Ana Velasco: “Estamos en una revolución en la moda, hacerte tu propia ropa con una impresora 3D”

Ana Velasco, investigadora experta en Moda.

Pedro Mansilla / Agencia ICAL

Las calles de las grandes ciudades se han convertido en auténticas pasarelas de moda. Como si de una escena del film Prêt-à-Porter se tratase, basta con dar una vuelta por cualquier avenida para observar cómo las tendencias han ido construyendo una identidad en la vestimenta, que poco tiene que ver con la alta costura que gobernaba los estilos a principios del siglo XIX. Ana Velasco (Valladolid, 1992) es una experta en moda. Licenciada en Periodismo y graduada en Historia del Arte, esta escritora y profesora de la Universidad Complutense de Madrid ha dedicado su trayectoria a investigar sobre la historia de la moda en España. Con sus novelas se descubre La moda y la prensa feminista en la España del siglo XIX, y se puede viajar De la mantilla al biquini para conocer cómo había evolucionado la industria de la moda española. Con su última obra, Ropa vieja, descubre curiosidades sobre el origen de las prendas que vestimos en el día a día.

¿Qué lleva a una licenciada en Periodismo y Graduada en Historia del Arte a centrar su carrera en el mundo de la moda?

Básicamente, siempre me ha gustado la moda. Yo sentía mucho interés por la Historia y por el Periodismo. Siempre me gustó ser periodista. Pensé incluso ser reportera de guerra, pero lo que me gustaba siempre era la moda. Mi madre siempre comprobaba revistas tipo 'Telva' y recuerdo que de pequeña siempre estaba jugando de pequeña con ropa y la Barbie. Luego surgió internet y veía las fotos de los desfiles en blogs, llego Instagram... y empecé a interesarme más por eso. Cuando llegue al máster me decían que necesitaba especializarme en algo y pensé: ‘Si lo único que sé es de moda, por qué no hacerlo’. Pese a que me rechazaban por qué no era un tema muy universitario, decidí centrar mi investigación en las revistas y la moda. Fue una etapa dura, por qué no sabía muy bien cómo enfocarlo. Me costó mucho encontrar información, pero de ahí surgió el material para el primer libro y posteriormente decidí hacer el doctorado de moda.

¿Qué claves sociales o políticas puede aportar el estudio de la evolución de la moda en un país? 

La moda realmente te deja ver la época, las mentalidades y también la diferencia entre las clases altas y bajas. Hoy en día se viste de forma muy democrática; por ejemplo, todo el mundo lleva vaqueros. Da igual si tú te los compras de las mejores marcas o no, al final son vaqueros, y los llevan hombres, mujeres... Eso no pasaba en épocas anteriores. En el Antiguo Régimen, durante las revoluciones liberales, existían una serie de leyes suntuarias que prohibían al pueblo llevar ropajes o complementos que llevaban los ricos. La gente no las cumplía mucho pero la norma estaba y la idea era que todo el mundo supiese quién era marqués y quién no. El objetivo era que nadie pudiera ocupar determinados puestos en la sociedad que no le correspondía. La moda realmente es un reflejo muy bueno de la mentalidad, de la política, de la situación social, del rol que tienen tanto hombres como mujeres, que es construido, porque vivimos en un mundo donde todo realmente es ritual, desde cómo saludamos a cómo vestimos. Tendemos a pensar que vivimos en un mundo muy natural, pero en realidad todo forma parte de rituales, y la moda lo refleja perfectamente.

¿La moda sigue siendo el primer filtro para ubicar al individuo en el marco social?

Ya no. Piensa en Mark Zuckerberg o en los magnates de internet, que van con chanclas, con una camiseta que probablemente la haya comprado en un supermercado, y unos vaqueros sencillos. Eso impide identificar a alguien dentro de un determinado grupo social. Además está el mundo que refleja Instagram o las redes sociales, donde ves que cualquier mujer puede llevar vestidos de gala, tacones altísimos, se hacen maquillajes muy elaborados, y resulta que todo lo han comprado en mercados muy económicos, aunque parece que hayan salido de una pasarela. Ahora realmente no ubicamos al individuo por la imagen, pero antes sí. La ropa da mucha información, sobre todo a la hora de acceder a determinados puestos de trabajo. Pasa con las fuerzas del orden, hasta hace no mucho tiempo no se podía ser policía si llevabas tatuajes visibles, ¿cómo afectan los tatuajes o similar a la hora de realizar tu trabajo de manera correcta? ¿Y las batas de los médicos y profesores? Resulta que esto tiene un efecto sobre la gente, hace que les consideremos superiores a nosotros. 

¿Es España un país generador de tendencias en cuanto al uso de prendas?

En 2023 no. Hay muchos aspectos en los que culturalmente España sí ha sido importante a la hora de aportar tendencias. El color negro como color elegante, por ejemplo, es un legado español que proviene de la conquista de América. Otras aportaciones españolas, por ejemplo, son el jubón, que era una prenda militar, una chaqueta realmente, y el verdugo, una falda que surge en la época de Isabel la Católica. Ambos son inventos españoles que coinciden además con el periodo de esplendor del imperio y se van a traducir en una serie de tendencias que reciben el nombre de ‘vestir a la española’. Luego hay otra serie de objetos o tendencias como las alpargatas o la moda ibicenca que, aunque es un concepto inventado, sigue teniendo su éxito. Hay una serie de objetos que culturalmente son españoles, y que han dejado su legado a lo largo de la historia, pero hoy ya no tiene tanta importancia porque vivimos en un mundo muy global.

Habla del concepto de globalización en el mundo de la moda. ¿Qué parte de identidad pierde la Sociedad?

La sociedad ya no tiene ningún rasgo de identidad. Actualmente vestimos de forma muy occidental. Hay un mix de influencias de Estados Unidos, Francia, Inglaterra... Es una identidad colectiva basada en una forma de vestir homogénea. Existe una cultura compartida, vivimos en un mundo más global, tenemos la identidad de personas del año 2023. No somos conscientes de ello porque formamos parte de la corriente, pero si lo analizas, verás que todo el mundo viste igual. Esto ya ocurría también en épocas pasadas, pero en un contexto diferente. Ahora que pertenecemos a la corriente global es más fácil de observar.

¿Qué papel cree que ha jugado la industria de la moda en el proceso de emancipación de la mujer?

La moda es un elemento que no ha contribuido precisamente a la liberación de la mujer. A lo largo de la historia, las mujeres de clase alta vestían con una ropa imposible, con la que no podían hacer nada más que exhibirse. En el siglo XIX se ve muy bien, cuando ves, por ejemplo, películas tipo ‘Lo que el viento se llevó’, te das cuenta de que eran ropas imposibles. Lo que ocurre es que desde el siglo XX la ropa ha sido un motor de cambio muy grande. Después de la primera guerra mundial es cuando las mujeres empiezan a vestir de una forma que años antes parecía imposible. El aspecto de la mujer se suma entonces a la democracia. Y claro, llega el pantalón, la minifalda, el cuerpo ya no está prohibido exhibirlo, el bikini... la mujer se desnuda. Hay que recordar que en 1912 muchas iban tapadas desde el cuello hasta el tobillo, no se les veían más que las manos. Eso ha desaparecido en muy poco tiempo. La moda para las mujeres contemporáneas ha sido una forma muy importante de ocupar su lugar en el mundo porque les permite llevar una vida moderna. En los últimos años la industria de la moda ha ayudado más a la emancipación de la mujer de lo que se suele pensar.

Leyendo su última obra ‘Ropa vieja’, sorprende mucho el uso para el que fueron creadas prendas como la bufanda o los tacones ¿Qué otra prenda destacaría que no se esté usando ahora mismo con el fin para el que fue creada? 

A mi juicio quizás, la más curiosa sea el sujetador femenino. Es una prenda que procede del corsé, que tenía que ver con una correcta sujeción y mantenimiento de la postura. Este uso hoy se ha perdido. Antiguamente la gente tenía una forma de vestir, una forma de sentarse, una forma de escribir que era diferente según el país o la clase social a la que pertenecieras. Hoy eso se ha perdido, los sujetadores son prendas con una lectura erótica. Realmente las mujeres piensan que lo llevan por comodidad, pero en realidad no. Y no tiene el sentido que tenían los corsés, que realmente sí que sujetaban la espalda, sujetaban el cuerpo y estaban diseñados para ello. No se llevaban por comodidad. Hoy el sujetador, que es completamente diferente a cómo se diseñó, no cumple esa función. Todo esto se ha perdido, pero nosotras seguimos llevando ese tipo de prendas, sin saber cuál es el origen y sin entender muy bien su función.

Las grandes guerras y Hollywood fueron los principales creadores de tendencias de moda en el siglo XX. ¿Cuáles serían hoy en día esos canales?

Instagram y TikTok, sin duda. El impacto de las pasarelas hoy en día es minoritario. Puedes verlo quizá en las réplicas que hacen las tiendas ‘lowcost’ de esos diseños de pasarela, pero la realidad es que ya no es una inspiración. La gente que trabaja diseñando en grandes marcas también mira Instagram. Es el reflejo de que vivimos en una sociedad muy democrática. La influencia que en los años 70 o 80 podía tener la televisión se ha trasladado a las redes sociales. Ya no son solo entretenimiento, sino que crean un mundo de fantasía. Se convierten en una especie de editorial de moda disponible las 24 horas. Todo el mundo imita eso. Internet, YouTube, Instagram y TikTok han revolucionado la industria de la moda. Todos formamos parte de esa ‘esclavitud’, consultamos las redes muchísimas veces al día, y al final eso se traduce en una influencia directa en la industria de la moda.

Usted habla del paso de Coco Chanel a Amancio Ortega, por ejemplo, a la hora de influir sobre la imagen de la sociedad. Hoy resulta muy sencillo encontrar réplicas de trabajos de grandes diseñadores en cualquier sitio de internet. ¿Qué impacto tiene el desembarco de las grandes tiendas ‘lowcost’ a la hora de crear tendencia?

Si hablamos de Coco Chanel, debemos referirnos a ella como una artista. Tener un ‘Chanel’ es como tener un ‘Picasso’. Ella tuvo mucho interés en proteger sus creaciones, su identidad. Sin embargo Amancio Ortega y sus marcas hacen todo contrario. Dice: ‘Vale esto es lo que se lleva, lo copio y lo pongo barato’. Y claro, te sigue gustando más. Esto es otro escalón dentro de la evolución de nuestra sociedad con respecto a la moda. Recuerdo haber visto la serie de ‘Las Kardashian’ y ver a Kanye West contar cómo comenzó a diseñar su marca de zapatillas. Y dejó una reflexión muy curiosa, que relacionaba las tendencias de moda con el impacto de internet y la propiedad intelectual. No nos damos cuenta de que estamos en la antesala de una revolución, que llegará cuando tú puedas hacer tu propia ropa en casa con una impresora 3D. Vas a poder hacer un escaneado de una imagen, imprimirte tu propio tejido y tener los diseños de moda directamente en tu casa. Esto tiene sus desventajas porque generaremos muchos más residuos. Pero, por otro lado, permitirá que todo el mundo acceda a las tendencias en ropa y complementos sin tener siquiera que acudir al comercio online ni de saber coser. El debate entonces será otro: ¿De quién son las cosas en Internet?

La influencia ahora es más grande, a todos los niveles. La cultura, la música en general… todo se ha vuelto un producto de consumo. ¿La moda también?

Sí. La moda es un producto de consumo al que se ha unido el concepto de la moda rápida, de usar y tirar porque es barata. No somos conscientes de que toda prenda de ropa que tenga una costura la ha cosido alguien. Detrás de cada prenda hay fábricas inmensas, principalmente llenas de mujeres, trabajando en condiciones lamentables, para que luego tú te compres una camiseta por cinco o diez euros. Al final es algo tan económico que ha conseguido que la ropa se haya convertido en un entretenimiento, sobre todo para las mujeres. No pensamos que la industria de la moda es la más contaminante del mundo después de la química. El volumen de consumo es brutal, en tintes, en agua... Para hacer unos pantalones vaqueros, por ejemplo, se necesitan 12.000 litros de agua para producir la tela. Es brutal el consumo que genera y cómo nosotros lo consumimos tontamente sin pensar en ello. Es la mejor versión de la hipocresía del ser humano. A todos nos preocupa el cambio climático, hasta que nos afecta a la hora de realizar una actividad. 

¿Qué aportaciones ha dejado Castilla y León a la moda a lo largo de la historia?

Una muy importante son los chapines. Un tipo de zapato de tacón, con algo de plataforma, al que durante muchos años se atribuyó un origen veneciano y que sin embargo es castellano, por que es aquí donde se ponen de moda. Los chapines se difunden a partir del siglo XIII, incluso antes, por toda Europa. Otra aportación puramente castellana es el verdugo. La falda armada que surge durante el reinado de Enrique IV y su mujer, Juana de Portugal. Decían que las mujeres que llevan verdugos probablemente fuesen infieles a sus maridos porque como no se sabía si estaban embarazadas o no debido a las dimensiones de esa prenda, ellas eran libres de hacer lo que quisieran, y si llevaban el verdugo, los hombres pensaban que esas mujeres estaban dispuestas a ser infieles a sus maridos. Eso fomentaba la lujuria. Por eso se prohíbe en las Cortes de Valladolid. Años después se volvió a poner de moda y ha perdurado hasta nuestros días. Estos son dos elementos, uno castellano un poco entre comillas y el otro plenamente castellano, que han sido importantísimos en esta materia.

La moda se creó para ser vista. ¿Pero puede llegar un momento en el que la industria se centre únicamente en la ropa interior, lencería y demás prendas al tratarse de algo menos visual? 

Sí. De hecho ya está ocurriendo. La ropa interior tiene su sentido, antes se usaba sobre todo como protección de la ropa, porque el cuerpo es sucio. La ropa es cara y el cuerpo sucio, entonces, el objeto de que tú pongas capas entre tú y la ropa buena es proteger precisamente las ropas visibles. La ropa interior tiene una función claramente utilitaria. Hoy ya no es así. Ahora tenemos las marcas de lencería que se dedican a sujetadores y bragas de fantasía. Hay que entender que cuando todo el mundo lleva pantalones vaqueros y una camiseta, que es lo que llevamos prácticamente todos los días, la moda o el lujo va por otra parte, y una de las partes es la ropa interior, que es un aspecto que se cuida y se trabaja especialmente. La moda al final se cuela por sitios donde no esperabas, la ropa interior es uno, el maquillaje es otro, el pelo... No es solamente comprarse ropa, hay otros factores que influyen, como por ejemplo cómo te sientas, cómo andas, el tipo de zapatos que llevas... En una sociedad tan homogénea como la actual, lo que no se ve, cobra aún más importancia.

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