Los vaqueros vuelven a casa

S. Gallo/Ical

En primavera y verano hacia los pastos de la comarca de Babia, en León, y en otoño e invierno en sentido contrario, hacia lo que se denominada 'La marina', es decir, la zona más próxima al mar. Era el recorrido que cada año hacían los vaqueros de alzada con su ganado y con 'la casa a cuestas', en busca de los mejores pastos con los que criar a su ganadería. Aunque esta forma de vida no puede darse por desaparecida en el límite entre León y Asturias, la manera en la que la llevan a cabo las pocas familias que aún la practican, ha cambiado enormemente y ahora se realiza con unas comodidades hace años impensables.

Precisamente como homenaje y recuerdo a estas gentes, que se dedicaron a la que ha sido, e incluso podría decirse que sigue siendo, la forma principal de vida en las zonas limítrofes entre ambas provincias, el Ayuntamiento de San Emiliano de Babia y otros cinco ayuntamientos asturianos decidieron recuperar esta tradición, aunque fuera de manera simbólica.

Por eso, este domingo ha finalizado en Torrestío esta iniciativa, en la que casi 200 personas iniciaron el pasado viernes la marcha desde Santullán de las Regueras, en Asturias para, a lo largo de tres jornadas, realizar el recorrido más frecuentado por los vaqueros de alzada. Muchos de ellos lo han hecho a pie, otros en caballo y los menos valientes o condicionados por otras circunstancias, en autobús o en coche particular.

Todos ellos pudieron conocer el duro recorrido que se realizaba, a pesar de que los medios disponibles en la actualidad, además de las condiciones y posibilidades existentes, son mucho más avanzadas que las de la época. De hecho, los vaqueros dedicados a esta materia, habitualmente tenían una doble vida, con una vivienda en Asturias y otra en Babia y cuando llegaba el momento de viajar para buscar los mejores pastos, se movían “con la casa a cuestas”, reconocía el alcalde de San Emiliano, Basilio Barriada.

A día de hoy, apenas cinco o seis familias continúan con esta forma de vida, aunque de manera “cómoda”, con buenos animales y con un transporte en vehículos a motor, y no en carros como antiguamente. “Ha cambiado muchísimo”, insiste Barriada durante un descanso en la localidad de La Focella, en Asturias, de la dura jornada dominical de la que aún restan nueve kilómetros con una importante ascensión para los valientes que todavía tienen fuerzas para finalizar a pie el recorrido.

Muchas historias de recuerdoCarlos S. Campillo / ICAL Participantes en el acto de reconocimiento de los vaqueros de alzada, un modo de vida tradicional en el que los ganaderos y sus familias se desplazaban con sus reses hacia zonas del centro y la costa asturiana

A sus casi 85 años, Manuel Álvarez está considerado como el vaquero “más viejo”, como él mismo reconoce. Tiene muchos recuerdos de esta época, muchos también ligados al momento de la Guerra Civil Española, cuando contaba con 9 años e iba a Llanera con el ganado. “Íbamos dos días, y si traíamos terneros, hacíamos dos noches en Proaza y Teberga”, antes de continuar por el puerto de Ventana, límite entre ambos territorios. Sin embargo, la modernización también llegó a esta profesión, que rápidamente introdujo los camiones para transportar el ganado de forma mucho más cómoda. “Yo vine a Torrestío hasta los 14 años, luego no quise venir más”, recuerda.

Quien sí continúa ejerciendo la profesión de vaquero es José Ramón Suárez, quien a sus 62 años aclara que este trabajo es “ahora paz y después gloria”, dado que en las últimas década si algo ha marcado a la ganadería es “progreso, progreso y progreso”, algo que lamentablemente va unido al “abandono”. Suárez reconoce que es algo que ha vivido “desde la cuna”, ya que también sus padres y sus abuelos se dedicaron a la trashumancia.

Aunque la forma de trabajo de sus antepasados la recuerda por lo que le contaron, explica que se salía de Las Regueras para llegar a Proaza y Caranga, donde recuerda la capilla de 'Los Remedios', donde dormían antes de continuar el camino al día siguiente. “Es una cosa que tiene que gustar, como toda profesión”, sonríe.

A día de hoy, José Ramón dispone de unas 70 reses de vacuno que son trasladadas de manera muy diferente a la de hace años. “Nos las coge un camión en Las Regueras y en poco más de una hora están en la provincia de León”, indica. A pesar de esta cierta comodidad que se tiene en la actualidad, el futuro no parece asegurado. “Si paro yo, mañana carpetazo. Hay que esperar a la jubilación”, dice. Y es que sus dos hijos se dedican a la industria y su sobrino también trabajo en Ibiza.

Si alguien escenifica a la perfección la dureza del trabajo de vaquero es Selita, de quienes más de uno de los participantes en esta ruta de los vaqueros de alzada reconoce que “es una auténtica todoterreno”, porque a sus 77 años pretende continuar con el recorrido a pie hasta el final, a pesar de su dureza, a pesar de las recomendaciones que se le hace mientras disfruta de un bocadillo de chorizo para reponer fuerzas. No olvida tampoco la posibilidad de recolectar moras y recoger las preciadas setas de San Jorge por el camino.

Acompañada por su hija Jaqueline, recuerda sus orígenes en un pueblo cuyo nombre significa 'Braña de invierno' porque era donde iban todos los vaqueros en invierno. Pero con el tiempo, se deshizo “entero” y ahora ha sido sustituido “por un campo de golf y actividades de aventura”, lamenta. Selita no puede evitar el criticar la desaparición de una actividad como la ganadería “para meter esto” y explica la labor que ha vivido “toda la vida”, cuando viajaban “con gallinas, ovejas, caballos y cerdos, desde Asturias a Torrestío”. A pesar de todo ello, “hoy nos tienen arruinados”, rechaza.

Continuidad

Este año se ha decidido llevar a cabo esta iniciativa que se pretende que pueda continuar en ediciones posteriores. “Queremos dar gratitud a la gente que pasaba por estos pueblos y a quienes desinteresadamente les daban apoyo”, insiste Barriada. Por eso, no se descarta la posibilidad de potenciarlo también con la puesta en marcha de una ruta turística habilitada para ello. De hecho, el año próximo ya se piensa en la posibilidad de poder repetir la iniciativa, aunque “en sentido cotrario” y en los meses de otoño.