Una privatización del Ayuntamiento de León convirtió a Genarín en un 'perdido'

Estampa del mercado en la Plaza Mayor de León, lugar que sin duda frecuentó Genaro Blanco. / Colección Museo Sorolla

Carlos J. Domínguez

Hace ya algunos años que se van conociendo detalles de la real, y poco estudiada, biografía que escondía en la historia de la capital leonesa Genaro Blanco Expósito, el hombre cuya muerte dio origen al mito de Genarín, el irreverente protagonista de la Procesión del Entierro que reúne desde hace 90 años por Semana Santa a miles y miles de fieles émulos de la religión de la bebida y la juerga excesiva.

Su figura mitificada, que no pierde fuerza sino al contrario, está siendo objeto de una seria revisión histórica que requería el concurso de algunos expertos aficionados a los archivos. Esa es la labor que llevan años desarrollando Julián Robles y Javier Fernández-Llamazares, y que este jueves 11 de abril a las 20.30 horas en el Instituto Juan del Enzina verá la luz en forma del más completo libro sobre el Genaro Blanco de carne y hueso, perfectamente complementario con otros como la 'biblia' del escritor leonés Julio Llamazares sobre 'El entierro de Genarín' y la historia de su ascenso a los altares.

La nueva publicación se titula 'De Genaro Blanco a Bendito Canalla' (Eolas Ediciones, 20 euros). Y el esfuerzo de años depara sorpresas tanto o más jugosas y desconocidas como las que jalonan la leyenda de Genarín.

Entre otras, el libro desvela por primera vez hasta ahora no sólo que Genaro fue durante 14 años funcionario municipal (entre 1896 y 1910) sino que su declive personal, que le acabó llevando de trabajo en trabajo, de bar en tasca y de prostíbulo en burdel, comenzó con una decisión política. Una decisión política del Ayuntamiento de León. Y que tiene que ver con la puesta en marcha de una privatización que le perjudicó de lleno.

Un 'sueldazo' municipal

Según desvelan los documentos descubiertos por Robles y Fernández-Llamazares, en julio de 1896 el hombre que hasta entonces malvivía como jornalero entró como interino en una plaza de dependiente de Consumos, en el fielato de Puente Castro. Su misión como autoridad era velar por el cobro de derechos de adeudo y recargo de cada mercancía que entraba en la ciudad. Y su sueldo oficial, 730 reales al año. Seguramente jamás vivió Genaro tal prosperidad económica.

“Para aspirar a estos puestos de trabajo se necesitaba saber leer y escribir, observar buena conducta y no haber sido separado de ningún destino municipal por faltas cometidas en el desempeño de su cargo”, rezaba la normativa que rescatan los investigadores.

Con este desahogo, pudo por fin el protagonista asentarse en una casa de la calle Hospicio y casarse pocos meses después, en enero de 1897, con María García, con quien tendría hasta cinco hijos en cierta paz durante catorce años.

“Arriendo” para ganar 13.000 duros

Hasta que el 9 de noviembre de 1910 en el Ayuntamiento de León se reunió en Pleno la Corporación para debatir el presupuesto anual, el cual incluía una propuesta que cambiaría la vida de Genaro Blanco: la privatización (“arriendo”, se denominaba) del impuesto de consumos, servicio que una mayoría defendía que suponía un déficit para las arcas municipales.

Sólo se opusieron cinco ediles, encabezados por Juan Álvarez Coque (marmolista, sindicalista de UGT y concejal del Partido Socialista, como lo fuera tiempo después con Miguel Castaño), mientras a favor hubo 11 votos, entre ellos algunos de conocido apellido en León, como Alfredo Barthe en calidad de alcalde, Hurtado, Eguiegaray, Miñón, Urueña o Valdés. El objetivo de la privatización era conseguir recaudar cada año “13.000 duros” más, 65.000 pesetas.

Servicio privado, abusos e indignación servida

Pocos meses después se formaliza la cesión del arrendamiento a favor de Mariano Rodríguez Penagos, empresario de Oviedo. Y como casi siempre ocurre, destacan los autores de la investigación, a partir de entonces se generalizó un “profundo malestar” y “protestas contra las arbitrariedades que se cometieron a partir de ese momento en la cuestión de los aforos y en el ominoso impuesto de Consumos, dando cuenta detallada de los abusos cometidos por el contratista”, entre otros cobrar a los transportistas más dinero del estimado, con “formas incorrectas” y abuso.

En otro Pleno, Coque defiende la jubilación para todos los empleados despedidos, pero el alcalde Barthe recuerda que era sólo un derecho al que se podían acoger tras 20 años de servicio como funcionarios. Y Genaro sólo sumaba 14. Así que la privatización le dejó, como a otros, una mano delante y otra demás. Y ahogando en alcohol las penas de no poder sostener a su familia.

Los 'oficios' más alucinantes

A partir de ese momento, documentan los autores del esperado libro, con 51 años Genaro Blanco pasa por varios oficios en una espiral complicada: aprendiz de barbero con Primitivo Blanco, hasta que éste obliga a sus empleados a dejarlo si beben orujo en horas laborables, corte que Genarín no pasó, claro; cazador de pájaros con un tal Paradilla, aves que luego vendían en las aceras de la calle Ancha; baratero (organizador de timbas de juego) en la Era del Moro, hoy el Espolón; mozo de estoques del mediocre novillero Palomino; e incluso asistente de un as de la venta ambulante, León Salvador, del que aprendería las artes del embaucamiento.

Viudo y con cinco hijos

Finalmente se le ubica vendiendo periódicos de El Diario de León (del Obispado) por los arrabales para cuando en abril de 1917 le llega la puntilla vital: muere de hemorragia cerebral su esposa, María García, y por los trámites sabemos que Genaro no sólo sigue sin salario alguno sino que ahora queda a cargo de sus cinco hijos.

Los dos mayores de 18 años se buscan la vida pero respecto a los de 14, 10 y 8 años el viudo toma la amarga decisión de abandonarlos, sabedor -como niño abandonado que él mismo fue en el pueblo de Izagre nada más nacer- que el Hospicio de León se encargaría de ellos, como así ocurrió.

El más pequeño murió en pocos meses de meningitis en el orfanato, sumando otra tragedia a la conciencia ya alcoholizada de un Genarín que por entonces se había grajeado a pulso la fama de amigo de prostitutas y cerrador de bares, la fama que años después los llamados 'Cuatro Evangelistas' aprovecharían para endosarle la fama de encabezar su propia y folclórica religión genariana.

Muñidor electoral de un diputado

Se le conoció tras estos episodios otro oficio no menos sorprendente: muñidor electoral de un aspirante a político, diputado concretamente. Para entonces 'rescató' a los dos críos de la exclusa una vez sabedor de que sabían leer y escribir y habían aprendido un oficio, pero no se apeó de una vida disoluta encaminada a una muerte suicida para un hombre tan apaleado por la vida.

“Si quieres llegar a viejo, bebe vino de la bota, del jarro o del pellejo”

Los autores lo cuentan así: “Sin las energías que la edad se llevó, siguió subsistiendo gracias al oficio de la pellejería ambulante, viviendo con cierto arraigo en el barrio de Puente del Castro. El vino era su alimento y medicina, de gran eficacia y valor, al igual que lo era para el resto de las clases obreras y modestas, haciendo ellos bueno el refrán: ”Si quieres llegar a viejo, bebe vino de la bota, del jarro o del pellejo“”.

Sabido es que Genaro Blanco no llegó a viejo ni tampoco acabó con su vida. Lo hizo una mañana de Viernes Santo de 1929 (hace ahora 90 años exactos) un camión de la basura que recogía para el Ayuntamiento mientras Genaro orinaba, o acaso paseaba, por la Carretera de los Cubos de León.

La fortuna de 5.000 pesetas de 'herencia'

Conducía un joven inexperto que fue juzgado por el 'martirio' de Genarín, reconociendo que fueron las prisas por ver la procesión de los Pasos lo que le hizo pisar el acelerador. Una historia que iLeon.com ya desveló con todo lujo de detalles el año pasado con la ayuda de los protagonistas de este nuevo libro. Aquella muerte, al menos, dejó una fortuna postrera a sus hijos en concepto de indemnización: 5.000 pesetas.

Las putas recaudaron para su entierro

También fue objeto de averiguaciones hasta entonces inéditas y sorprendentes otro reportaje en el que se daba cuenta de la esquela de Genaro Blanco, publicada en la exclusiva primera página del periódico La Democracia, y del funeral al que acudieron centenares y centenares de personas para demostrar que era conocido y querido aquel leonés desdichado y borrachín. Por cierto, el libro desvela otro secreto, transmitido por el fotógrafo Pepe Gracia: que las putas de León contribuyeron al pago de su entierro en el cementerio de León. Para contribuir más a su leyenda.

Por lo demás, las 273 páginas de 'De Genaro Blanco a Bendito Canalla' son un alarde de documentación e investigación que radiografía el León de la época, por ejemplo con detalles jamás contados del funcionamiento del Hospicio leonés, algunas fotografías nunca publicadas y abundante bibliografía que sustentan juntas un trabajo serio y veraz. Otra forma de conocer a Genarín, aunque complementaria con la que le ha encumbrado en estos 90 años a los altares de la literatura y de la juerga.

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