'Agua Libre'

Javier M. Seisdedos

Nuestro cuerpo está construido para vivir en un mundo de supervivencia y pese a que la naturaleza es dual y la vida y la muerte se debaten en eterna pugna, siempre, a través de la transformación continua de la vida, surge de nuevo el renacimiento permanente. Nuestros antepasados conocían estos ciclos vitales y por ellos se regían, sus tradiciones, cultura y forma de vida estaba completamente unida a los elementos, que para ellos eran sagrados y los consideraban de esta forma, ya que su papel fundamental era proteger y cuidar el equilibrio natural de la Tierra Madre. Ellos sabían que su cuerpo estaba construido de tierra, que su sangre era como el agua, que el aire era su aliento y que su espíritu era su fuego interior. Y de esta cosmovisión pudieron nutrirse y vivir durante mucho tiempo, es curioso como culturas cercanas a nosotros, la de los Iberos, pasando por la de las grandes civilizaciones de América, o tan lejanas y distantes en Australia, coincidieran en lo esencial. El respeto a cualquier forma de vida, mineral, vegetal y animal. Se les hacía recordar siempre, desde niños que si este orden natural se rompía, ellos sufrirían esas mismas consecuencias.

Y la vida se fue sucediendo en equilibrio perfecto hasta hace tan solo trescientos años que comenzó la mayor locura jamás imaginada. La revolución industrial, el hombre piensa y está convencido de que la naturaleza y sus recursos le pertenecen y puede disponer de ellos a su antojo.

La joya Azul ,como es conocido por muchas de estas culturas, nuestro planeta, está compuesto fundamentalmente por agua en más de un 70%. Así es el diseño perfecto de nuestro cuerpo, tiene las mismas dimensiones exactas. Somos agua por tanto y estamos rodeados de este elemento por dentro y por fuera. En las culturas ancestrales consideraban al agua, como la sangre del planeta, por eso para ellos era un deber sagrado cuidar y proteger cualquier fuente, arroyo, río, lago, al agua la consideraban un ser vivo, que piensa y siente, y tenía inteligencia propia, sus cualidades eran poderosas. Pureza, claridad, transparencia, sanación, transmisora y receptora de emociones, caudal inmenso de vida. Pero existía una cualidad por encima de todas y que representaba la esencia del elemento agua como ninguna.

La revolución industrial, el hombre piensa y está convencido de que la naturaleza y sus recursos le pertenecen y puede disponer de ellos a su antojo

La libertad.

El agua fluye libre no tiene dueño, no se puede poseer, se nos escurre por nuestras manos, surge de las entrañas de la Tierra y se transforma en mares y océanos, su inmensidad hace que nos sintamos muy pequeños, según cuentan leyendas legendarias en diferentes culturas, hubo el tiempo del gran diluvio, donde la Tierra quedo sumergida incluyendo toda la vida que el ser humano construyó. El agua nos recuerda, que poco muy poco podemos hacer ante su inmenso poder. Recientemente hemos podido comprenderlo con los tsunamis del océano Indico o en Japón. Entonces, solo entonces nos damos cuenta en ese inmenso desastre humano y material, que la tierra y el agua, nos hablan, de que si rompemos los equilibrios de vida del planeta, sufriremos las consecuencias de nuestras decisiones y de nuestros actos. Nunca como antes en la historia de la humanidad hemos provocado por causas no naturales, tantos desastres. Antiguamente se podía beber agua de cualquier río, en estos momentos en nuestro país, existe un pequeño río en Navarra donde el agua es pura y limpia en algunos tramos de su recorrido. El 97,5 del agua que existe en el planeta no es potable, aunque muchos piensen que es un bien infinito, tan solo el 2,5 si lo es. Es un dato demoledor , que nos ha de hacer pensar en profundidad, que camino tenemos que tomar y en sus consecuencias para el presente y el futuro.

Nosotros hemos podido conocer y reconocer el alma del agua a través de la cultura que en los pueblos de la Ribera del Órbigo han trabajado y construido durante siglos . Esta tierra ha sido generosa con sus pobladores, ha germinado una cultura unida al poder del río, que ha dotado de vida y alimento a muchas generaciones. Aún quedan reminiscencias de esta forma de vida en tradiciones y la forma de entender la vida. En épocas de hambrunas el río quito mucha hambre, los peces saciaron a mucha gente, las aguas de estos lugares siempre fueron generosas con ellos, porque sabían que existía un respeto sin fisuras.

Pudimos ver y emocionarnos en el lugar exacto donde un nuevo río nace de la unión de otros dos, como es el caso del nacimiento del río Órbigo fruto de la unión del río Omaña y el río Luna.

Hemos podido hablar con gente que ama el río y la vida que fluye en su entorno, hemos pisado lugares sagrados, naturaleza viva que aún rezuma de libertad y de aíre puro. Con artistas y pintores que se han inspirado en los bellos paisajes y aguas del río de la vida, con agricultores que aman y respetan esta tierra, que les saco de la pobreza y les aupó hacia la prosperidad familiar, gracias al lúpulo, el Oro del Órbigo.

Hemos vivido de primera mano , tradiciones y fiestas que se remontan a un imaginario colectivo muy antiguo.

Tierra rica en sus entrañas, aquí se encuentran en estos parajes, una de las mayores explotaciones de oro. Fueron los romanos los que dispusieron de miles de vidas de seres humanos para excavar y extraer miles y miles de toneladas de oro para saciar de poder su vasto imperio.

Hemos comprendido la fusión de paisaje y paisanaje y la voz de los pueblos, el día 6 de diciembre de 2015 cuando toda una comarca unida grito que no querían agua artificial construida en zonas y parajes sagrados. El agua es libre y existen formas de encauzarla para que riegue los campos. Cuando perdimos la conexión con el agua, el hombre comenzó a construir con cemento lugares muertos con agua estancada y vacía, llevándose por delante pueblos, culturas y naturaleza.

Queremos que este grito al unísono realizado por las gentes del Órbigo, resuene en las conciencias de los políticos, de las administraciones y organismos competentes que gestionan el agua en nuestro territorio, que es el de todos, ya que ellos deben respetar el sentir y las decisiones del pueblo.

El tiempo de los pantanos se ha terminado, ninguno más en ningún pueblo de la Tierra.

Y si continua nuestra terquedad, el agua y su poder se encargaran de nuevo de recordarnos que el poder no lo tenemos nosotros y que si rompemos el equilibrio sufriremos las consecuencias. En nuestra provincia lo hemos podido comprobar este año de forma clara, después de tantos días de lluvia incesante, los pantanos quedaron colapsados de agua que fue saliendo sin control inundando los campos cultivados en diferentes zonas de nuestra provincia.

Es un momento idóneo para refrescarnos de agua pura y libre, para entender este tiempo de cambios, para bañarnos en las aguas frías y puras de nuestras fuentes y sentir como el agua nos acaricia dotando a nuestro corazón y nuestra mente de claridad. El agua nos ama y nos lo ha demostrado durante millones de años.

Nosotros nos hemos llenado de la energía del agua a través de las personas que habitan estos pueblos del Alto Órbigo, junto a ellos hemos comprendido que cuando el ser humano ama al agua, esta le da todo, a cambio le pide solo una cosa, que nunca olvide su origen...

Somos agua, pura, clara transparente.

El agua nos recuerda nuestra mayor cualidad, que es la que ella posee en origen... La libertad. Ahí reside 'El Alma del Agua'.