Toda una vida de sacerdocio

Mariano García García

Luis Álvarez Pérez

Desde que Zapatero inició su particular cruzada anticlerical y guerracivilista en su primer mandato como presidente, son raras las noticias amables sobre la Iglesia católica y sus miembros, que merecen la atención de los medios de comunicación.

Esta es una de esas rarezas. Que un numeroso colectivo se reúna para agradecer haber podido compartir la vida con una persona “cuya convivencia nos ha hecho a todos un poco mejores”, como recordaba el joven de Rioscuro, que al finalizar la misa argumentó las razones de sus convecinos, con los que Mariano ha compartido la vida desde 1960 hasta la actualidad.

El comentario de la introducción tiene todo el sentido, cuando hablamos de una persona como Mariano García. Buen conversador, con quien lo mismo puedes hablar de lo liviano, como de lo trascendental. Siempre amable, inteligente, templado, sensato, con el que aunque te hierva la sangre no podrás mantener con el una conversación acalorada, porque te apaciguará el ánimo.

Si hubiese muchos como el, no estaríamos ahora en una sociedad como la española dividida, tensa y que se mira de reojo entre sus miembros. Fruto de la irresponsabilidad de algunos, que como Zapatero argumentó en un plató de televisión, “electoralmente nos interesa tensionar”. Una sociedad intelectualmente carente de madurez, que se creyó a pies juntillas el mensaje, que avivó los rescoldos del odio y el rencor de una hoguera ya casi apagada. Y cuyas consecuencias comenzamos a ver ahora con la aparición de grupos políticos cada vez más radicales y cosas peores que aún vendrán, si no somos capaces a apagar este incendio provocado.

La vida pública

Mariano García lo fue casi todo en la comarca de Laciana, fue cura, educador, vecino y amigo de sus amigos. Desde que en 1960, recién ordenado sacerdote llegó a ocupar la parroquia de Rioscuro, de la que nunca dejo de ser titular, compartió esta con otras a lo largo de su dilatada carrera: Sosas, Orallo, los Rabanales, Palacios del Sil, Cuevas, Tejedo, Matalavilla, El Villar, Los Bayos o Vivero. Como ayer le reconocieron en uno de los regalos que le entregaron, en un cuadro con sus méritos.

Dio clases de religión en la escuela de Rioscuro, después fue profesor de religión y filosofía en la academia municipal de Nuestra Señora de Carrasconte en Villablino, donde a partir de 1970 impartió también clases en los dos institutos durante 11 años.

Estuvo propuesto para dirigir el seminario de León, pero la protesta vecinal de los habitantes de Rioscuro, consiguió que el Obispado reconsiderara su postura y declinase de forma definitiva su nombramiento.

Estudió en el seminario menor de Oviedo, los seis primeros años, los otros seis en el mayor de León. El 11 de junio de 1960 fue ordenado sacerdote y el día uno de noviembre (día de Todos los Santos), celebró su primera misa en Rioscuro, la que ha sido su parroquia de siempre. Luego estuvo dos años en la Universidad de Salamanca estudiando Teología Dogmática Bíblica, que así se llama su licenciatura. “Me prepararon un plan de estudios especial para hacer la licenciatura en solo dos años, para que no estuviese demasiado tiempo lejos de la parroquia”

En lo personal

Como el mismo reconoció en el acto de homenaje, “a los curas se nos mira casi siempre con un cliché, o bueno o malo, pero nunca neutro”. Y esa es su forma de ser neutro, estar a la misma distancia del creyente, como del agnóstico, expresando sus ideas sin tratar de imponer.

Cuando los años van poniendo en la vida de las personas sus ladrillos y argamasa de las experiencias vividas, puedes charlar de tu a tu, con quien por respeto y edad en otros tiempos fue superior a ti, no por rango o poder, pero si por capacidad intelectual. Y esas barreras iniciales se van disipando. Así me pasa a mi con el, por eso cuando lo fui a ver le pedí hablar de la vida.

De las cosas vividas y de las por vivir, de lo que nos gustaría hacer y no hemos hecho, por falta de tiempo o por cualquier otro motivo. Me confesó, que si algo le quedaba pendiente era escribir un libro con todo ese edificio, que la vida ha puesto en sus manos. Creo, espero y deseo que no se aleje de este objetivo. Aunque la dificultades de la larga enfermedad que sufre le va a poner algunas trabas.

Nació en Cistierna el 2 de septiembre de 1937. Su padre era minero y su madre murió siendo el muy niño lo que le llevó a vivir en La Mata de Monteagudo, con sus abuelos y un tío. El asegura que no tiene intención de irse de Rioscuro, “porque esta es la única familia que me queda”, en referencia a Isabel del Pozo, en casa de la familia con la que vive desde que llegó al pueblo hace ya 58 años.

Además de la misa concelebrada por 12 sacerdotes, presididos por el Obispo de León don Julián López, en el tempo parroquial de Santa Bárbara en Villablino, finalizó el agasajo y reconocimiento con una comida en un conocido restaurante de Laciana, para la que ya hace días se había puesto fin a la capacidad de reserva al estar cubiertas todas las plazas disponibles en el mismo, sobre 150 comensales.

Un gesto al que el no da importancia ninguna, no deja de ser una anécdota en su vida, es la donación que han hecho a la parroquia de Santa Bárbara en Villablino del déficit acumulado en los últimos años, por hipotecas, obras y gastos corrientes, que ascendía a más de sesenta mil euros y que ha cubierto y saldado con su propio dinero. Del que la feligresía de Villablino se ha enterado porque así lo hizo saber el actual párroco, Bruno en una homilía de hace un mes.

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