La excavación de 60 tumbas de la necrópolis de la Iglesia de San Pedro de Vigaña (Belmonte de Miranda, Asturias), llevada a cabo en el marco de un proyecto de investigación denominado 'La formación del paisaje del Noroeste Peninsular', ha permitido documentar una amplia secuencia ocupacional, desde al menos el siglo VII hasta la actualidad, y ha sacado a la luz un hallazgo excepcional en el panorama de la arqueología altomedieval: un enterramiento con un importante ajuar.
La investigadora principal, la profesora de Historia Medieval de la Universidad de León (ULE), Margarita Fernández Mier, explica que el enterramiento “es el primero de este período que aparece en contexto arqueológico en Asturias y sería el más occidental de la Cornisa Cantábrica”. A pesar de su mala conservación, porque había sido modificado por tumbas posteriores y otras estructuras, presenta una serie de objetos característicos de otras tumbas de este período en yacimientos de Cantabria, País Vasco y Navarra como una espada (scramasax) que iría colocada en su vaina que colgaría de una suspensión de la que se conservan dos pequeñas hebillas, una de ellas de bronce, además de un cuchillo largo y otros objetos de metal.
Este hallazgo resulta de especial relevancia ya que los siglos VI y VII son muy poco conocidos en Asturias, y el hecho de localizar este tipo de ajuar en una zona de montaña abre un amplio abanico de líneas de trabajo sobre la sociedad rural altomedieval y su forma de articulación. Además de este enterramiento, apunta la investigadora de la ULE, se han documentado otros que posiblemente tienen una cronología tardoantigua, así como una amplia tipología de tumbas que pertenecen a un amplio periodo de tiempo, algunas de ellas con cierta monumentalización. Todas ellas permitirán avanzar en la compresión de los procesos de transformación del poblamiento y los espacios sacralizados, así como en el papel que desempeñan las iglesias como centro de articulación territorial en los siglos altomedievales.
Los hallazgos de Vigaña suponen un importante paso adelante en la conocimiento de la historia de las aldeas del norte peninsular. En los próximos meses se continuará con los trabajos antropológicos de los restos exhumados que, tal y como explica Margarita Fernández, “permitirán ampliar la información y obtener una visión más completa de las sociedades rurales altomedievales, tan poco conocidas”.