¿Dónde se ha metido todo el mundo? (I) El León despoblado en la decadencia del Imperio Romano
Todo el mundo sabe que el origen de León son los campamentos legionarios, primero de la Legio VI Victrix y después de la Legio VII Gemina, que estuvo acuartelada desde el siglo I después de Cristo hasta al menos mediados del siglo III.
El campamento, donde ahora se levanta el Casco Histórico de la ciudad alojaba unos 5.500 hombres. Aunque buena parte se diseminaba por la península en diversas misiones, de modo que en el acuartelamiento habría pocos efectivos en circunstancias normales.
A ello hay que sumar una nutrida población de civiles viviendo cerca, compuesta por familias, artesanos, comerciantes y un elevado número de establecimientos de mala fama (prostíbulos, tabernas y demás) dispuestos a hacer caja con la paga copiosa y regular de los soldados.
Esta gente ocupaba un pequeño núcleo a los pies de las murallas y las calzadas de salida, pero la aglomeración importante era conocida como 'ad Legionem VII Geminam' —es decir “al lado de la Legio VII Gemina”; y no, los romanos no eran nada originales poniendo nombres—, que se ha localizado en la actual localidad de Puente Castro, no muy lejos del cementerio. En años pasados se han descubierto varios barrios muy poblados de esta localidad que debió ser bastante extensa, aunque los romanos nunca la consideraron como una ciudad.
A lo largo de la calzada que iba hacia la meseta, vivía más gente en pequeños núcleos, hasta llegar a la ciudad de Lancia, situada hoy cerca del pueblo de villasabariego. Durante años se creyó que esta ciudad romana se reducía a un cerro sobre las vegas de los ríos Porma y Esla, pero las excavaciones practicadas al realizar la autovía León-Valladolid mostraron que ciudad era mucho más grande de lo que se pensaba y que se extendía por el llano a sus pies, a lo largo de la nada desdeñable extensión de 80 hectáreas.
Entre el campamento de la legión, la población civil de 'ad Legionem', la ciudad de Lancia y los pequeños núcleos que salpicaban la calzada que los unía, debió existir una numerosa población. Es difícil calcular su número y cualquier estimación es mera especulación, así que me ahorraré aportar una cifra que sin duda no va a ser real. De lo que no cabe duda es que hubo una concentración de gente muy importante. Incluso para la época.
Este es, a grandes rasgos, el panorama a comienzos del siglo III después de Cristo, cuando todos estos lugares alcanzaron el máximo de habitantes y su máxima extensión.
Ciudades fantasmas
Cien años después, en el siglo IV después de Cristo, todos estos lugares que hemos enumerado no eran más que poblaciones fantasmas. Sin gente, con calles vacías y edificios en ruinas.
Probablemente la menos fantasmagórica de todas debió ser Lancia. Aunque su población se redujo, siguió habitada los siglos posteriores. En cambio, el campamento de la legión tenía un panorama desolador. Los descubrimientos arqueológicos nos dicen que a finales del siglo III muchos de sus edificios estaban abandonados, lo que terminó en su desplome y así, cuando excavamos los edificios del campamento romano la suerte de su mayoría ha sido su derrumbe, fechado a finales del siglo III después de Cristo. Solo los edificios más sólidos siguieron en pie, como las grandes termas que están bajo la Catedral, por ejemplo, o bien las murallas y sus puertas que debieron mantener una pequeña guarnición.
Encontrar huellas de vida durante el siglo IV en el campamento legionario es harto difícil. A estas alturas se me antoja imposible tras varios cientos de excavaciones practicadas en la ciudad, donde no se encuentran los objetos cotidianos, que la gente usaba y perdía. Ni siquiera su basura, que es el indicio más evidente de habitantes en un lugar.
Se puede decir que durante el siglo IV después de Cristo el viejo campamento de la Legio VII era un lugar fantasma, sin gente, con calles y edificios vacíos, muchos en ruinas.
Y la misma historia se repite en los barrios descubiertos en 'ad Legionem'. A finales del siglo III también se abandonaron y sus edificios se vinieron abajo. Nadie más volvió a habitar entre las ruinas, solo fantasmas de un pasado que no volvería jamás. Si bien, en el campamento legionario es posible que tuviese una mínima guarnición en la muralla, ad Legionem ni siquiera tuvo ese consuelo.
Controversias y contradicciones
Pero construir la Historia no es tan fácil como lo estoy narrando. Muchas veces hay datos discordantes, que tardan años en encontrar un encaje y una explicación verosímil. Y el dato contradictorio está en un texto romano fechado en el siglo IV conocido como 'Notitia Dignitatum Occidentalis', que es una lista de cuerpos militares y mandos del occidente del Imperio.
Este listado afirma que la Legio VII seguía en León y que había otras unidades de infantería más pequeñas (cohortes) distribuidas por el Noroeste hispano, por ejemplo en Paetonio, la antigua Petavonium (Rosinos de Vidriales), Lugo, Brigantium (La Coruña), Iuliobriga (Cantabria) o Veleia (Iruña, Álava).
Sobre este texto hay opiniones opuestas. Desde historiadores que le conceden veracidad, hasta los que creen que es inverosímil. Estos últimos piensan que se trataba de un documento administrativo, poco o nada realista, que daba la apariencia de un gran ejército, pero ocultaba una situación de unidades que existían sólo sobre el papel, pero sin efectivos. De hecho, a comienzos del siglo V varios ejércitos cruzaron los Pirineos y ni la legión o sus cohortes les hicieron frente.
La Arqueología podría bascular la opinión de la investigación, porque en los lugares que alude la Notitia, incluido León, no aparecen hallazgos del ejército romano (armas o corazas) como ocurría en los siglos anteriores. Así que, personalmente me sumo a la opinión de que el ejército romano durante el siglo IV y en Hispania, solo existía sobre el papel. Debieron mantener minúsculas guarniciones en el viejo campamento legionario, en algunas ciudades y poco más
¿Dónde se fue toda la gente?
Al margen de la discusión sobre la veracidad de la 'Notitia Dignitatum', seguimos ante un campamento y su núcleo civil fantasma. Así que se impone la pregunta, porque toda esa cantidad de gente no desaparece de la noche a la mañana. O tal vez sí.
Sobre esta cuestión hemos debatido mucho y sin duda se seguirá escribiendo y debatiendo. Esta narración que les hago en parte es fruto de debates que hemos mantenido y tal vez reabra este espinoso asunto. El problema principal para responder la pregunta es que no disponemos de textos históricos que aclaren qué pasó con el ejército hispano y en concreto la Legio VII Gemina. Sin alguna pista de este tipo, cualquier explicación es, de nuevo, una especulación, por muy argumentada que parezca.
Advertido esto último, mi opinión, estrictamente personal, es que un buen día debió llegar una orden para que la legión se desplazase hacia alguna frontera o alguna guerra, de las que existieron muchas durante todo o el siglo y que se recrudecieron en su segunda mitad.
El siglo III fue un momento de crisis profunda, que es difícil describir en un párrafo. La crisis debió empezar con el deterioro del clima, provocó malas cosechas seguidas y hambre. Muchos pueblos que vivían fuera de las fronteras del Imperio, espoleados por el hambre, trataron de cruzar las fronteras por la fuerza buscando sustento, de modo que durante décadas Roma sostuvo guerras interminables. A veces en varios lugares al mismo tiempo provocando un continuo estado de emergencia. Y cuando no, la inestabilidad política provocaba guerras civiles, durante una etapa de la Historia romana conocida como la Anarquía Militar, en la que pocos o ningún emperador murió de muerte natural.
En estas circunstancias, mantener una legión completa lejos de las guerras civiles o contra los bárbaros no tenía ningún motivo, ni mucho menos pegándose la vida padre en una guarnición de retaguardia, mientras el ejército se desangraba. Más bien al contrario. Sería inexplicable que el ejército no reuniese todos los efectivos posibles para afrontar las situaciones desesperadas en las fronteras germanas o del Danubio que nos cuentan los historiadores romanos.
Por ello pienso que el ejército echó mano de esta legión, que hasta entonces estaba en la reserva. Los legionarios empaquetaron sus pertenencias y partieron hacia alguna guerra lejana, seguidos por un séquito inmenso que siempre ha acompañado a los ejércitos en campaña, compuesto por sus familias, comerciantes y todo tipo personajes de mala reputación que vivían de las pagas. Y se fueron a un destino que desconocemos.
Un segundo gran motivo fue el final de las minas de oro. Después de doscientos años sacando oro, simplemente se terminó. Ningún investigador tiene dudas que la las minas de oro “cerraron” en el siglo III. Otra cuestión es la causa, que ha sido controvertida. Hay opiniones sobre si se agotaron los filones más ricos o los más fáciles de explotar. El motivo por el que se abandonó las Médulas, donde el filón de oro estaba tan profundo que ya no era viable la explotación. Otras teorías que aducen problemas técnicos y económicos que terminaron con las minas del oro.
Sea como sea, las minas cerraron en el siglo III después de Cristo y provocaron un impacto tremendo en todo el Noroeste, que dejó a las principales ciudades reducidas en un tercio de su población y superficie. Algo que nuestros tiempos volvemos a ver y que los geógrafos han bautizado como ciudades decrecientes ('shrinking cities') donde su actividad principal ha desaparecido y la población ha emigrado dejando enormes barrios despoblados, como en el caso conocido de Detroit.
Ciudades romanas, como Astorga o Lugo, se recuperaron décadas más tarde, aunque nunca volvieron a su esplendor pasado. En cambio, la partida del ejército romano no tuvo vuelta atrás y el campamento quedó durante más de un siglo vacío, hasta que volvió a ser ocupado tiempo después. En cambio, 'ad Legionem' desaparecería, incluso su memoria, que no se volvería a recuperar hasta el siglo XX.