“¡Ya está bien!”: familiares y compañeros de los seis mineros muertos hace 12 años en la Hullera Vasco-Leonesa piden Justicia

Doce años después del trágico accidente en el Pozo Emilio del Valle de la Hullera Vasco-Leonesa, en el que murieron seis mineros y otros ocho resultaron heridos de distinta gravedad, familiares, compañeros y amigos de las víctimas volvieron este martes a las calles de León para reclamar Justicia. Los tribunales siguen sin resolver quién tuvo la culpa del siniestro, ocurrido el 28 de octubre de 2013, a pesar de que el juicio quedó visto para sentencia hace ya dos años y medio.

A las 10 de la mañana empezó una concentración frente a la Catedral de León, con una pancarta en memoria de las víctimas, los cascos mineros de los fallecidos, camisetas con sus fotografías, velas, pancartas y el Santa Bárbara Bendita arropándolos, solo roto por una voz amplificada por un megáfono que resonó por toda la ciudad: “¡Ya está bien que los mineros de León tengamos que pedir Justicia por la calle!”.

Tras guardar un minuto de silencio por los fallecidos hace ahora 12 años, la marcha avanzó por la calle Ancha hasta el Palacio de los Guzmanes, sede de la Diputación de León, donde los concentrados fueron recibidos por la vicepresidenta de la institución, Ana Arias, y por representantes de Unión del Pueblo Leonés (UPL). Desde allí continuaron por la avenida Ordoño II, caminando por la acera después de que la Policía denegara el corte de tráfico en esta vía peatonal, a pesar de que la manifestación había sido comunicada con una semana de antelación a la Subdelegación del Gobierno.

El recorrido incluyó paradas frente a los juzgados de León y concluirá en la sede de la Delegación Territorial de la Junta de Castilla y León, donde los manifestantes permanecerán hasta la una del mediodía. Durante el trayecto, se cruzaron con el alcalde de León, José Antonio Diez, y con el presidente de la Diputación, Gerardo Álvarez Courel, que regresaban de un acto en el Palacín y se detuvieron a saludar y abrazar a las familias, expresando su pésame y apoyo.

Entre los asistentes se encontraba, como cada año, Manuel Moure, minero jubilado y padre de uno de los fallecidos, que encabeza la reivindicación desde hace una década. Denuncia que el procedimiento judicial sigue bloqueado por la baja médica de la jueza que debe dictar sentencia y reclama que se adopten medidas para resolver el caso. “Todo está grabado, solo falta dictar sentencia”, repite con firmeza.

Moure acusa también a las instituciones, especialmente a la Junta de Castilla y León, de “dar la espalda” a las familias y critica la falta de responsabilidades tras el accidente. “Mientras me tenga de pie, ahí me van a tener”, advierte, decidido a no rendirse hasta que los nombres de los seis mineros fallecidos —sus compañeros, sus hijos— reciban la justicia que merecen.

El recuerdo de seis vidas que se quedaron sin aliento

El terrible suceso del pozo Emilio del Valle, en el Grupo Tabliza de Llombera (La Pola de Gordón), en el que seis mineros perdieron la vida por un súbito escape de gas metano, estaba considerado el más grave producido en los últimos 30 años de la minería leonesa de carbón, tras el de Fabero en noviembre de 1984 con ocho muertos y el de Caboalles de Abajo en 1979 con diez, hasta el trágico accidente de Cerredo de este año que volvió a reabrir una herida que nunca había estado del todo cerrada.

El accidente en La Vasco conmocionó a la localidad de Las Ventas de Albares, que se divide entre los municipios de Torre del Bierzo y Bembibre. De allí era Carlos Pérez, que estaba casado y tenía dos hijos de 16 y 13 años. Aunque vivía en León, prácticamente todos los fines de semana se acercaba al pueblo con su familia para visitar a sus padres.

Manuel Moure era natural de Ciñera de Gordón, donde era muy conocido. De familia minera, tenía 39 años y acababa de ser padre de una niña hacía escasas semanas. 

De Robles de la Valcueva (Matallana del Torío) era Antonio Blanco, de 42 años. Casado y con una niña vivía en León pero casi a diario subía a su pueblo. Le quedaba muy poco para prejubilarse y poder disfrutar a tiempo completo de su mujer y su hija. De joven, empezó a trabajar ayudando a su padre que era pintor, pero pronto dejó la brocha y empezó a trabajar en la mina, como su hermano, que también trabajó en la Hullera Vasco-Leonesa.

La consternación también llegó a la localidad de Fontanos, del municipio de Garrafe de Torío. De allí era Roberto Álvarez que, con solo 35 años, era el más joven de los fallecidos. Roberto dejó dos hijos pequeños, una niña de dos años y un bebé de meses en el momento del fatal accidente.

La muerte de Orlando González también tiñó de luto La Pola de Gordón, donde vivía con su madre aunque él y su familia son del pequeño pueblo de Paradilla. Tiene un hermano que vive en Geras, estaba soltero y llevaba entre doce y trece años trabajando en la minería.

El único de los fallecidos del accidente del Pozo Emilio del Valle que no era de la provincia de León fue José Luis Arias, un asturiano casado y con dos hijos que era natural del concejo de Pola de Lena y que se había trasladado para poder seguir trabajando en la minería.