Ley Sinde Sí

Sí a la Ley Sinde:

Mi sí es condicional, es un no rotundo a dar a nadie la potestad de cerrar páginas web, se debería respetar la libertad de expresión para no caer en errores de antaño, tan cercanos a las dictaduras como alejados de la democracia.

Por otra parte también es democrático respetar las libertades, y la creación artística es igualmente defendible que la propiedad privada de cada uno. Todos trabajamos por un salario, y si cortamos de raíz dicho salario, el sustento, desaparecerán los trabajados de la cultura, los creadores, y viviremos en un mundo gris.

Creo que hay sistemas mixtos en los que estar dentro de la legalidad y son lo suficientemente cómodos como para que sean útiles, Spotify es el mejor ejemplo, gratuito si quieres publicidad y con un precio asequible si quieres acceso total. ¿Es posible trasladar el modelo al cine o a la literatura? Es la idea que se tiene que dirimir al más alto nivel cultural. Bibliotecas o videoclubs completan esta actividad de difusión.

La difusión de la cultura parece ser un tema capital en el debate, la cultura debería ser pública o un derecho fundamental del ciudadano, que en demasiadas ocasiones rechaza, por otro lado, y existe ese derecho gratuito a la cultura, como explico en el anterior párrafo.

Por último y adentrándonos ya en un caso determinado, el cine español, un cine subvencionado, en el que la inversión privada apenas existe, salvo en contadas ocasiones y con capital principalmente extranjero, Planet 51 o Agora por hablar de las más caras de nuestro cine. Consumamos cine, vayamos a las salas y veamos cine español, desplegaremos la espiral en la que debería haberse situado hace mucho, en la que se sitúa el cine koreano en los últimos 15 años, si la gente va a las salas, los directores, productores y distribuidores obtienen más dinero y entonces se crean productos de más calidad. Pero rompemos la cadena por el primer eslabón, no se puede pretender llegar al último punto sin pasar por los anteriores, y los anteriores dependen del consumidor.

Si me preguntan si estoy de acuerdo en compartir gratuitamente el esfuerzo cultural que alguien está haciendo sin su permiso estoy en contra. Al igual que el ciudadano anónimo tiene derecho a su intimidad el ciudadano artista tiene derecho a la intimidad de su obra, a obtener un lucro de su contribución, será el mercado el que decida si los precios que cobra por su trabajo son excesivos o no.

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