Zapatero, de la negociación a la obsesión

Milena Pasetti

El anuncio de ETA sobre el fin de su actividad terrorista llega, por casualidad o no, apenas 20 días antes de que el presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero se despida de sus ocho años como máximo responsable del Gobierno español.

Un período dividido en dos mandatos, que estuvieron caracterizados por muy distintas maneras de abordar la relación con ETA. En el primero, fue el intento de diálogo y negociación para llegar al fin de la violencia, un intento que quedó abruptamente cercenado con el atentado en el estacionamiento de la T4, en el Aeropuerto de Barajas.

En el segundo, el final de ETA se transformó en una obsesión para el presidente. Y también para su entonces Ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba, hoy candidato del PSOE para las elecciones generales. Los últimos cuatro años estuvieron marcados por el hostigamiento policial sobre la banda, deteniendo sistemáticamente a sus principales líderes y desmantelando sus arsenales.

La negociación

En su primer debate sobre el estado de la Nación, en 1995, Zapatero pidió “permiso” al Congreso para iniciar el proceso de diálogo con la banda armada. El objetivo declarado para iniciar los contactos con dirigentes de la banda era llegar a “un fin dialogado de la violencia”. Y la condición, total ausencia de violencia. La banda anuncia una de sus tantas treguas, bajo el nombre de “alto el fuego permanente” anunciado finalmente en 2006.

De acuerdo a un reportaje publicado por el diario El País, las conversaciones ya habían comenzado, a cargo del entonces presidente del Partido Socialista en Euskadi, Jesús Equiguren y Josu Ternera, con varios encuentros en Suiza.

A lo largo del verano de 2006, las conversaciones avanzan en torno a la conformación de la “mesa de partidos”. Sin embargo, el 30 de diciembre de ese año la banda coloca una bomba en una furgoneta en el aparcamiento de la Terminal 4 del Aeropuerto de Barajas, en el que mueren dos ciudadanos ecuatorianos. Es el fin de la negociación. Y el comienzo de la obsesión.

La persecución

Según los allegados al presidente Zapatero, el fin e ETA se transformó en su obsesión. Es la que marca las decisiones de su ministro del Interior, Alfredo Pérez Rubalcaba. Comienza un período de “hostigamiento policial” sobre la banda, que incluye por primera vez una estrecha colaboración con la policía francesa.

Uno de los hitos de este período, aunque no el único, es la detención de Francisco Javier López Peña, alias Thierry, señalado como el cabecilla de la banda. El 14 de mayo de 2008 ETA hizo estallar una furgoneta bomba en Villarreal (Álava) que causó la muerte al Guardia Civil Juan Manuel Piñuel Villalón. Fue su última acción en España. Aunque no su última víctima. En 2010 muere un policía francés en un enfrentamiento con tres terroristas que intentaban asaltar un consecionario de coches.

Pocos meses después de aquel atentado en Villareal, la respuesta policial termina con la detención también en Francia de Mikel Garikoitz Aspiazu, alias 'Txeroki', el máximo responsable del aparato militar de ETA.

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