Con los ojos humedecidos y la voz entrecortada, Tomás Mateos, uno de los íntimos amigos de Adolfo Suárez desde la infancia, recuerda una de las tarjetas de presentación que utilizó toda su vida Adolfo Suárez: “Soy de Cebreros... el hijo de la Herminia y el nieto de la tía Josefa. El ex presidente nunca renegó de sus orígenes, al contrario, siempre ejerció de abulense y, sobre todo, de cebrereño. Al margen de ideas políticas, Adolfo Suárez ha sido el político que más ha hecho por nuestro pueblo y en eso creo que todos estamos de acuerdo”, sentencia este contemporáneo del expresidente.
Aunque es cuatro años mayor que Suárez, la vecindad les sirvió para ir estrechando unos lazos que se consolidarían mucho más gracias a la política. En 1971 Suárez ganó las elecciones a procurador en Cortes por el tercio familiar, y ese mismo año Tomás, también por el tercio familiar, fue elegido concejal de Cebreros.
Desde entonces, la amistad fue estrecha y los encuentros se repitieron en numerosas ocasiones. “Para mí, pero también para cualquier vecino, siempre tenía un hueco estuviera donde estuviera. Una de las muchas virtudes de Suárez es que a lo largo de toda su vida, e independientemente del cargo, siempre fue el mismo: una persona simpática, afable y con un carisma fuera de lo normal. Si te miraba a los ojos te hipnotizaba, pero si te ponía la mano en el hombro, te absorbía”.
El último encuentro de Tomás y Adolfo tuvo lugar en la boda de la hija de José María Aznar en El Escorial, en septiembre de 2002. “Dada la cercanía y sabiendo que estaba invitado al enlace, decidí acercarme. Me coloqué detrás de una valla con tan buena suerte que a la salida de la misa Adolfo, acompañado por su hijo, pasó cerca de donde yo estaba. Le llamé y rápidamente se acercó. Tuve la suerte de poder charlar un rato con él y fue como siempre, como si nos encontráramos en la plaza de Cebreros. Allí, a la puerta del monasterio, fue la última vez que pude charlar con el presidente. Desgraciadamente, poco después Adolfo comenzó a sufrir los primeros síntomas de esa terrible enfermedad”.
A la misma puerta de la casa natal de Suárez, las anécdotas se suceden en la mente de Tomás. “En una ocasión, siendo gobernador civil de Segovia, gastó a mi hermana una broma que siempre recordaré. Sabiendo que ella acudía a un mercado segoviano a vender fruta, un día ordenó a la Guardia Civil su detención. Los agentes no fueron capaces de explicarle a mi hermana de qué se la acusaba y el mal rato sólo acabó cuando la llevaron hasta su despacho. Como no venías a verme, pensé que esta era la mejor forma de saludarte, fue lo primero que la dijo Suárez”.
Pero aunque los buenos momentos fueron muchos, Tomás no olvida el dolor de los últimos años debido a esta “cruel enfermedad” y otros tristes episodios. “Nunca poder borrar de mi mente la noche del 23 de febrero de 1981 y el intento de golpe de estado que encabezó Tejero. Aquella larga noche tres familias del pueblo la pasamos juntas. No fueron momentos fáciles para nadie. Suárez logró muchos triunfos en su vida, pero seguro que a partir de ahora se le reconocerán más. Creo que España sigue en deuda con él”, sentencia su amigo Tomás Mateos.
Infancia
Pero Tomás no es el único cebrereño que compartió muchos momentos con Suárez. Jesús Rodríguez, nacido como el ex presidente en 1932, fue también compañero de juegos. “Sobre todo en verano, pasaba larga temporadas en casa de su abuela y jugábamos a lo que todos los niños: al mixto (escondite), a coger nidos de las olivas y también al fútbol, aunque sólo teníamos una pelota de trapo. Entonces había más disciplina y cuando hacíamos alguna trastada nos colocaban en fila... ya sabíamos lo que nos esperaba”.
La familia de Suárez, una de las más pudientes del pueblo, se dedicaba, como la mayor parte de Cebreros por aquellos años, al vino. Al lado de su casa, ubicada ahora en la calle que lleva el nombre del primer presidente del Gobierno de la Democracia -antes fue calle del Puerto y después de Calvo Sotelo- su familia tenía una fábrica de anís y aguardiente. Allí nació y pasó los primeros años de su vida Suárez, y allí siempre regresó.
Enrique Alonso, otro contemporáneo del ex presidente, recuerda que era una persona vitalista y que siempre emanaba alegría. “Siempre recordaré cuando ya de mozo llegaba al pueblo en el coche de línea para pasar las fiestas. Aparecía siempre impecable, con unos pantalones blancos radiantes y siempre tenía un saludo y una palabra amable para todos los vecinos con los que se encontraba. Es más, a las vecinas de la tía Josefa las saluda una por una en sus casas. Con ese porte, la verdad es que a más de una chica la traía de cabeza”.
Pero además de Tomás, Jesús y Enrique, todavía son muchos los cebrereños que recuerdan la fiesta que se celebró en el pueblo a primeros de julio de 1976 cuando el rey nombró a Adolfo Suárez presidente del Gobierno, o el histórico mitin ofrecido por Suárez casi un año después en Cebreros y con el que abrió la campaña electoral de la elecciones generales de 1977, los primeros comicios democráticos que se celebraban en España después de 40 años. Adolfo Suárez, como cabeza de lista de la Unión de Centro Democrático (UCD), obtuvo la victoria con 166 escaños, seguido del Partido Socialista Obrero Español, encabezado por Felipe González, con 118 escaños. El Partido Comunista de España, liderado por Santiago Carrillo, fue la tercera fuerza política con 20 escaños.
Pero como buen cebrereño y fiel a sus profundas raíces religiosas, Suárez también fue un asiduo a la romería de agosto en honor de la Virgen de Valsordo, fiesta a la que asistía siempre que podía. Siendo gobernador civil de Segovia, en 1968, llegó a pagar 100.000 pesetas por un banzo de la Virgen en la subasta, recuerda Enrique.
Familia
La familia siempre tuvo una vital importancia en la vida de Adolfo Suárez. “Desde niños estuvimos muy unidos y las vacaciones y el verano eran los momentos de juntarnos todos en casa de los abuelos”, recuerda Pilar García, prima hermana de Suárez y cuatro años menor que él.
Además de los lazos familiares, el expresidente mantuvo una relación especial con Pilar, que durante 18 años, repartidos en dos etapas: entre 1979-1985 y 1995-2006, fue alcaldesa de Cebreros. “Teníamos un poco de enchufe y entonces llegaron a Cebreros inversiones tan importantes como el centro de formación profesional o el centro de salud. De todas formas, la verdad es que tampoco podemos hablar de un favoritismo descarado. Suárez siempre fue justo y equitativo y recibimos el mismo trato que localidades de características similares”.
Sobre el proyecto con el que se quiso instalar un centro penitenciario en el municipio y que acabó dividiendo al pueblo tras un referéndum, la exalcaldesa asegura que “Suárez siempre estuvo al margen de este proyecto”.
“Su espíritu de concordia hizo posible que nuestro país viviese de una forma pacífica el paso a la democracia y que todas las sensibilidades políticas se sintiesen representadas. Su principal objetivo y por el que luchó siempre fue la reconciliación, algo que, sin duda, logró. Sin embargo, desde mi punto de vista, su figura ha pasado de una manera más bien discreta por nuestra historia reciente y no ha recibido todos los homenajes que su trayectoria merecía. España está en deuda con Suárez”. De todas formas, y cómo una de las principales virtudes de Suárez, a parte del carisma, era que sabía perdonar a todo el mundo, estoy segura que mi primo no guarda rencor a nadie“, asevera Pilar García.
Su museo
Por otra parte, desde 2009, Cebreros recuerda la figura del expresidente con el Museo de Adolfo Suárez y la Transición, espacio que contó con una inversión de 2,3 millones de euros -aportados por la Junta de Castilla y León, el Asocio, el Ayuntamiento de Cebreros, con medio millón de euros cada una, y la Diputación de Ávila, con 800.000 euros-.
El contenido, que cuenta con imágenes de televisión, audiovisuales, testimonios de políticos, objetos de la época -desde escaños del Congreso de los Diputados hasta un Seat 600-, se estructura en cinco bloques temáticos, comenzando por 'La historia del siglo XX hasta la muerte de Franco, y prosiguiendo con 'De la proclamación del Rey hasta las primeras elecciones', 'De las primeras elecciones hasta la proclamación de la Constitución', 'De las primeras elecciones constitucionales hasta la consolidación del proceso' y, finalmente, un bloque dedicado al ex presidente del Gobierno y titulado 'Suárez, el hombre'.
El edificio que alberga el museo, la Iglesia Vieja de Santiago, fue construido en la segunda mitad del siglo XIV, y posteriormente reconstruida en el siglo XV, ha tenido, a lo largo del tiempo diferentes usos, desde iglesia en fuerte, cerradero de ganado, escuela y cementerio, hasta convertirse en un espacio urbano de esparcimiento.
Tras un profundo proceso de reconstrucción y transformación, quedó convertida en un amplio museo de 700 metros cuadrados de superficie expositiva, que cuenta con 15 audiovisuales, una sala de proyecciones, siete cabinas, cinco espacios de sonido, 350 fotografías, facsímiles y paneles, audioguía para invidentes, biblioteca, tienda y un espacio ajardinado.