Los militares se hacen con el control de los abastos y comienzan la 'requisa' en León

Petición del director del Banco de Bilbao para poder retirar dinero de su propia oficina durante la Guerra Civil; aunque es de enero de 1937, esto lo tuvo que hacer desde julio del 36. Foto: Fundación Banca Fernández Llamazares

El Golpe contra la República no ha salido como se esperaba. Los militares sublevados han conseguido, sin embargo, mantener una línea de suministro de Galicia a la Meseta. El control de León ha sido vital para que el 'Alzamiento' (como lo llaman ellos, junto a la palabra 'Movimiento' que será la triunfal durante cuarenta años) pueda sostenerse. Pero la cuestión es que los militares rebeldes necesitan dinero, ya que gran parte de España todavía está con el Gobierno de Madrid.

Y es en esta segunda semana tras el 18 de julio de 1936 (el 20 en la provincia de León), del 25 al 31, cuando las cosas van quedando claras: hay que sacar dinero de donde sea para comprar armas y aviones. La guerra es inevitable y el 28 de julio el gobernador Militar emite esta orden: “Los almacenes y detallistas de la ciudad deben presentar al Ayuntamiento, en el plazo de 24 horas y sin excepción, una relación completa de todos los comestibles depositados en sus almacenes”.

Según lo investigado por Javier González Fernández-Llamazares, el conservador del archivo de la Banca Fernández-Llamazares: “Lo mismo sucede con los industriales almacenistas de carbón. Los almacenistas de los aceites y grasas de los agentes de CAMPSA debían entregar directamente a la Comandancia Militar, no al Ayuntamiento, otra exhaustiva relación de sus existencias, indispensables para el sector bélico de automoción. Es más, a quien oculta mercancía y es descubierto se le sanciona severamente. Con el dinero aportado o 'donado' en metálico por los comercios y particulares se pagaba, en primer lugar, las facturas de la requisa”.

La Junta de Defensa Nacional de Burgos decreta un 'corralito'

Ya el día antes, el 'Gobierno' sublevado había dado orden de regular la extracción de fondos de las cuentas corrientes. Lo que en el siglo XXI es conocido como un 'corralito'. Así, según Fernández-Llamazares, “comienza la fiscalización económica sobre la población con fondos en las sucursales bancarias”.

La orden versa así: “La cantidad máxima total que los particulares podrán extraer de aquéllas, durante el plazo de treinta días, no excederá de dos mil pesetas, siendo preciso para efectuar cada una de estas extracciones, la autorización especial que se detalla en el artículo sexto de esta Orden [...]: Las autorizaciones para los reintegros de fondos a que se refieren las disposiciones precedentes habrán de ser precisamente concedidas por los gobernadores civiles de las respectivas provincias en las capitalidades de éstas o por las Comandancias Militares correspondientes en las otras localidades. Por la Junta de Defensa Nacional, Federico Montaner”.

“Además Falange, se convierte en brazo vigilante y ejecutor de los militares. Y vela amenazante por el estricto cumplimiento de estas disposiciones; y avisa, en la plena vorágine del terror provocado por los 'paseos', de que el dinero de los particulares tampoco está a salvo”, explica el conservador del archivo de la Fundación Banca Fernández-Llamazares.

Nace la Comisión 'Pro Fuerza Pública'

Es el 29 de julio, el mismo día en que juzgan al alcalde de Ponferrada y lo condenan a muerte, cuando nace la Comisión 'Pro Fuerza Pública'. “Es el verdadero órgano de represión económica de los militares alzados”, explica Javier González Fernández-Llamazares. Tendrá una importancia vital para entender la Guerra Civil Española como un 'movimiento' ejecutado con precisión castrense por y para los militares. Por un lado se requisarán sin orden judicial las propiedades de los obreros y republicanos ajusticiados y por otro, más pronto que tarde, se convertirá en un órgano de represión económica para los burgueses, que en un primer momento la apoyan sin siquiera imaginarse qué les ocurriría después.

Los militares necesitan fondos como sea. Y los van a conseguir. Como sea, con quien sea y cuando sea. Se decreta el descuento en los sueldos de los funcionarios públicos y de las clases pasivas para financiar la guerra. Se decreta también una orden para que no se pierdan los pagarés que no se han podido cobrar esos días. Se decreta, en suma, el control de la Economía de la zona sublevada para financiar el esfuerzo militar.

Recibo de la petición de una viuda para poder sacar dinero del banco en León durante la Guerra Civil. Foto: Fundación Banca Fernández-Llamazares

El aún alcalde de León designado por los militares, Enrique González Luaces, creyendo que eran tiempos extraordinarios con medidas extraordinarias (y en los momentos en que apoya todavía sin reservas a los militares) explica en su diario: “Así han pasado los primeros días de la revolución; yo mantuve el orden en la vida civil; tomé precauciones con los abastecedores, y no faltaron ni un solo día ni las subsistencias, ni aun aquellas cosas que son superfluas y constituyen lujo en el aderezo de las comidas. La gente obsequiaba aisladamente al Ejército; todos rivalizaban en invitar a comer a los jefes de los pelotones destacados en los suburbios, y por fin Picón y Orejas —en tono un tanto sostenido— invitándome a abrir una suscripción para obsequiar a los soldados. En mis frecuentes visitas al Cuartel y al aeródromo me daba cuenta de que la cosa no iba por camino tan mollar como muchos creían. Yo tenía la impresión de que sería necesario no obsequiar, sino mantener a las fuerzas armadas, porque no había comunicaciones con los centros de aprovisionamiento y a la antigua Casa del Pueblo no hacían más que llegar muchachos jóvenes que había que mantener. Le dije a P. Escudero ese deseo y le invité a presidir una comisión 'Pro fuerza pública', que se formó inmediatamente y comenzó a funcionar enseguida. En aquellos días F.E. [Falange Española] empezó a dar señales de vida y 'anunció una suscripción' para mantener a sus milicias; a la alcaldía llegaron algunos vales por comidas para que la Caja municipal lo pagase. Aquello no podía ser. Escudero, Eguiagaray, Fábregas, Domingo Suárez cumplían a la perfección su labor, organizaron y dirigieron una comisión de 'Intendencia' que, algún día se sabrá, se me figura que en los primeros tiempos era de las mejor organizadas de España”.

Los rebeldes decían esperar la toma de Madrid para el día de Santiago, 25 de julio. Las bajas del Alto del León fueron numerosas por parte de los sublevados ya que los aviones de Cuatro Vientos no cesaban de bombardear sus exiguas tropas para sobrepasarlo. La cuestión estaba clara ya en la segunda semana del 'Alzamiento' de los rebeldes. Se necesitaban pertrechos, y no para solo unos días, sino para al menos meses.

A Enrique González Luaces no se le escapaba la situación, sobre todo con las noticias que tenía de los combates del Alto del León en la sierra de Guadarrama: “La gente que había ido a 'ver aquello' volvía descorazonada. Así lo dejaban ver, si no en los relatos, en sus actitudes y en un disimulado pesimismo. Al dar unos cigarros a un jefe militar caracterizado en el Movimiento me dijo 'Es muy pronto todavía; está la pelota en el tejado'. El general Bosch era también pesimista [...]”.

La 'requisa', fundamental para el devenir de los acontecimientos

Con el dinero recaudado se pagaría la 'requisa'. “La requisa no significa que los comercios tuvieran que entregar la mercancía al ejército a cambio de nada, no. Significa que toda la mercancía está a disposición del Ejército, al precio que los militares sublevados marcaban a los comercios. ¿Con qué dinero la paga? Con el que recauda a la población. Y recauda tanto dinero que lo que le sobra para pagar las facturas, lo envía a la cuenta de la Suscripción Nacional, que está en Burgos. Aparte, también se va recogiendo oro, que se entrega también en Burgos. Y toneladas de alimentos que 'donan' los pueblos a cambio de nada. Con ella se hubiera podido mantener a un ejército inmensamente más numeroso si hubiera hecho falta”, explica González Fernández-Llamazares.

La Comisión 'Pro Fuerza Pública', presidida por el gobernador Militar, el general Bosch, y gestionada por Luaces como segundo máximo responsable, hizo un llamamiento a todas las mujeres de la ciudad para que se presenten en el almacén de avituallamiento y confeccionasen 'monos azules' (muchísimos falangistas utilizaron esta prenda, junto a los correajes). Explica el alcande provisional en su diario: “Uno de los artículos que más demanda se nos hace son monos azules. Dada la escasez, costo y dificultades de confección, se solicita el concurso de la mujer para hechura de los mismos, advirtiendo se facilitará tela para la ejecución de la obra”.

El 'Diario de León', como órgano difusor de los militares, empieza a publicar las listas con el nombre de las personas que hacen aportaciones en metálico, especie y oro para financiar los gastos de las tropas militares. “El Ejército sublevado necesita el dinero como sea, y como no le es suficiente con la requisa de los afectos al Frente Popular que va encarcelando mientras hace la vista gorda con los 'paseos', comenzará a recaudar con ayuda de Falange cada vez con más exigencia, y finalmente a la fuerza, las propiedades de los burgueses; las muertes, la represión y la requisa de uno u otro tipo afectará a toda la población leonesa y no será muy distinto en las provincias que controla el Gobierno de Burgos”, afirma el representante de la Fundación Banca Fernández-Llamazares.

“La diferencia entre unos, los obreros, y otros, los burgueses, fue realmente cruel, mientras que a unos los mataban; a otros les llevaban todo el dinero a base de amenazarles que les pasaría lo mismo”, indica el también autor del libro 'Los leoneses que financiaron a Franco', donde se desvelan las prácticas militares para financiar el conflicto fratricida entre 1936 y 1939.

El perfectamente planificado terror asesino entre los obreros y republicanos, y el financiero entre los burgueses fue el 'arma' fundamental y definitiva que hizo posible que los militares sublevados, en peor disposición estratégica que el Gobierno Constitucional de Madrid, ganaran la guerra. La 'requisa' permitió en primer lugar abastecer al Ejército. En una segunda 'recaudación' poco más tarde, el dinero de los españoles en los territorios bajo el yugo de la Junta de Defensa Nacional de Burgos sirvió para comprar las mejores armas a la Alemania Nazi y la Italia Fascista, que desde los primeros días de la guerra se habían puesto al lado de aquel gobierno rebelde que pronto encabezaría Francisco Franco y le tendría aupado en el poder absoluto casi cuarenta años.

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