Estudiantes leoneses haciendo ‘las Américas’

Ical. Pilar Fernández y Juan José González con algunos compañeros de clase con el prototipo del túnel del viento.

S. Gallo / Ical

Hay que remontarse varios años para encontrar el origen de lo que este año ha sido ya una realidad. Por primera vez desde que la ciudad de León alberga una sede de la Universidad de Washington en España varios alumnos leoneses han viajado hasta Seattle, donde han desarrollado el último curso escolar. Hasta el momento, gracias a la colaboración de la universidad americana y la Universidad de León (ULE), alumnos americanos habían estudiado en la capital leonesa, pero este intercambio no se había materializado en el sentido inverso.

En concreto, han sido cuatro los alumnos que han pasado el último año académico en la Universidad de Washington, dos del grado de Ingeniería Aeroespacial y otros dos de Enfermería en el cercano Bellevue College. Todo ello ha sido posible gracias al acuerdo que se suscribió en septiembre de 2012 para que el intercambio en ambas disciplinas fuera posible.

Pero se espera que esto sea únicamente la base de una colaboración cada vez más fructífera. De hecho, ya se está estudiando la posibilidad de ampliar estos intercambios también a otras titulaciones como Informática, Ciberseguridad e incluso Ingeniería Mecánica. Mientras tanto, los alumnos americanos de la Universidad de Washington siguen teniendo en León una buena ocasión para, de forma especial, mejorar sus conocimientos de español. Y como prueba de ello, este próximo verano serán más de un centenar los que lleguen a la capital leonesa con este fin, siempre dentro de la colaboración entre ambas instituciones académicas.

Las primeras experiencias de los alumnos leoneses han sido muy positivas en general. Es el caso de Juan José González y Pilar Fernández. Ambos han estudiado el cuarto año del Grado en Ingeniería Aeroespacial, por lo que a su regreso a España podrán presumir de haber terminado sus estudios y, además, de contar con una titulación por ambas universidades. Para ello es necesario hacer un proyecto para poder obtener el Grado de la Universidad de Washington, además de convalidar las asignaturas y entregar una memoria del proyecto de fin de Grado.

Tanto Juan José como Pilar no dudan en resaltar los beneficios de esta experiencia “increíble e inolvidable”, aseguran, no sólo por disponer de la oportunidad de trabajar en un ambiente internacional, sino por la posibilidad de conocer a gente de todo el mundo, vivir “de forma más independiente” y, por supuesto, la ocasión de mejorar en un idioma extranjero, algo que se presenta como “imprescindible” para acceder al mercado laboral en la actualidad.

Ambos han estado participando en el diseño de un avión supersónico del que se ha construido una versión radiocontrol a escala. “Aún no hemos terminado el modelo definitivo, pero el primer modelo ya ha tenido su vuelo inicial”, reconoce Juan José. Otros estudiantes de último curso han trabajado en el diseño y lanzamiento de un cohete de propulsión híbrida o en el diseño de un satélite, algo que Juan José no duda en afirmar que habría resultado “imposible” llevar a cabo en la Universidad de León, ya que no dispone de los mismos recursos materiales ni económicos.

También Pilar califica el proyecto como “increíble”, además de la posibilidad de haber recibido formación por parte de profesionales de primer nivel en la materia. En este sentido, recuerda la asignatura de Aircraft Design, en la que un ingeniero de la empresa Boeing era el encargado de darles la clase y de aconsejarles en su trayectoria. Y es que en el caso de Estados Unidos, o más concretamente en la Universidad de Washington, las empresas se encuentran “mucho más implicadas” con la educación, algo que queda patente en el hecho de que la propia Fuerza Aérea de Estados Unidos o empresas como Boeing o la Nasa hayan seguido “muy de cerca” su formación, e incluso hayan participado en la financiación del proyecto en el que han tomado parte los dos estudiantes leoneses. “Hay mucho más presupuesto que en nuestras universidades gracias a la participación de inversión privada”, señalan.

También los docentes cuentan “con más recursos”, dado que existe la figura del asistente del profesor, generalmente un estudiante de los últimos cursos o de máster, que recibe una gratificación por llevar la clase junto con el profesor titular. “Gracias a ellos es posible que los profesores lleven una evaluación continua de clases grandes”, añade Juan José, que explica que el trabajo diario tiene un peso mayor que los propios exámenes. “Siempre que trabajes diariamente, es muy difícil suspender”, a lo que hay que sumar que los propios docentes tienen que mantener un nivel de calidad, ya que están obligados a publicar investigaciones o proyectos periódicamente para mantener su puesto. “Eso influye mucho en la calidad y la formación continua”, puntualiza su compañera.

Un modelo diferente

Aunque, como ocurre en todos los aspectos, los inicios generalmente no resultan fáciles, algo que en casos como estos es aún más complicado por culpa del idioma, los profesores se muestran “muy receptores” con los alumnos, en especial con los llegados del extranjero. “Es difícil no seguir el ritmo con tantas facilidades y tanta ayuda”, dice Juan José, que incluso afirma que resultan “más sencillas las clases que en España”. “Lo mejor del sistema americano es la cercanía con el profesorado”, con un ambiente de trabajo “mucho más relajado”, añade Pilar, que aclara que en materia educativa España “no está tan mal”, estima.

Pilar va más allá y apuesta por una educación “perfecta” que sería el resultado de la combinación del modelo español, “excesivamente teórico” con el modelo americano. “Les das un software y un ordenador y te hacen lo que les pidas, pero muchas veces tienen grandes lagunas de base”, dice. De hecho, recuerda una anécdota en la que Juan José y ella tuvieron que enseñar a un compañero de clase a trazar paralelas y perpendiculares utilizando la escuadra y el cartabón.

Futuro incierto

La experiencia para estos alumnos resulta tan recomendable, que no dudan en hacer un llamamiento a aquellos que aún tienen sus dudas a la hora de salir al extranjero. Una vez allí, recomiendan “no perder el tiempo” y saber sacar rendimiento de las vivencias, porque una vez que se regresa a España “se ve todo de otra manera”. En la misma línea, Pilar reconoce haber descubierto “una faceta de mí misma que desconocía” y, en especial, haber dado un giro a su vida en estos nueve meses para “crecer como persona”.

Sin embargo, el futuro no se presenta halagüeño tampoco para estos estudiantes. Juan José ya está pensando en buscar trabajo en cualquier empresa relacionada con el mundo de la Ingeniería Aeroespacial en Europa, y después de haber trabajado un par de años “para saber en qué quiero centrarme”, no descarta estudiar un máster para no dejar a un lado su formación. Aunque todo apunta a que fuera de Estados Unidos, un país en el que hay aspectos que “me hacen posicionarme muy en contra”, Juan José resalta de Seattle que es una ciudad “maravillosa” para vivir.

Pilar, por su parte, finalizará el curso del Grado de Mecánica que le resta todavía para obtener la titulación, aunque el próximo mes de agosto hará prácticas en la Academia Básica del Aire de Zaragoza. Su intención pasa posteriormente por encontrar trabajo, aunque no descarta regresar a Estados Unidos o a un país europeo a estudiar un máster. Y aunque insiste en que ha pasado un año excepcional, y su futuro inmediato en materia laboral apunta a que estará fuera de España, reconoce que su ilusión a largo plazo sería la de poder quedarse en España.

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