Dos leonesas viaja con la Ruta BBVA para vivir una aventura en las Selvas Mayas de Yucatán

ICAL. / Dos leonesas viajan a México con la Ruta BBVA

Carmen Ansotegui/ ICAL

Celia García y Celia Herraez, de 18 y 19 años respectivamente, son las dos leonesas que tienen este año la suerte de sumarse a la gran familia rutera participando en la XXXI edición de la Ruta BBVA, antigua Quetzal. En esta ocasión, 181 jóvenes de 17 nacionalidades distintas conforman la expedición denominada “Aventura en las Selvas Mayas de Yucatán”, con la que recorrerán durante aproximadamente un mes México y las comunidades de Madrid, Extremadura y Andalucía en España.

Celia Herraez conoció el programa de Miguel de la Quadra Salcedo a través de Lali Herrero, una compañera de clase del colegio de los Jesuitas que fue expedicionaria en 2014. Al ver las fotos que colgó en la red social Instagram comenzó a interesarse por el proyecto y finalmente logró ser seleccionada en la edición de este año. Celia García sin embargo, sigue las hazañas de la Ruta desde 2008 cuando su hermana se convirtió en rutera y viajó a Panamá.

La expedición aterrizó en Cancún el pasado 30 de junio y en este tiempo han visitado buena parte de la península de Yucatán. La actividad durante los primeros días fue especialmente intensa. Sin apenas descanso y aún con el sueño cambiado por el jet lag, emprendieron una marcha nocturna por la playa de Las Coloradas para observar el desove de tortugas, visitaron un criadero de cocodrilos, el yacimiento maya de Ek' Balam e hicieron vivac para dormir bajo el cielo estrellado. Todo ello en tan sólo dos días.

Pero los ruteros aguantan el ritmo y tan sólo se quedan de cuando en cuando de los que son en estos momentos sus mayores rivales: el calor, la humedad y los mosquitos. Las primeras jornadas los termómetros superaron los 30 grados y la humedad era de más del 80%. Por eso, Celia García reconoce que uno de los mejores momentos que ha vivido en esta ruta fue el chaparrón que les cayó en Celestún: “comenzó a llover y teníamos tanto calor que empezamos a saltar y a cantar en el pabellón, lo pasamos genial” explica.

Por su parte, Celia Herraez recuerda como uno de los mejores momentos hasta ahora para ella fue el paseo en lancha por la Reserva de la Biosfera Ría Celestún, una de las reservas con mayor riqueza de especies y ecosistemas interdependientes. Allí pudieron ver un grupo de flamencos, pelícanos o cormoranes y como colofón se bañaron en un manglar. Lo único que lamenta la leonesa es que los mosquitos atacasen sin piedad y le picasen por toda la cara. A pesar de todo, mantiene que “valió la pena”.

Pero seguramente lo que no olviden nunca será los estrechos lazos que creen con sus compañeros. La convivencia con gente de su edad tan distinta les está dejando huella. La prueba es que para se emocionan cuando todos cantan la canción de “Moza”, que puede considerarse el himno del programa. “Da igual donde la cantemos, te llega” comenta entusiasmada Celia Herráez.

Para ella, “lo que tiene la ruta es que te pone en muchas situaciones en las que fácilmente puedes perder los nervios” pero confiesa que en su grupo hay “muy buen rollo” y que eso facilita cualquier situación complicada. Y es que entre ellos se arropan en los momentos buenos y en los no tan buenos. Ella misma reconoce que los primeros días se agobiaba por el ritmo que llevaban para organizarse en el campamento aunque poco a poco ha ido entendiendo que son muchos y que es la única forma de conseguir cumplir con el programa previsto.

No niegan que la experiencia pueda resultar algo dura en algunos momentos pero aseguran que en ningún momento se han planteado abandonar la expedición y a estas alturas no hay quien les borre la sonrisa de la cara

La última

Esta será la última expedición dirigida por de la Quadra porque a pesar de estar enfermo, estuvo pendiente hasta el final de sus días de cada detalle. Las dos leonesas lamentan no haber podido conocerle por tan poco. Celia Herráez dice que le parece “increíble” el trabajo que realizó con la Ruta y a Celia García, que es atleta, le entristece no haber podido cruzar al menos unas palabras con quien es también un referente en lo deportivo.

Y con su muerte y el anuncio del banco de que dejará de patrocinar el programa en el futuro, la continuidad de la ruta pende de un hilo. Las dos son conscientes de que podría ser la última cosecha de ruteros y defienden que la continuidad del proyecto porque entienden que “es una oportunidad de conocer mundo, cultura, personas y de aprender a afrontar situaciones duras”. Por este motivo creen que debería seguir adelante para que más gente se pueda aprovechar de vivir la Ruta Quetzal.

Etiquetas
stats