Un gigante con pies de carbón

César Sánchez / Ical. Imagen de archivo de mineros a la entrada al tajo a la mina Santa Cruz, en Santa Cruz del Sil (León), perteneciente al grupo Alonso y actualmente parada.

V. Silván / Ical

El grupo Alonso sigue siendo un gigante dentro del sector minero español, pero en los últimos 20 años ha experimentado importantes cambios al compás de las políticas que desde el Gobierno de España y, especialmente desde la Unión Europea, se han impuesto con el fin de reducir la minería nacional a la mínima expresión, con el horizonte del 2018 para el cierre de las minas no competitivas y el fin de las subvenciones.

Y es que el año 1994 fue también un año convulso con la reconversión de la cuenca del Bierzo Alto y la Fabero-Sil, que llevó al encierro de ocho mineros en el pozo Mariángela de Virgilio Riesco y violentas protestas en las calles de Bembibre y otros puntos de la comarca. A pesar de esa situación compleja, el empresario Victorino Alonso realizaba entonces una fuerte apuesta por el sector del carbón y ponía en marcha un proceso de expansión y consolidación de empresas, controlando el 28 por ciento de la producción nacional con 2,8 millones de toneladas anuales y 4.500 trabajadores

Así, creó Coto Minero del Sil después de que la empresa Victoriano González absorbiera Antracitas de Gaiztarro y recolocara a 600 mineros que se quedaban en la calle tras los cambios impuestos a la cuenca Fabero-Sil y que fijaban el cierre de Antracitas de Marrón, Antracitas del Bierzo y Combustibles de Fabero, también incluía ya la Gran Corta de Fabero. El grupo Alonso contaba también con Carlenor -que integra las minas Ventana, Carbonia y Lexomosa y que a partir de 1998 pasaría a llevar el nombre de Unión Minera del Norte (Uminsa)-, Agrupación Carbonera del Norte, El Porvenir, Minas Santa Leocadia y Hullas del Barruelo.

Pero la gran apuesta de Victorino Alonso por el sector minero la manifestó con la compra de la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) después de una dura pugna con otro grupo inversor -en el que se encontraban empresarios como Manuel Lamelas Viloria o José Luis Ulibarri- para hacerse con esta empresa histórica de la comarca del Bierzo y que se encontraba en concurso de acreedores. En ese momento, Alonso ponía en marcha un plan de viabilidad con la previsión de aumentar la producción de la MSP en 400.000 toneladas en tres años y controlar así el 50 por ciento de la producción nacional.

De sector estratégico a sector en extinción

Dos décadas después, el grupo Alonso mantiene su peso dentro del sector minero, con una plantilla que prácticamente se ha reducido a menos de la cuarta parte de lo que era entonces y con una previsión de producir 1,9 millones de toneladas en 2014 según establece la resolución de restricciones por garantía de suministro para Uminsa y Coto Minero Cantábrico -en proceso de liquidación y pendiente de su venta-. Y es que volviendo la vista atrás, desde el grupo Alonso advierten que “la reconversión de hace 20 años tiene bien poco que ver con la que se está viviendo actualmente”.

Así, puntualizan que en aquella época lo que se produjo fue una reordenación del sector y que permitió a Alonso hacerse con MSP y Coto Minero del Sil, “ambas en concurso que fue superado por la gestión del grupo”. En su opinión, “la diferencia fundamental es que en aquel entonces la minería era tratada desde la Administración como un sector estratégico y, consecuentemente, tuteló y apoyó ese proceso”, valoran desde el grupo Alonso, lo que dio lugar a una selección de las empresas más eficientes -en esos años era un sector muy atomizado y solamente en la provincia de León había más de 80 empresas a principios de los años 90-. Solo Uminsa ha absorbido desde 1998 una treintena de empresas mineras.

Para las empresas de Alonso, ese proceso “fue muy positivo” porque permitió aglutinar la minería en empresas grandes y solventes, “que hicieron una selección de los mejores yacimientos y generaron numerosas sinergias con un desarrollo tecnológico muy importante”. “Además, se sanearon las cuentas del sector y no se produjeron apenas bajas traumáticas de trabajadores, que fueron absorbidos en los sucesivos procesos de fusión llevados a cabo por Uminsa fundamentalmente”, añaden.

Pero las cosas cambiaron a partir del 2010, la Unión Europea dió un giro abrupto e inesperado en su posición respecto al carbón con la publicación de una decisión que pasa de considerar el carbón como reserva estratégica a una política que tiene como objetivo el cierre de las minas y el fin de las subvenciones a este sector. Cuando las empresas mineras estaban diseñando su estratégica para adaptarse a ese nuevo escenario europeo, cambio en el Gobierno y llega José Manuel Soria al Ministerio de Industria, acelerando el proceso de reducción de ayudas previsto, sumiendo aún más en el caos al sector del carbón.

Una mirada al futuro

“Las consecuencias de estas decisiones son bien visibles en estos momentos”, aseguran desde el grupo Alonso, que apunta a una reestructuración “completamente desordenada” y que ha llevado a las mineras a procesos concursales, expedientes de regulación de empleo, auxiliares en liquidación y “bajas traumáticas” para miles de trabajadores, además de gran tensión social en las comarcas mineras. Así, Uminsa asegura haberse visto abocada a la presentación del concurso de acreedores, dentro del que alcanzado un “cuestionado” convenio con sus trabajadores con el mantenimiento del cien por cien de la plantilla a cambio de una reducción salarial del 15 por ciento y saturación de la jornada efectiva de trabajo de 50 minutos.

De forma paralela, las auxiliares de cielos abierto también llegaron a un acuerdo tras la liquidación de Vencove y Exconci para la recolocación de 84 trabajadores en Roel Hispánica. Además, inicia el camino para salir del concurso, tras conseguir la adhesión mayoritaria (60 por ciento) de sus acreedores y presentado una propuesta de convenio en los juzgados con quita del 70 por ciento y espera de cinco años más dos de carencia, cuya aprobación por el Juzgado Mercantil se espera para los próximos meses.

“El objetivo último es alcanzar en el periodo 2014-2018 la plena competitividad sin ayudas, para continuar con la actividad minera en los centros de Fabero y Torre del Bierzo en León, Cerredo y Tineo en Asturias y Guardo en Palencia, con una producción aproximada de entre 1,5 y 2 millones de toneladas al año y unos 750 empleos directos entre propios -350 trabajadores- y subcontratados”, avanzan desde Alonso.

Para este grupo minero, “la incógnita más importante que es preciso despejar” para saber si este planteamiento “es posible o, por el contrario, se debe planificar el cierre definitivo en 2018”, es cómo va a plantearse la regulación del mercado de las centrales térmicas que consumen carbón nacional a partir del próximo año. ¿El motivo?. El 31 de diciembre dejará ya de tener vigencia el Real Decreto de restricciones por garantía de suministro, que había regulado las compras -de forma más o menos afortunada- de carbón nacional durante los últimos años.

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