Los señores del común, un respeto

Foto: LFSanz

Por Roberto Carro Fernandez

A ver cómo lo explico para que se entienda. Resulta que ahora, con eso de que quieren “profesionalizar las juntas vecinales”, se hace necesario cargarse al vecino/secretario. Más tarde serán los vocales y, finalmente, el pedáneo. En mi opinión, esta de ahora no deja de ser una maniobra más dentro de esa estrategia de desamortización encubierta que ya empezó hace unos años; incluso diría siglos. Es que parece que la gestión del común es una cosa que se nos ha ocurrido a la gente de los pueblos –ocurrentes que somos-, ayer por la tarde. Y como somos gente rural, embrutecida y con estudios primarios o sin ellos, pues no nos manejamos, claro.

No queda otra que recordarles a estos leguleyos de nueva hornada, que esto de gobernar el común tiene siglos de historia. Y que fue precisamente esa capacidad de autogestión, la que les ha dado la fortaleza necesaria para afrontar con éxito los cambios que se han venido produciendo desde los tiempos en que su legalidad jurídica adquirió carta de naturaleza con la otorgación a las comunidades rurales – sobre todo, por parte de los reyes del Viejo Reino de León-, de fueros, cartas pueblas medievales y derecho consuetudinario (basado en la costumbre). Todo ello con el fin de adaptarse a los nuevos tiempos y conservar las esencias de una tradición hecha norma, que además llevaba impresos valores de colectivismo y solidaridad que ya los querrían algunos para sí.

Pero no es nada nuevo esto de atacar a lo que funciona. A lo largo de su dilatada vida, el poder concejil se ha visto asaltado en más de una ocasión por el propio Estado, por la nobleza señorial, o por la poderosa burguesía urbana. A pesar de todo, ha aguantado los envites con fortaleza estoica. Ahora, como entonces, no debiera ser menos; pero el gobierno, a base de decretazos, hace un daño enorme cuando se dictan sin más miramiento que el intervencionismo egoísta y ciego. Y es que ya lo dice el refrán: “no hay mayor ciego que el que no quiere ver”. Por favor, no falten a la historia y de paso a la verdad cuando dicen que pretenden profesionalizar algo que les da mil vueltas en legitimidad, gestión transparente y amor por la tierra.

Algo que ha funcionado durante tantos años y que se ha sabido adaptar a los rigores del paso del tiempo, no puede perder su esencia de la noche a la mañana, sólo porque unos pocos hayan tenido la ocurrencia de aplicarles otra vuelta de tuerca genocida. No sé si son conscientes de que, al hacerlo, están dinamitando actitudes, comportamientos y rasgos culturales que son un verdadero legado inmaterial. Y es tal el arraigo histórico de esta forma de gobierno, que ha desarrollado la capacidad natural de adaptarse. O al menos se intenta. Pero claro, “a la fuerza ahorcan” –dice ese otro refrán castizo.

Así que no se afanen en violentar su legitimidad histórica con esa farfulla legal, cuyo propósito es silenciar para siempre la llamada legendaria de una campana tañida, que sigue convocando a sus vecinos. Y ya por fin, tomen buena nota de cómo se gestiona de verdad; pero sobre todo de un modo altruista, sensible, cercano y con un sentido de pertenencia que a ustedes les es ajeno porque no lo llevan en su código genético.

Los señores del común ya estaban aquí mucho antes de que ustedes llegasen. Un respeto.

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