Encierro en Diputación

Los cinco encerrados en el Palacio de los Guzmanes.

Isabel Rodríguez

Cinco ex empleados de la Agencia de Desarrollo Local de la Diputación permanecen encerrados en el Palacio de los Guzmanes como medida de protesta por los nueve despidos -los de ellos y de otros cuatro compañeros-considerados improcedentes por la Justicia.

Los encerrados llevan en el edificio desde las 11.30, hora a la que entraron a una mesa de negociación presidida por Raúl Valcarce, pero lo comunicado en esta reunión no satisfizo las exigencias de los despedidos y decidieron quedarse para protestar así con su presencia. En principio había otras dos personas, pero tuvieorn que salir “por motivos personales” y ya no pudieron entrar de nuevo.

Ni ellos ni nadie. El Palacio de los Guzmanes se cerró a mediodía y desde entonces no se permite la entrada. Los compañeros y miembros de UGT han tenido que pasarles alimentos, bebida y hasta un ordenador por la ventana, todo metido en bolsas y mediante cuerdas.

En un primer momento intentaron disuadir la concentración. “Los ordenanzas nos han invitado a salir pero no vamos a hacerlo hasta que nos den una solución”, asegura Emilia, una de las afectadas.El diputado de Personal, Raúl Valcarce, también ha pasado por la sala en la que se encuentran para animarles a salir. “Nos ha dicho que nos volvía a convocar a otra mesa de negociación mañana o pasado, pero ya no nos fiamos de nada”, asegura José Luis, otro de los encerrados.

Otra de las propuestas que han escuchado por parte de la Diputación ha sido la de la división, es decir, readmitir solo a una parte. “Ya les hemos dicho que si consideran oportuno consultar a los servicios jurídicos que lo hagan, pero que nosotros sino tenemos algo firmado, no nos lo creemos”, continúa José Luis.

Por su parte, el secretario general de Servicios Públicos de UGT, Nicolás Sanz, ha pasado a ver -ventana de por medio- a los ex trabajadores varias veces. “Esta mañana nos han convocado a una mesa de negociación, pero eso no es negociar, nos querían decir lo que ellos querían y ya está ”, asegura indignado Sanz.

Al ver cómo sus compañeros iban subiendo víveres mediante cuerdas, Sanz no podía evitar acordarse de los mineros encerrados en la Delegación de Trabajo. “Son unos hipócritas porque entonces decían que era intolerable no defender un puesto de trabajo”.

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