“Nos han engañado”

Isabel Rodríguez

Silencio y caras largas. Los ánimos de hoy de los seis mineros encerrados en la Diputación provincial desde el pasado 4 de junio contrastaban con la euforia del lunes al ver la explanada de Botines inundada de mensajes de apoyo a una causa que está extendiéndose demasiado y continúa chocando de frente contra el muro férreo del Ministerio de Industria y el Gobierno.

El palazo lo esperaban. Aunque hubiera rebelión de los senadores provinciales y autonómicos, los Presupuestos Generales del Estado, con el recorte de más del 60% a las ayudas del carbón, saldría adelante. Pero el golpe fue doble porque llegó con el impulso de los tres senadores populares de León en la Cámara Alta.

No entendemos qué hizo (Morano), no sabemos si es un sinvergüenza y un mentiroso o si está mayor para el cargo

Silvia Franco, Luis Aznar y Juan Morano pulsaron el botón verde -el que consiente el cierre de las minas en la provincia- y para su acto los encerrados solo tienen una palabra: “engaño”. “Los políticos viven de falsas promesas, ya no tienen ninguna credibilidad porque después de ver cómo pasaban la mano por encima de nuestro hombro, nos sentimos defraudados”, asegura Jesús González, uno de los mineros en la institución provincial.

Respecto al supuesto lío que se hizo Morano, quien por la mañana votó en contra pero por la tarde lo hizo a favor, esperan ver por qué opta en la tercera votación que se produce hoy. “No entendemos qué hizo, no sabemos si es un sinvergüenza y un mentiroso o si está mayor para el cargo”, comenta indignado Jesús.

Ninguno de ellos tenía esperanza en que con las votaciones en el Senado se solucionara el conflicto, aunque reconocen que “al no tener nada, te agarras a un clavo ardiendo”. Hoy no ha habido visitas de políticos, menos todavía han aparecido los del Partido Popular. “Mejor que no vengan”, advierten.

El próximo paso es la Marcha Negra que comienza este viernes en las diferentes comarcas mineras y que llegará previsiblemente el 11 de julio a Madrid, una fecha lejana sobre todo para los que están viviendo estos momentos desde el interior de la mina, los siete encerrados en el pozo de Santa Cruz del Sil. “Que se deteriore su salud, provoca más ira, es difícil predecir a dónde va esto, porque no puede ser que haya personas pasándolo tan mal y el Gobierno sea tan indiferente”, apunta Jesús, quien cree que hay que cambiar de estrategia. “No podemos quemar nuestra propia salud, hacernos daño a nosotros mismos porque estos mineros van a tener secuelas toda la vida”.

El único aspecto del martes que consigue arrancarles algo de ilusión es la intervención de las mujeres en el Senado. “Ver esa unión y cómo se desgañitaban sí que anima, son tan fuertes como nosotros”, explica.