La protección de datos está pensada contra ti
No nos comamos la cabeza: la protección de datos, en España, y en la mayor parte de los países de nuestro entorno, no pretende defender la privacidad de los ciudadanos frente a los abusos del poder, ya sea económico o político, sino la privacidad de las capas altas de la sociedad, precisamente frente a los ciudadanos.
El Gobierno y las grandes empresas disponen siempre de tus datos, de todos los que quieran, y hacen con ellos lo que les parece. Lo que realmente les preocupa es que tú puedas saber cosas sobre ellos, identificarlos, y reaccionar contra sus abusos.
Ellos saben dónde vives y qué coche tienes, pero no quieren que sepas dónde viven ellos ni qué coche conducen. Tienen pleno acceso a tu historial médico, pero pueden meterte diez años de prisión por acceder al suyo. Y si en una oposición, por ejemplo, se publican las notas, pero se ocultan los nombres, no es para que la privacidad de los examinandos quede protegida, sino para que no puedas saber qué hijo, querida o cónyuge de un político o un gran empresario han amanecido milagrosamente por delante de ti.
La protección de datos no nos defiende de nada. Nos siguen llamando a todas horas, nos clasifican y nos archivan más que nunca, crean perfiles sanitarios, políticos y sociales que las empresas manejan con total impunidad, pero añade una capa de opacidad a todo lo que se cuece por encima de un determinado nivel, justo ese nivel que determina quién manda y quién obedece, quies es un ciudadano y quién un vasallo.
La transparencia, ese bien tan alabado, se produce en un sólo sentido, como en esos espejos de las salas de interrogatorios, detrás del cual se emboscan los que tienen la llave del cuarto y las llaves de las esposas, mientras el otro, el desgraciado que está sentado en la silla, se tiene que conformar con ver en el espejo su propia cara de gilipollas pastoreado hacia su propia ruina. No se trata de añadir una capa de protección, sino una capa de impunidad.
Por eso te meten un paquete del copón si se te ha caído la matrícula del coche en un camino forestal pero no pasa nada si un antidisturbios ha olvidado colocarse su identificación. Por eso te crujen con una multa si mandaste por error en un email las direcciones de los demás destinatarios pero no pasa nada si la DGT pierde los datos completos de decenas de miles de conductores.
La protección de datos no es para ti. La mayor parte de las veces es sólo y sobre todo contra ti. De ahí las omnipresentes cláusulas empresariales que permiten tratar, ceder a terceros o guisar al ajillo, si les apetece, cualquier dato que les des para usar un producto. Todo tan legítimo como si Correos te exigiera poder abrir y leer tus cartas para poder usar su servicio.
No defienden tus datos, sólo los estabulan. Ya es hora de hacerse idea.
Javier Pérez Fernández ha publicado 17 libros: los dos últimos en 2021, Catálogo informal de todos los Papas, y en 2023 La libertad huyendo del pueblo. Su larga y premiada carrera literaria se puede consultar, junto a toda su obra, en su página web personal: javier-perez.es.