Sobre la culpa colectiva y el estado de ánimo
El tema de Gaza no mejora. De hecho, empeora a marchas forzadas y por esa costura se nos va el relleno del derecho internacional y de cualquier posible solución negociada para otros conflictos.
Yo tengo muy claro que una cosa son los judíos, otra los sionistas, y otra el estado de Israel, aunque los segundos y los terceros suelen ir de la mano. No junto a unos con otros, como no junto a los alemanes con los nazis, ni a los vascos con ETA. Me parece una injusticia y una soplapollez.
La cuestión, no obstante, es que a los alemanes se les ha aplicado durante décadas la teoría de la culpa colectiva, porque decían sus enemigos que todo un pueblo miró para otro lado, o apoyó en las urnas a un gobierno criminal. Y me temo que los judíos van por el mismo camino, si se sigue considerando que Israel es su estado nacional. Por supuesto, mucho más los israelíes. Y ahí está la pregunta que se han tragado tanto tiempo los alemanes: ¿Es culpable un país entero cuando un Gobierno, elegido por amplia mayoría, comete atrocidades? Me parece dudoso, como me lo pareció siempre, pero el estado de ánimo colectivo a veces indica que sí, que existe esa culpa colectiva.
Y ese es el peligro más grave de lo que está sucediendo: cada vez veo a más gente cuyo estado de ánimo del momento le impide considerar a los judíos, en general, como víctimas de nada. Es una posición injusta, porque los judíos, a lo largo de la Historia, han sido reiteradamente víctimas de muchas cosas, todas horribles, pero también es comprensible que esa imagen se deteriore a la vista de lo que parte de ellos, los más nacionalistas, están haciendo en estos momentos en Gaza. Es duro, pero creo que Netanyahu está rehabilitando a Goebbels delante de nuestros ojos.
Cada vez que se castiga o se cancela a alguien por condenar el genocidio de Gaza, se le está dando la razón al propagandista nazi cuando decía que un judío americano defenderá antes al judaísmo que a América, porque su dinero está en un sitio y su corazón en otro. Los judíos españoles que yo conozco aplauden al Madrid y al Barça cuando juegan contra el Maccabi, pero sé de sobra que, en estos momentos, hay muchos que se alinean con Israel antes que con su propio país, y esto es terriblemente peligroso. Por el estado de ánimo que genera. Por el síntoma. Por la fiebre, señal de una enfermedad más profunda. Y no es el antisemitismo del que lo observa, sino por el regreso del modelo goebbelino del traidor universal, el que tiene una patria en el pasaporte y otra en el corazón. Como cuando los católicos apoyaban al Papa antes que a su rey.
Un mal asunto que no se va a lavar en cuatro días. Ni con cien películas del Holocausto. Ni con nada.
Un asunto terrible.