Cine
'La sociedad de la nieve': ¡Viven!

Un fotograma de la película 'La Sociedad de la Nieve'.

Antonio Boñar

Para los que crecimos en los años 70 y 80 del pasado siglo esta historia de supervivencia extrema nos resulta muy familiar y cercana. Leer con 18 años el libro de Piers Paul Read que cuenta lo sucedido en los Andes es una experiencia que a muchos nos marcaría para siempre. ¡Viven! narra los hechos basándose en las entrevistas realizadas a los dieciséis supervivientes del accidente aéreo y con un sentido de la épica que te arrastra hacia lugares muy reveladores de tu conciencia, sobre todo si todavía estás en esa edad en la que te asaltan las preguntas más existenciales y los planteamientos filosóficos que terminarán forjando tu forma de estar en el mundo. Fue una de esas novelas que pasaron de mano en mano y que explican a toda una generación.

En 1972 un avión de la Fuerza Aérea Uruguaya, fletado para llevar a un equipo de rugby a Chile, se estrella en un glaciar de los Andes. Solo 29 de sus 45 pasajeros sobreviven al accidente. A partir de ese momento comenzará esa historia de supervivencia que todos conocemos y que ya ha sido explorada por infinidad de documentales y películas, entre estas últimas una entretenida producción de 1993 que, si bien cede en muchos momentos a todos esos manierismos sentimentales propios del cine de Hollywood, es una más que solvente y digna mirada sobre los hechos. 

Ahora J.A. Bayona vuelve a traer a la actualidad todo el heroísmo que cabe en esa increíble aventura con esta poderosa y emocionante película, una obra mayúscula en continente y en contenido. Todo funciona, con una caligrafía cinematográfica vigorosa y lírica que te introduce en la pesadilla sin estridencias narrativas e instala en tu interior el mismo hambre y frío aterradores que sufren los protagonistas. La cinta describe con un impecable sentido del drama, ajeno a cualquier posible trampa argumental que nos distrajera de lo esencial, la capacidad de este aciago grupo humano para superar juntos el infierno físico y mental que el destino fatal les puso en el camino. Es el cine como imponente vehículo para trasladar las contradicciones y misterios que nos explican y que elevan al ser humano sobre todos los demás seres vivos que pueblan el planeta: la solidaridad, la generosidad, la esperanza…

Porque si hay algo que esta epopeya andina niega es la arraigada creencia de que el hombre es un lobo para el hombre.

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