Ser chino en León

'Hola León' en chino portada

Marta Cuervo

Hay muchos, pero sabemos muy poco de ellos. La población china en León está muy presente en la ciudad desde hace más de dos décadas, pero su cultura establece una comunidad hermética, a la que resulta muy complicado acceder. La mayoría de los chinos se relacionan sólo entre ellos, tanto a nivel social como laboral, en muchos casos porque se sienten “inferiores” al pueblo occidental, según ha confesado un chino, Wang, que nos ha abierto las puertas de su casa para poder conocer más acerca de sus raíces. El joven, afincado en un pueblo a 30 kilómetros de la capital, también contesta al por qué de muchas de las preguntas que los leoneses nos hacemos: ¿Por qué trabajan tanto? ¿Por qué no hay chinos ancianos? ¿Se come en los restaurantes chinos la carne de otros animales que no aparecen en el menú? Luna -nombre español-, mujer china de unos 50 años, con más dificultades idiomáticas se muestra menos extrovertida que su paisano, pero ayuda a resolver algunos de los estereotipos.

Los chinos somos muy comedidos, muy estrictos y muy metódicos

Wang nos recibe con una amplia sonrisa y un café con leche. Algo impensable en su ciudad, Xian, (capital de la provincia de Shaanxi en China) a las 10.30 de la mañana. “Los chinos nos levantamos a las 6 y desayunamos. Luego comemos a las 12 en punto. Sobre las 18 o las 19 horas ya se cena y, enseguida, a la cama. A las 22 horas en mi barrio chino ya no hay nadie fuera de casa, sólo los dueños de las mascotas que sacan a sus perros a dar el último paseo. Somos muy estrictos y muy metódicos”, comenta.

Se trata de la primera gran diferencia entre las culturas china y española. “En china la vida nocturna no es tan interesante como en España. Los chinos modernos, a partir de la generación de los 80, copian la conducta occidental y sí que van a la discoteca. Pero de mis colegas chinos, pocos, y las hay más grandes que en Madrid”, bromea el joven que apenas llega a la treintena.

Wang aterrizó en España completamente solo hace casi 10 años. Los motivos que le impulsaron a dejar su ciudad natal para pisar suelo español fueron principalmente de estudio, para aprender el idioma. “Llegué a través de una especie de agencia china, que manejaba el papeleo. Solo sabía decir 'hola', 'bien', 'sí', 'buenos días', 'muchas gracias' y 'hasta luego'. Me sentí asustado e inquieto, me costó salir de la habitación una semana, y casi un mes reaccionar con mis compañeros de piso. Pero también estaba muy interesado en conocer, me percaté de que la vida es muy distinta: la conducción, el medio ambiente, la naturaleza”, recuerda.

A veces, la falta de interacción con la sociedad occidental por parte de los chinos tiene su origen en el complejo de inferioridad que sufren

El joven hace mucho hincapié en el medio ambiente. “Acabo de volver de China hace dos meses y ahí la contaminación es horrible. Vives en China un mes, y hay medio que no ves el sol. Cuando alguien vive en un ambiente así con el cielo gris, cuesta respirar. No se ve el cielo azul, y eso te machaca”, explica, confesando que le gusta más la vida en León porque es más tranquila que en una ciudad tan grande como la suya. Habla con sus padres una vez a la semana. “Les llamo con tarjetas internacionales, que ofrecen muchos minutos a bajo coste: 5 euros mil minutos”. La diferencia horaria es de seis horas en verano y de 7 en invierno.

Lo que más le gusta a Wang de León es el Barrio Húmedo. De la comida, los callos y el cocido, pero no soporta los puerros cocidos. “Lo que menos me gusta de León es que hay poca juventud. Me gusta la sociedad leonesa porque es amable, excluyendo a los nacionalistas extremos.

Luna, casada con un leonés, llegó a León hace una década. La primera vez que estuvo en España fue para visitar a una amiga, pero conoció a quien hoy es su marido y dejó China por amor. Ha vivido también en Galicia, y le gusta mucho León. “Soy feliz aquí, y estoy muy contenta con el ambiente y con mi trabajo. Mis jefes son muy amables conmigo”, apunta Luna, que trabaja en un Bazar Chino. A diferencia de Wang, Luna no piensa que exista ninguna barrera entre su pueblo y el español. “Mucha gente se interesa por la cultura antigua China, y por sus monumentos y costumbres”, declara. “Mi marido ha venido a China 3 veces, y mi suegra también”, apunta con actitud tímida.

Aunque algo indiscutible es la discreción que caracteriza a la mujer china. “Los derechos laborales son los mismo para ambos sexos pero, culturalmente, en China hay muchas barreras y cadenas que condenan a la mujer. Según la cultura tradicional china, su principal oficio es el de cuidar al marido, la casa y a los hijos. Pero en la sociedad moderna esto ha cambiado”, explica Wang contundente. Una de las razones, porque la población de los chinos varones supera en gran número a la de las mujeres hoy en día. “En el futuro muchos chinos no tendrán esposa”.

Otra de las características que define a los chinos es que son extremadamente supersticiosos. “Una boda tradicional china es peculiar, dura más que la española. Además, en el banquete, las chinas siempre llevan algo rojo. Los chinos son muy supersticiosos y el color rojo simboliza fortuna y felicidad en su matrimonio. Mi madre me manda todos los meses muchas cosas para que me protejan, condicionadas por mi horóscopo chino. Nací en el año del cerdo, y mi signo occidental es tauro. Ahora los chinos jóvenes tienen los dos horóscopos. Pero en China el horóscopo se mezcla con otros elementos, como una especie de carta astral; el año 83 es el cerdo de agua”, explica Wang.

Los chinos son muy supersticiosos y el color rojo simboliza fortuna y felicidad en su matrimonio

La fecha más importante en la vida de un chino es el año nuevo. “Se celebra en enero, peo no es una fecha fija, cae según el calendario lunar. Por eso a veces se celebra a final de enero, y otras a mediados de febrero”, comenta Luna.

Lo que se dice de los chinos

“El pollo es pollo, y no nos comemos a los abuelos”

Wang combina la comida china y la española. “Hago el pollo al ajillo pero con salsa de soja. Otras veces cocino chino. Me he acostumbrado a mezclar y a adaptar mis platos”.

Uno de los rumores más míticos que circula en cuanto a la comida de los restaurantes chinos es que cocinan la carne de otros animales que no son ni pollo, ni cerdo, ni ternera; por ejemplo de rata, de gato y de otros mamíferos. “En general, los chinos comen normal, como se come aquí. La manera de presentar los platos puede dar lugar a confusiones porque la carne se corta muy fina y se pica, y la gente no lo distingue. También por las salsas típicas que utilizamos, como las de soja, que oscurecen los alimentos. Pero las carnes son la que vienen en las cartas”, defiende Wang con tranquilidad.

La sociedad también ataca mucho a la limpieza de los chinos. ¿No son limpios los restaurantes? “Habrá algún caso cierto, pero de la misma manera que pasa con los restaurantes españoles. Generalmente la cocina de los chinos es limpia, sino Sanidad no permitiría que estuviera abierto. He trabajado en un restaurante chino, y el cocinero después de todo el jornal hacia una limpieza profunda. Estaban preparados para las inspecciones de Sanidad. No, no somos sucios, aunque habrá casos excepcionales”.

Los chinos vuelven a su lugar de origen para descansar, para morir. Aunque de esta costumbre nace el rumor de que nos comemos a nuestros abuelos chinos, bromea Wang

No se ven chinos ancianos por las calles de León, esto es un hecho. “Los chinos vuelven a su lugar de origen para descansar, para morir. Aunque de esta costumbre nace el rumor de que nos comemos a nuestros abuelos chinos”, bromea Wang divertido. “Yo lo uso como broma, cuando tengo un invitado occidental en mi mesa y me pregunta de qué es la carne. 'Es carne de abuelo, a ver si te atreves'. Pero la explicación es mucho más sencilla, no somos caníbales. En China hay un dicho: 'cuando las hojas de un árbol se caen siempre, alrededor del árbol, queda algo. Nosotros somos las hojas, y cuando nos hacemos viejos y nos caemos tenemos que volver a nuestros orígenes. Es la tradición. A los chinos nos gusta morir en el mismo lugar donde nacimos, en nuestro ambiente, rodeados de nuestros familiares y amigos y descansar allí con ellos”.

El negocio de las imitaciones

La fama extendida por el mundo de las imitaciones de los chinos ha estado en numerosas ocasiones en el punto de mira de la justicia. Los chinos son buenos copiadores, con casi réplicas exactas en muchas ocasiones. Wang no entra en detalles sobre el asunto pero su opinión personal es que “no le gustan las copias”, pero “no todo el mundo es capaz de comprar una marca famosa”. “No me parece correcto, porque no es legal y dejan el mercado inestable, en caos. Pero en cuanto a los consumidores no me parece tan mal que tengan la oportunidad de comprar algo por mucho menos dinero”.

'Trabajar como un Chino', dicho popular en España, que no sienta demasiado bien en la comunidad china. “Sí, los chinos son muy trabajadores, pero también conozco a muchos españoles que trabajan muchas horas y muy duro”, se defiende el joven oriental. Pero los chinos no tienen la cultura de las vacaciones, por ejemplo. “En China no tenemos mes pagado de vacaciones. Allí, si no trabajas no ganas nada; el día que no se trabaja no se cobra. Por eso parece que trabajamos más, tenemos otro sistema laboral distinto”. En cuanto a la jornada laboral, también existe diferencia: “8 horas en teoría, pero son más. Según mis colegas, en China, cuando firmas un contrato también firmas una hoja de rendimientos. Si no lo terminas, tienes que hacer jornada extra voluntariamente”, añade.

En China no hay tanto paro, ahora mismo es más fácil encontrar trabajo en China que en España, asiente Wang. Pero la situación está cambiando. “A medida que en China avanza la economía, la mano de obra cuesta más y las empresas internacionales se están trasladando a otros países. Incluso algunas empresas chinas se están marchando e instaurando sus sedes en otros países más baratos. Es lógico. Hay mucha natalidad y cada año hay mucha gente universitaria preparada, por lo que cada vez hay más parados”, analiza Wang que, de momento, y aunque no sabe que le deparará el futuro, ha elegido hacer de España, de León, su hogar.

Etiquetas
stats