Incomunicación y derrumbes atenazan a Villablino tras años de mala conservación de carreteras antes vitales por el carbón

Hubo un tiempo en el que casi sólo había un motivo para que permanecieran cortadas las carreteras principales que comunicaban las cuencas mineras de la provincia de León con el resto de España, que necesitaba su valioso carbón. Ese único motivo eran protestas laborales de los mineros y aquellos encendidos enfrentamientos con las fuerzas policiales, las barricadas de neumáticos en llamas, la lucha de un sector por sus condiciones y por su futuro.

Hace ya unos cuantos años que cerró la última mina de carbón leonesa, berciana o de la comarca de Laciana. Y en muchos casos es el tiempo que llevan las principales administraciones sin invertir lo necesario en el mantenimiento de aquellas carreteras entonces vitales para la economía española, para la industria, para la calefacción de sus viviendas, y por las que hoy no mira casi nadie. Por eso, por dejadez en su mantenimiento, se caen a cachos.

Este es el razonamiento del alcalde de Villablino, Mario Rivas, y el sentir de muchos habitantes de las montañas y cuencas mineras de la provincia de León. Sólo así se explica el regidor socialista de un municipio que únicamente dentro de este año 2024 estén sufriendo las graves consecuencias económicas y sociales de ser víctimas de tener cortadas hasta tres carreteras esenciales para sus habitantes y para sus empresas.

El último episodio que complica aún más la situación de la comarca de Laciana, y de muchos otros territorios del norte de León y también del Principado, es el derrumbe de toda la ladera hasta cortar por completo la autopista A-66 entre León y Asturias. Ocurrió en el lado asturiano, en Lena, pero implica graves consecuencias para todos. Rivas explica que en el caso de Villablino, son innumerables los estudiantes y trabajadores que necesitan el más rápido acceso con Asturias, incluso a pesar de estar “castigados” como nadie por el peaje.

Y es que recuerda que las bonificaciones para usuarios habituales que se aplican desde hace años y que ahora el Gobierno ha ampliado un poco más no les incluye a los vecinos de su comarca, algo que no comprende. “Ya estamos perjudicados de manera habitual con unos precios abusivos”, lamenta, “y ahora viene el derrumbe y nos condiciona económicamente aún más”. La mejor alternativa hasta Oviedo, con el Huerna bloqueado, “es por el puerto de Somiedo”, siempre más peligroso y con riesgo de intransitable justo en este tiempo, cuando “desde que empieza a caer la nieve pronto se nos queda cerrado, es de los primeros”. Admite el alcalde que la apertura, tras su arreglo por la vertiente leonesa, del alto de La Farrapona en Babia abre otra vía, si bien ya con mucho rodeo, iguales inclemencias y por supuesto décadas después de prometerse por parte de la Junta de Castilla y León.

Las críticas contra la Junta arrecian también en otro caso que ha mantenido varios meses cerrada otra comunicación importante para Laciana, en este caso por la carretera de Omaña, la LE-493, que desemboca en La Magdalena y de ahí a León capital. Un talud cayó sobre la calzada a la altura del pueblo de El Villar en abril de este año, indignando a ambas comarcas porque la administración se limitó a señalizar que era imposible el tránsito, y no fue hasta junio que el Gobierno autonómico del PP aprobó una primera partida de casi 100.000 euros para ponerle fin.

Pero si hay un caso que verdaderamente sufre Laciana, por acumulación, es el impacto de incomunicación de otro espectacular derrumbe ocurrido el pasado mes de mayo en la carretera autonómica CL-631 que vertebra el eje de Ponferrada y Laciana, a través del Alto Sil. La única alternativa durante meses por la larguísima y peligrosa a LE-711 por Fabero, la falta de señalización suficiente en Páramo de Sil y la acumulación de plazos para habilitar un estrecho paso regulado por semáforo ya en julio, dejando aún bloqueada alguna población, incrementó la indignación. Porque además la Junta admite que no tiene plazo para el arreglo completo de este argayo y las dificultades de fluidez que sigue provocando, argumentando no tener claro dónde llevar la parte del monte cañida.

Pero el enfado fue aún mayor al conocerse que un contrato de mantenimiento de esa carretera tenía 16 años de antiguedad para toda la carretera de Ponferrada a Villablino y la Junta apenas ejecutó nada desde 2008. Ese arreglo ya formaba parte del Plan de Carreteras 2008-2020, diseñado bajo el mandato del entonces consejero de Fomento del Partido Popular, el leonés Antonio Silván. Por eso a nadie le sorprendió mucho que en este punto, como podía pasar en otros, la carretera quedara finalmente inutilizada.

Ante todo este cúmulo de incomunicaciones que atenazan este año a Villablino, Mario Rivas lamenta entre la resignación y la crítica “no sólo (el efecto de) los derrumbes sino el estado mismo de las carreteras” principales. Porque “hay una clara falta de mantenimiento desde que el carbón comenzó a perder importancia”. “En aquel entonces, nuestro mineral era trascendente para la economía y se invertía; hoy ya no se mantienen igual”, afea a las administraciones, y muy especialmente a la Junta, vistas las acumulaciones de casos de viales autonómicos.

No ha sido el único en levantar la voz. Hace ya muchos años que la alcaldesa de Murias de Paredes, Carmen Mallo, clama contra todo tipo de dificultades a los que se enfrentan los habitantes de los pueblos de la comarca de Omaña, que junto a la de Babia también son paganos directos de este tipo de constantes desperfectos y la lentitud de las administraciones por solventarlos. “Pónganse a trabajar y busquen alternativas, estamos hartos de ser los destinatarios permanentes de todas las dificultades”, ha llegado a exigir a la Junta la veterana regidora socialista, harta de problemas también de telecomunicación o de falta de servicios básicos para un mundo rural en creciente despoblación y envejecimiento.