Verano con mayor riesgo de incendios por la presencia de vegetación fina muy seca

Incendio en Mobbeltur

J. López/ Ical

Castilla y León afronta un verano con mayor riesgo de incendios que en los tres últimos años por la presencia de vegetación y combustible fino en situación muy seca. Por ello, la época de peligro alto de fuegos, que se extenderá del 1 de julio al 30 de septiembre en la Comunidad, se prevé algo peor, aunque responderá fundamentalmente a la propia etapa estival, a la presencia de olas de calor o la continental sahariana, con vientos cálidos del sur y altas temperaturas.

Así, el jefe del Servicio de Medio Ambiente de la Junta, Vicente Rodríguez, recordó que en febrero y marzo llovió por encima de la media y no se produjeron fuegos, cuando es una época en la que se registra un millar de incendios de media, por 800 en verano. Pero a partir de ese momento, abril “cambió radicalmente, fue muy seco y muy cálido, mientras que mayo y junio, también secos, fueron más normales”.

“Esto ha motivado que la sequía vegetal se haya anticipado, se ha agostado a final de mayo. Se ha visto con los cereales de secano. Si se agosta es porque no hay humedad en el suelo”, comentó Rodríguez, quien avanzó que el verano tendrá más estrés hídrico de lo habitual. Las lluvias de los últimos días han provocado un paréntesis generalizado, pero ahora vuelve la preocupación porque suben de nuevo las temperaturas.

Por ello, hizo un llamamiento a la población para que sea consciente de los riesgos, ya que el 93 por ciento de los incendios son motivados por el hombre: extremar la precaución con la maquinaria en los ámbitos agrícola y forestal es parte importante de esa prevención para evitar accidentes y negligencias, porque la “escasez de humedad facilita la generación del fuego y su expansión”.

Rodríguez confió en que el conjunto del verano no registre olas extensas de calor y pidió a la sociedad del medio rural que denuncie a los que “prenden el monte de mala fe, que muchas veces los conocen y no se suele producir”.

El profesor e investigador en incendios forestales y subdirector de la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia de la Universidad de Valladolid, Pablo Martín-Pinto, argumentó que la susceptibilidad del combustible lógicamente depende de la pluviometría primaveral. Sin embargo, será realmente la meteorología estival la que condicione el comportamiento del fuego en la campaña que ahora comienza.

“Lógicamente durante un verano con temperaturas suaves, lluvioso o corto, el número de incendios será menor o, en todo caso, ocasionarán una menor severidad sobre el entorno”, comentó.

En este sentido, consideró que habría que diferenciar dos cuestiones. Por un lado, el número de incendios y, por otro, su tipología. Si hay más humedad, puede haber más combustible. Pero si hay poca humedad, el combustible fino, origen del fuego, estará más seco. Independientemente del estado de este último, es la carga total de combustible la que puede ocasionar que un incendio sea difícil de extinguir alcanzando grandes dimensiones y causando una gran severidad.

Por supuesto, condiciones meteorológicas extremas propias del ambiente mediterráneo y topografías complejas hacen que la propagación del fuego pueda ser todavía más incontrolable.

Gran eficacia de la extinción

A pesar de ello, el profesor destacó la gran eficacia de los medios de extinción y que, por ello, más del 90 de los focos quedan en conatos o incendios de pequeñas dimensiones. Por otra parte, Martín-Pinto sostuvo también que el hombre, mediante la gestión, únicamente puede influir en la cantidad de combustible y es ajeno a las condiciones meteorológicas y topográficas que afectan en el inicio y propagación del fuego.

Por ello, apostó por poner en valor el monte para buscar sus aprovechamientos, pues manejar el combustible es muchas veces inviable económicamente si no se obtiene algún valor añadido procedente de la gestión. Ponerlo en valor significa también disminuir el número de incendios y su tamaño.

Este valor puede obtenerse de aprovechamientos tradicionales como el maderero, ganadero, cinegético o con otros que en los últimos años están alcanzando gran auge entre la población general como el micológico. Un ejemplo de ello es la zona de pinares Soria-Burgos, donde sus habitantes mantienen vivo el monte y viven de él. “No se les ocurre prender si obtienen una renta económica interesante”, afirmó.

La acumulación de combustible, causa estructural de los grandes incendios forestales de los últimos años se debe a un éxodo general de la población rural a las ciudades y la consecuente falta de uso de los montes. El docente recordó que el aprovechamiento y tránsito en los montes era mayor lo que conllevaba una menor acumulación de combustible.

Desde la Escuela Técnica Superior de Ingenierías Agrarias de Palencia, el equipo en el colabora el profesor Martín-Pinto lleva a cabo desde hace años una interesante iniciativa en la que tratan de establecer, con base científica, modelos de gestión que cumplan el doble objetivo de reducir el número e impacto de los incendios forestales al tiempo que se incrementa el valor de ecosistemas mediterráneos dominados por matorrales productores de hongos comestibles demandados por la población. Este estudio tiene lugar en la comarca de Aliste (Zamora), zona muy castigada por el fuego cada año.

Peligro en la banda mediterránea

De la misma opinión es la profesora titular de Ecología del Departamento de Biodiversidad y Gestión Ambiental de la Universidad de León, Leonor Calvo, quien resaltó que la vegetación está muy seca principalmente en la banda mediterránea, donde se ha adelantado su agostamiento. “En mayo hizo muy bueno y las herbáceas y gramíneas están totalmente secas, con lo que el riesgo de iniciarse un incendio es muy alto”, alertó.

Calvo realizó una llamamiento a la sociedad para que tengan “mucha precaución”, porque a pesar de estos pocos días de lluvia que aumentan la humedad, “con otros dos o tres que vengan secos el riesgo será bastante importante”. Narró su experiencia en los montes de La Cabrera leonesa, donde “da la sensación de que puede arder todo con una colilla”.

La docente resaltó que una muestra de esta peligrosas es que la propia ministra de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Isabel García Tejerina, “está pidiendo especial precaución”, pero “no sólo es la administración la que tiene que luchar contra este problema”. “Aquí contamos todos”, dijo.

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