Tóxicos: Traficantes de emociones

Tóxicos Blancanieves

Marta Cuervo

Ser tóxico. Separarse de alguien que es tóxico. Relaciones tóxicas, amistades, novios, novias, compañeros, jefes, empleados, hermanas, hermanos... Personas tóxicas. Acciones y sentimientos tóxicos. Mundo tóxico. El término 'tóxico' se ha puesto de moda porque es un concepto muy sencillo que ayuda a entender que algo no funciona en las relaciones humanas. “En el fondo es un reciclaje de una idea básica de la psicología. Ciertas personalidades influyen negativamente en nuestra relación con ellos: el perverso, el narcisista o el psicópata. Y, es que, en el fondo, lo que ha ocurrido es que se ha simplificado la terminología y se usan estos conceptos psicológicos para que todo el mundo pueda acceder y los entienda”, explica el psicólogo Julio César Alvárez, parte del equipo de profesionales de Valenda Psicólogos.

Potencialmente todos podemos llegar a manifestar ciertos rasgos de perversos, de narcisistas o de psicópatas

Pero aunque hay personalidades más propensas, potencialmente todos podemos llegar a serlo y manifestar ciertos rasgos de ello, de perversos, de narcisistas o de psicópatas. “Eso no quiere decir que todo el mundo pueda ser psicópata puro –sólo entre un uno y un tres por cierto de la población-, pero sí que hay rasgos en la mayoría. Son personas difíciles, con personalidades que tienden a manipular en sus relaciones humanas y a fomentar la dependencia emocional. De ahí la influencia negativa que producen y de ahí su influencia negativa”, añade contundente el profesional.

¿Cómo se detecta un tóxico?

El problema es que la palabra se ha viralizado tanto, que a veces podemos caer en un mal uso, en tildar a la ligera el comportamiento puntual o que nosotros no hemos sabido interpretar. “El término tóxico, ayuda a simplificar, pero crea confusión porque engloba demasiadas cosas reducidas a un único concepto, y es más complejo. Pero hay que tener claras las herramientas fundamentales en este tipo de personalidades manipuladoras emocionales: la culpabilidad y el miedo. Con aspecto sibilino van instigando con ellas lentamente. Así, generan al principio una gran apertura emocional, te recogen y ayudan, pero luego generan una 'factura emocional', para lograr una dependencia hacia ellos”, apunta el experto, Máster en Psicología Clínica y Psicopatología.

Los 'tóxicos' utilizan el miedo y la culpa como instrumentos para manipular

Julio César Álvarez asegura que las personas sienten dependencia emocional porque los 'manipuladores emocionales' tocan la culpa si no se actúa como ellos quieren. “La persona que se siente manipulada, comienza a darse cuenta porque empieza a ver un desgaste emocional. Se siente cansada y la emoción cansa más que la actividad física”.

Esta conducta puede provenir de la infancia, de la educación, de personas habituadas a conseguir siempre lo que quieren. Pero el psicólogo y escritor apunta que un tipo de relación tóxica con alguien puede tener una influencia muy negativa en las personas: “Utilizar la culpa como herramienta de manipulación puede llegar a ser muy lesivo para las personas, y tiene un componente de agresividad”.

Aprender a vivir con personas manipuladoras emocionales

Otro aspecto importante que destaca Julio César Álvarez es que “los tóxicos –manipuladores emocionales como él prefiere denominarles- siempre son las víctimas”. “Desconfiaría de la persona que siempre se comporta como víctima y son los demás los que la agreden y la tratan mal. Un paso fundamental sea tóxica o no, es asumir su parte de responsabilidad, porque todos la tenemos”.

Acerca del consejo popularizado que recomienda alejarse de estos seres humanos, el psicólogo apunta que muchas veces no existe esa opción. “Si es tu madre, hermano, tu jefe, empleado o una persona que por un motivo u otro no puedes evitar, recomendaría mantener una relación lo más respetuosa y diplomática posible, intentando evitar cuestiones emocionales. Se debería crear una relación más aséptica sin implicación emocional”.

¿Y si soy yo el problema?

¿Los manipuladores emocionales son conscientes? “Alguien que ya es consciente de que tiende a culpabilizar y a conseguir todo de cualquier manera, que las cosas funcionan bajo sus intereses, puede rectificar, mejorar y hacer ajustes, aunque normalmente no es así”, asegura el psicólogo de Valenda Psicólogos.

Entonces, empezar a darse cuenta de padecer un problema tiene muy buen pronóstico. Cuando una persona detecta en su comportamiento rasgos de abusos de poder, debe trabajar personalmente, ser consciente de su conducta, lo que le ayudará a modificarla. “Hay que trabajarlo, existe formación, y también la opción de la psicoterapia. Pero quien es consciente tiene muchas posibilidades para cambiar”.

Todos somos potencialmente manipuladores emocionales

A lo largo de nuestra vida todos podemos ser tóxicos. “Hay que percibir la personalidad humana como un continuo, que ni acaba ni empieza en ningún punto. No está limitada. La mayor parte de la población se sitúa en valores intermedios, otros cuantos se sitúan en extremos. Pero un rasgo siempre existe en una medida, mayor, menor o intermedia. Con los rasgos de la perversidad, el narcisismo o la psicopatía pasa lo mismo”, declara el escritor.

El perfil de las personas tóxicas suele manifestarse en espiral: entre más cosas consiguen más van a manipular. “En una sociedad tan individualista, que mira por sus propios intereses, victimizada, con agresión... Es un caldo de cultivo para que estos problemas florezcan”. Además, la sociedad premia estos comportamientos: les asciende, suelen disfrutar de buenos puestos, tienen a su cargo a otras personas, y esto acentúa el problema.

Según el psicólogo, tienen más riesgo de sufrir una manipulación quienes tienen una visión omnipotente de su ayuda, de que pueden auxiliar a todos. “Hay que ayudar a las personas, pero hay que saber decir que no, es una cuestión fundamental con este tipo de perfiles, aunque ellos se defenderán con la culpa, y con expresiones como 'no me quieres', 'con todo lo que he hecho por ti' y otras”.

Existen varios grados, pero es un hecho que hay gente que manipula a los demás para conseguir lo que quiere y en todas las relaciones humanas: de pareja, de amistad, laborales y familiares. Aunque Julio César Álvarez defiende que todos en determinados momentos utilizamos la manipulación. “Hay un trecho hasta ser psicópata o narcisista, incluso muchas personas utilizan estos conceptos para agredir a otros. A veces el término se utiliza como un arma de doble filo, para agredir desde una posición de agredido. Aunque hay que partir siempre desde la responsabilidad y entender que en un conflicto entre dos personas las dos partes tienen parte de responsabilidad”.

Existe solución

Como ya ha planteado el psicólogo anteriormente, “si una persona continúa toda su vida con un trastorno, sin sanarlo, la consecuencia que puede desarrollar, al final, es acabar dañándose a sí mismo. Freud desarrolló la idea básica de que toda la violencia que lanzas hacia afuera, al final se vuelve contra ti. Es bueno reflexionar. Los manipuladores emocionales, entre más agreden a otros más se acaban agrediendo a sí mismos, y más miserable acaba siendo su vida”.

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