Romería de Carrasconte: religiosidad, tradición y diversión

La iglesia de Carrasconte con los escudos de los ayuntamientos de Cabrillanes y Villablino hechos con flores.

Luis Álvarez

El santuario de Nuestra Señora de Carrasconte convoca cada año un importante número de romeros, aunque cada vez menos “fiesteros”. Este año no fue la excepción, de los más de treinta con los que ha hablado iLeón, todos ellos antes de les 9 de la mañana, una gran mayoría aseguraron acudir por cuestiones de devoción religiosa, promesas, ofrendas o peticiones.

La forma de llegar hasta el santuario es diversa: caminando, en autobús o en coches particulares, en bicicleta, algunos incluso a caballo. Las tres primeras misas de la jornada, en un día en que se celebran hasta doce en la ermita, llenaron cada una el templo que acoge a la patrona de las comarcas de Babia y Laciana.

Los caminantes ya llegan a primera hora de la mañana para la inicial celebración religiosa de las 7. Provenientes de las comarcas más próximas de Babia, Omaña y Laciana. Para acudir a esta cita, especialmente los de Laciana, que tienen el recorrido más exigente en lo físico con un último tramo del Camino Real desde Villaseca con pendiente pronunciada, han salido de sus lugares de origen, dos, tres y hasta cuatro horas antes.

“Venimos desde Caboalles de Arriba y salimos de casa a las 4:30 h.”, explicaban una pareja de hombres ya maduros pasadas las siete de la mañana, mientras recuperaban el aliento una vez llegados a la cumbre. Caminando a un paso normal, sin exigencia, el recorrido entre Villablino y Carrasconte se puede hacer en unas dos horas; algunos, los mejor preparados, lo acortan en media hora, “vengo porque me gusta mucho caminar, no soy de aquí soy de Páramo y me casé en Caboalles, empecé acompañando a mi esposa y ahora lo hago por diversión y también por creencias religiosas”, explica uno de ellos.

Otro joven, que tampoco es de la zona sino de León capital en concreto, comentó que era la segunda vez que hacia el recorrido desde Villablino “porque mi novia es de ahí y la acompaño y me gusta”. Algunos incluso muy jóvenes llegaron al santuario para ver amanecer por primera vez en su vida, “tengo 17 años y es la primera vez, que yo recuerde que veo amanecer”. Es también numeroso el grupo de personas, que residiendo fuera de estos sus lugares de origen, acuden a la cita anual “siempre que podemos, trae a la mente muchos recuerdos de familia”.

El camino para muchos se hace más llevadero en grupos, padres e hijos, hermanos, amigos. Una familia, con un perro peregrino 'Logan' -un ovejero inglés-, y dicen que es peregrino porque ya hizo también el Camino de Santiago. Los que lo hacen casi siempre repiten y terminan por convertirlo en una tradición, una mujer madura confiesa que desde niña hace “ya al menos 50 años, vengo y recuerdo mis primeras romerías en compañía de mi madre y una vecina amiga”.

Los años que las personas acumulamos hacen que cambiemos los hábitos como nos aseguró una mujer omañesa que “antes venía andando, ahora la artrosis no me lo permite”, mientras camina apurada hacia el templo para llegar al inicio de la tercera misa, con su nieta de la mano y de apenas 6 años.

La noche anterior a las doce se realiza tradicionalmente una ofrenda floral a la Virgen por grupos de jóvenes que provenientes de Laciana y Babia completan el recorrido corriendo con antorchas. Villablino celebraba este año el cincuenta aniversario de esta marcha atlética. Los escudos de los dos municipios, Cabrillanes y Villablino, se cuelgan sobre la barandilla del altar que protege la imagen de Nuestra Señora de Carrasconte, patrona de ambas comarcas y cuyo templo está construido sobre la divisoria de las mismas. Comentan las gentes, que la imagen “está en Babia” para unos, “pero mira para Laciana”, para los otros, contentando así a todos.

El acceso regulado por agentes de la Guardia Civil, es fácil y sin excesivos atascos y desde el área de Villablino un servicio de autobuses continuo permite subir o bajar después de haber subido andando, aunque hay personas que emprenden sin dudarlo el camino de regreso de la misma forma que el de ida, a pie.

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