Pedro Halffter y Eduardo Frías cierran el ciclo de conciertos Música en Villafranca

César Sánchez / ICAL El pueblo berciano de Villafranca del Bierzo, en imagen de archivo.

El ciclo Música en Villafranca se despide este sábado con un concierto de Pedro Halffter y Eduardo Frías, que interpretarán a dos pianos las partituras de Gustav Mahler, una de las figuras que tradicionalmente suelen aparecer en el ciclo musical. Los mismos autores, este pasado viernes, dieron vida al piano a las obras del alconocido compositor alemán Richard Wagner.

El evento de este año estuvo marcado por dos grandes cambios: la ubicación y las restricciones y medidas sanitarias a causa de la pandemia de Covid-19. En ediciones anteriores, los recitales se venían celebrando en la barroca iglesia de San Nicolás el Real, en pleno centro de la Pequeña Compostela, cuyo claustro fuera en su día sede de la efímera Diputación Provincial de Villafranca, de la que se conmemoran doscientos años el próximo 2021.

El atrio del edificio se encuentra en estos momentos en obras de restauración. Por este motivo, la edición del 2020 se ha trasladado a la iglesia de San Francisco, situada muy cerca de la Plaza Mayor, en una atalaya sobre la que contemplar Villafranca desde una posición privilegiada.

Bajo el artesonado mudéjar y junto al lugar donde reposan los restos mortales del escritor villafranquino Enrique Gil y Carrasco, las notas musicales han han resonado en la acústica que ofrecen los muros del templo.

La Orquesta Sinfónica de Castilla y León y nombres ya conocidos en este festival, tales como el violonchelista Iagoba Fanlo, el pianista Eduardo Frías y el propio Pedro Halffter se han unido a otros nuevos, como el guitarrista Miguel Trapaga, todos ellos ligados a los Cursos de Verano de la Universidad de León, que desde hace décadas se celebra en la villa. Pero, sin duda, la apuesta fuerte de este año ha sido la reconocida soprano Ainhoa Arteta, que interpretó al italiano Giacomo Puccini acompañada al piano por Pedro Halffter en un concierto que agotó las entradas disponibles en un tiempo récord.

La reacción general del público, así como de las autoridades municipales, la parroquia y la Orden Franciscana Seglar, encargada de velar por el bienestar del monumento, ha sido “muy satisfactoria”, valoran desde el Consistorio villafranquino.

En cuanto a las medidas sanitarias establecidas, desde el primer momento se diseñó un protocolo de actuaciones que garantizó la desinfección de manos, el uso obligatorio de mascarilla, la distancia de seguridad en los asientos y el control de los asistentes mediante la reserva anticipada de entradas.

La Villa del Burbia mantiene así su actividad cultural en un año atípico y piensa ya en la edición del próximo verano, en la que, si continúa la tendencia observada hasta la fecha, se espera que el nivel siga subiendo.

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