de sus pueblos y subraya que el incipiente régimen “intentó ocultar los hechos por todos los medios posibles”.

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