Gistredo en peligro

Una panorámica de la Sierra de Gistredo.

Energía limpia sí, pero no en cualquier lugar ni al precio que sea, eso no, porque existen espacios que ya hace tiempo deberían haberse protegido. Este es el caso de la Sierra de Gistredo en el Bierzo Alto, con la importancia de su fauna (oso pardo, rebeco, liebre de piornal, águila real…), su flora (brezo, arándano, gistra…), su patrimonio natural (glaciares rocosos fósiles, castros prerromanos y romanos…), aparte de su belleza paisajística al ser una zona de transición entre la región eurosiberiana y mediterránea, lo que condiciona la existencia de su gran complejidad. Esta es la tesis.

Por tanto, hemos de ser conscientes de lo que deseamos realmente para nosotros y las futuras generaciones, si queremos dejar a nuestros descendientes un mundo mejor. Soñemos al menos con un mundo mejor. Sigamos soñando, con ilusión, con empatía, esto es, poniéndonos en el lugar del otro, con lo cual no tenemos el derecho a hacer aquello que irremisiblemente acabará perjudicando a las generaciones venideras, incluso a las actuales.

Seamos conscientes de la importancia del entorno natural privilegiado en el que vivimos. No lo alteremos ni lo destruyamos porque también nosotros nos destruiremos.  El ser humano es reflejo del lugar en el que vive, es el espejo en que mirarse.

La Sierra de Gistredo, que atesora un gran valor ambiental –con picos extraordinarios como Catoute y Valdeiglesias… y singulares poblaciones como Primout, Colinas del Campo, Urdiales de Colinas o Los Montes de la Ermita–, debe estar protegida. En realidad, tendría que ser un parque natural o formar directamente parte de la Reserva de la Biosfera del valle de Laciana, porque es una prolongación natural, donde habita el oso pardo y el urogallo, además de otras especies animales. Por su localización, la Sierra del Gistredo se convierte en un importante punto de conexión geográfico y genético de especies tan delicadas y exigentes que sólo se encuentran en la Cordillera Cantábrica, algunas gravemente amenazadas en su supervivencia, como son el oso pardo cantábrico, el urogallo y la perdiz pardilla, además de habitar con otros pequeños mamíferos como el desmán ibérico y poblaciones de murciélagos forestales muy amenazados como el murciélago ratonero forestal y el murciélago barbastela.

Por otro lado, el tan cantado turismo rural dejará de tener sentido porque los visitantes desean encontrarse con espacios rurales que no estén alterados ni contaminados con palas eólicas gigantes, que espantan a cualquier bicho viviente, aparte del destrozo que causa un macro-parque eólico con las rutas/brechas que se derivarían del mismo, cual si fueran autopistas. En cambio, las instituciones gubernamentales de todo tipo son incapaces de ofrecernos vías de comunicación con territorios vecinos como Asturias. Si es que seguimos viviendo en un país esperpéntico, donde lo que se premia es la chapuza y el interés de un gigante que acabará devorando, como Saturno a su hijo, a todo un territorio.

Sorprende que hace años, allá por el 2014, a través de la Plataforma por la Defensa de Gistredo y SEO/Birdlife se logró anular el proyecto de parque eólico Quintana en esta misma zona porque este parque afectaba gravemente a una sierra calificada como Área Importante para las Aves y la Biodiversidad (IBA, Important Bird Area), donde habitan animales en peligro de extinción como el oso pardo o el urogallo. Aquel proyecto estaba promovido por una sociedad participada por el entonces presidente de la Cámara de Comercio e Industria de León Manuel Lamelas Viloria y Unión Fenosa.

Pero ahora vuelven a las andadas, como si aquella sentencia en contra no sirviera de nada, o sea, que se pasan por el forro a la justicia, a la Plataforma por la Defensa de Gistredo y a SEO/Birdlife, y a quienes han luchado por preservar la naturaleza de la Sierra de Gistredo en aras de la salud de los pueblos de este territorio. Es una guasa, una tomadura de pelo y un atentado contra las personas que habitan este espacio, a quienes se les engaña con unas migajas a cambio de sacrificar su hábitat natural. Da mucha pena y mucho coraje que los ayuntamientos y juntas vecinales implicados se vendan por un plato de lentejas permitiendo tal barbaridad, lo cual ya es el colmo de los colmos, que encima decidan el futuro de sus ciudadanos. Y el que venga detrás que arree. Así nos luce la cabellera.

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