Otro gran accidente minero mortal mientras el último sigue esperando sentencia después de dos años del juicio

“Todos somos familia minera”. La imagen de letras negras sobre fondo blanco con un enorme crespón de luto ha invadido las redes sociales en las cuencas de León esta semana. Porque el sonido de las sirenas cuando hay un accidente en una explotación suena igual en todas partes, en Asturias, en Laciana, en El Bierzo. La tensión que genera la incertidumbre de no saber qué ha pasado ni por qué y el dolor cuando sacan del tajo los cuerpos de los fallecidos y de los heridos son los mismos. Porque las vidas cortadas tienen un nombre, una cara, una edad, una familia, unos amigos, pero podrían ser otros, cualquiera, porque el grisú no escoge, le roba el aliento a todo el que pilla.

Otra vez la tragedia en lunes, a primera hora, como los peores accidentes de la minería. Este 31 de marzo, sin explotaciones de carbón abiertas en toda la provincia desde hace ocho años, fallecieron en Cerredo (Degaña, Asturias) Jorge Carro, Rubén Souto, Amadeo Bernabé, Iván Radio y David Álvarez, de entre 32 y 54 años. “En el siglo XXI nadie puede morir así”, manifestó la vicepresidenta segunda del Gobierno y ministra de Trabajo, Yolanda Díaz, entre promesas de que caerá “todo el peso de la Ley sobre las posibles responsabilidades que haya”. Lo dijo a pie de mina, pero con una mirada del interior de la M-30. En el siglo XXI los mineros siguen muriendo así y hay quien lleva más de una década esperando Justicia para sus víctimas.

La tragedia de Cerredo ha reabierto heridas que nunca han estado del todo cerradas en las cuencas y recuerda a los seis del Pozo Emilio del Valle, de la Hullera Vasco-Leonesa, que fallecieron en el que hasta ahora estaba considerado el último accidente grave de la minería en España, que tuvo lugar hace doce años y dos después de que el juicio quedara visto para sentencia todavía no está resuelto judicialmente.

La muerte de los seis mineros del Pozo Emilio del Valle, aún sin resolver

El 28 de octubre de 2013, que también era lunes, un escape de grisú acabó con la vida de Carlos Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González, José Luis Arias y Roberto Álvarez en el tajo, que tenían entre 35 y 45 años, y causó heridas de distinta consideración a otros ocho mineros en La Pola de Gordón.

El suceso sentó en el banquillo, más de una década después, a 16 acusados de homicidio imprudente y lesiones imprudentes, en un largo juicio de dos meses que se celebró a la segunda intentona y que continúa a la espera de resolverse y sin que se dé ninguna explicación al respecto.

La titular del Juzgado de lo Penal número 2 de León, María Argentina Álvarez Rodríguez, todavía no ha emitido veredicto, según ha podido confirmar ILEÓN por varias vías, y, aunque todas las fuentes coinciden en la anomalía de la situación, nadie sabe o quiere explicar qué pasa o puede pasar con el caso, a pesar de las reiteradas peticiones de este medio. Ni el juez decano de León ni el Tribunal Superior de Justicia de Castilla y León ni el Consejo General del Poder Judicial.

Entre los acusados están el que fuera el presidente de la compañía minera, Antonio del Valle, su vicepresidente y consejero delegado, Arturo del Valle, y de Aurelio del Valle, vocal. Tres miembros de la familia franquista Del Valle propietaria de la Hullera Vasco-Leonesa, en proceso de desguace tras su quiebra en 2015.

Los Del Valle no son los únicos acusados en el procedimiento, hay otros 13 responsables más de la mina que se han sentado en el banquillo junto a ellos y que siguen esperando una decisión, entre ingenieros y vigilantes de seguridad de la compañía que debían garantizar las condiciones de la explotación.

El procedimiento judicial acumula una década de obstáculos. No se señaló, por primera vez, hasta abril de 2021, y lo que iba a ser un complejísimo juicio con 80 testigos y peritos y dos meses de testificales apenas duró una mañana. Las defensas 'se acordaron' en las cuestiones previas que sus representados tenían seguros de responsabilidad civil que, en caso de condena, podrían responder económicamente por ellos, lo que devolvió el caso otra vez a la fase de instrucción.

Dos años más tarde, cuando se cumplía el décimo aniversario del accidente, y una vez personados los seguros, el lunes 6 de febrero de 2023, el Juzgado de lo Penal número 2 de León acogía la primera sesión del juicio que se alargó hasta el 30 de abril, dos meses de auténticas jornadas maratonianas de hasta 12 horas de testificales.

A la publicación de esta noticia, todavía no se conoce la decisión de la Justicia por la trágica muerte de los seis del Pozo Emilio del Valle y que, según han venido defendiendo sus familiares todos estos años, “se podría haber evitado”.

Peticiones de condena por el accidente de la Hullera Vasco-Leonesa

La Fiscalía pidió en el último momento sentencia absolutoria para cinco de los 16 acusados, los vigilantes de primera de interior o plantillas y los vigilantes de seguridad de la empresa minera, y sentencia condenatoria para los once acusados restantes, a los que considera responsables de los delitos de homicidio y lesiones por imprudencia.

Por su parte, las acusaciones mantuvieron la petición de condena para todos los hombres que se sentaron en el banquillo de los acusados por el accidente mortal en el Pozo Emilio del Valle, al considerarlos responsables del fatídico suceso que acabó con la vida de seis mineros en el tajo.

Las defensas insistieron al final del juicio en la libre absolución de sus defendidos porque el accidente fue “fortuito”, “no se pudo prever ni evitar” y por “falta de pruebas”, condenar en costas a las acusaciones y, “en el caso remoto de haber sentencia condenatoria” que se aplique el atenuante de dilaciones indebidas por juzgar después de una década un accidente mortal que sucedió el 28 de octubre de 2013 y que quedó visto para sentencia el pasado 30 de marzo de 2023, todavía por resolver.

El recuerdo de seis vidas que se quedaron sin aliento en 2013

El accidente conmocionó a la localidad de Las Ventas de Albares, que se divide entre los municipios de Torre del Bierzo y Bembibre. De allí era Carlos Pérez, que estaba casado y tenía dos hijos de 16 y 13 años. Aunque vivía en León, prácticamente todos los fines de semana se acercaba al pueblo con su familia para visitar a sus padres.

Manuel Moure era natural de Ciñera de Gordón, donde era muy conocido. De familia minera, tenía 39 años y acababa de ser padre de una niña hacía escasas semanas. 

De Robles de la Valcueva (Matallana del Torío) era Antonio Blanco, de 42 años. Casado y con una niña, vivía en León pero casi a diario subía a su pueblo. Le quedaba muy poco para prejubilarse y poder disfrutar a tiempo completo de su esposa y su hija. De joven, empezó a trabajar ayudando a su padre que era pintor, pero pronto dejó la brocha y entró en la mina, como su hermano, que también trabajó en la Hullera Vasco-Leonesa.

La consternación también llegó a la localidad de Fontanos, del municipio de Garrafe de Torío. De allí era Roberto Álvarez que, con solo 35 años, era el más joven de los fallecidos. Roberto dejó dos hijos pequeños, una niña de dos años y un bebé de meses en el momento del fatal accidente.

La muerte de Orlando González también tiñó de luto La Pola de Gordón, donde vivía con su madre aunque él y su familia son del pequeño pueblo de Paradilla. Tiene un hermano que vive en Geras, estaba soltero y llevaba entre doce y trece años trabajando en la minería.

El único de los fallecidos del accidente del Pozo Emilio del Valle que no era de la provincia de León fue José Luis Arias, un asturiano casado y con dos hijos que era natural del concejo de Pola de Lena y que se había trasladado para poder seguir trabajando en la minería.

El accidente más grave de los últimos 30 años en la minería leonesa

El terrible suceso del Pozo Emilio del Valle, en el Grupo Tabliza de Llombera (La Pola de Gordón), en el que seis mineros perdieron la vida por un súbito escape de gas metano, fue el más grave producido en los últimos 30 años de la minería leonesa de carbón, tras el de Fabero en noviembre de 1984 con ocho muertos y el de Caboalles de Abajo en 1979 con diez.

Además, entre los provocados por bolsas de grisú -como se denomina al gas metano incurso en el carbón-, es el segundo más grave tras el siniestro en el pozo Santo Tomé de Turón (Asturias) que costó la vida a once mineros en 1967, en una mina de la empresa Hullera Española.

1984: ocho muertos en Fabero

El lunes 19 de noviembre de 1984 una explosión de gas grisú terminó con la vida de ocho mineros en Fabero. Concretamente, en el Grupo Río, de Combustibles de Fabero (Cofasa). En el accidente murieron los mineros Tomás Abella, Adelino Alonso, Emilio Álvarez, Santiago Álvarez, Manuel García, Ramiro Guerra, Luciano Iglesias y Manuel Tejón.

Especialmente cruel fue la lucha de Tomás Abella de la Mata durante 61 días en la residencia sanitaria La Paz de Madrid. No pudo superar las graves quemaduras que sufrió en el accidente a pesar de que “había tenido momentos de mejoría y animaba constantemente al resto de sus compañeros heridos en el mismo siniestro”, según el parte médico, y falleció el 20 de enero de 1985 por un paro cardiaco.

Las familias de los mineros fallecidos recibieron un telegrama de pésame del entonces presidente del Gobierno Felipe González.

1979: 10 muertos en Caboalles de Abajo

El miércoles 17 de octubre de 1979 perdían la vida diez mineros en el Pozo María de Caboalles de Abajo, de la entonces Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) ya desaparecida.

La noticia del accidente del Pozo María quedó grabada en la memoria de los lacianiegos. Perdían la vida los mineros Basilio Uría Cangas, Manuel Gómez Díaz, Adolfo Real Suárez, Emilio Pinillas Álvarez, Arselí Fernández Díez, Otilio Álvarez Fernández, Antonio Restrepo Vior, Manuel González Acero, José Ouviaña Díaz y Alfredo Prieto Suárez.

Los trabajadores fallecidos habían entrado a trabajar en el segundo relevo, a las 16.15 horas, y en el momento del suceso estaban desarrollando su labor en el taller sobre la capa 13 de la planta quinta del citado pozo. Según el informe elaborado en su día, el accidente se produjo por una explosión de grisú.

“Sin lugar a dudas, todos los hechos apuntados en la segunda parte de este informe evidencian la existencia de una explosión de grisú”, recoge literalmente el informe. Una explosión que escucharon los mineros que estaban trabajando en las plantas tercera y quinta. La deflagración pudo tener su origen en una chispa producida en la locomotora de baterías. Así en el informe se puede leer que “indudablemente, de todas las causas posibles en taller y galería, la locomotora de baterías es la que razonablemente ofrece más posibilidades de haber sido el origen de la deflagración”.

Los últimos muertos

El último accidente mortal en la minería en España tuvo lugar este pasado lunes 31 de marzo de 2025, cuando cinco mineros, cuatro lacianiegos y uno berciano, fallecieron, según las primeras hipótesis por un escape de grisú, en la mina Cerredo de Degaña (Asturias).

Diez años antes, el jueves 26 de marzo de 2015, un minero fallecía en un accidente en el Pozo Salgueiro de Santa Cruz de Montes, en Torre del Bierzo, y otros dos resultaban heridos. El fallecido era José Pereira Díez, de 42 años, natural de Ponferrada con su residencia fijada en Bembibre, delegado de seguridad a punto de prejubilarse. El accidente se produjo en el momento en que los tres trabajadores se encontraban posteando en el interior de la mina, produciéndose un desprendimiento de un costero, quedando una de las víctimas, el trabajador fallecido, atrapado bajo el mismo y causando lesiones leves a los otros dos.

El sábado 12 de mayo de 2012, un trabajador de mantenimiento de una mina de Súria (Barcelona) perdió la vida al caer en un pozo de 80 metros de profundidad.

La anterior tragedia mortal minera en León se remota al lunes 18 de julio de 2011, cuando un electricista de 41 años murió electrocutado en una explotación de Torre del Bierzo.