El 'leonés' que inspiró en Cataluña el federalismo y puso a León en su sitio frente a Castilla

C.J. Domínguez

Hoy se celebra el Día de Cataluña envuelto en plena tormenta política a propósito de la consulta soberanista. Por eso, muchos recuerdan allí a un leonés de adopción, Anselmo Carretero, inspirador desde la década de los 90 del federalismo como modelo territorial más oportuno para Cataluña y el resto de las naciones de España. Se trata de un referente principal de los defensores de la llamada 'tercera vía' a las alternativas que preconizan CiU por un lado y el PP por otro, que de manera recurrente es citado por dirigentes socialistas como Miguel Iceta o en su día Pascual Maragall, entre otros.

Las profundas ideas federalistas de este exiliado en México, ya fallecido, fueron desarrolladas en numerosas publicaciones, muchas de ellas emanadas de textos que defendían a ultranza, con profundos argumentos históricos, la importancia vital de León, el Reino de León, como nación germinal de la actual españa. Libros en los que criticaba el maltrato al que, sin embargo, se ha venido sometiendo a este territorio hasta diluirlo y ningunearlo por intereses castellanistas, materializándose en última instancia ese maltrato en la actual Comunidad Autónoma de Castilla y León.

Defendió Carretero que si, como dice la Constitución, “España es una nación de naciones, la estructura del Estado es naturalmente la federal, que permita y garantice el desarrollo de cada uno de sus pueblos dentro del conjunto, y el fortalecimiento de éste con el de sus diversas partes”.

Catorce años en León antes de ir a estudiar con Lorca, Dalí o Buñuel le bastaron a Carretero para enraizarse ideológicamente en la provincia, a la que nunca volvió

En el caso específico de León, que le dolía de manera muy particular (llegó a León con 14 años y aquí vivió otros 14 antes de ir a estudiar en Madrid en la Residencia de Estudiantes con Lorca, Buñuel, Dalí o Moreno Villa, para tener que exiliarse durante la Guerra Civil a México y nunca regresar), Carretero volcó sus principales argumentos reivindicativos del peso definitivo en la actual España en el libro titulado 'El antiguo reino de León', editado en 1994 con prólogo del catedrático Francisco Tomás y Valiente, después asesinado por ETA.

Tomás y Valiente escribió entonces que “el error estriba en la configuración del mapa de las Comunidades; en más de un caso, y desde luego en el de León y Castilla, su composición se discutió con la mano en la historia y no siempre se acertó. Mitos, embrollos, secuestros y olvidos puede que tuvieran ahí su nido. Pero también intereses partidarios, caciquismos locales y provinciales, equilibrios electorales y repartos de zonas de influencia fueron claves de un presente político apresurado y frívolo en ocasiones. Es muy probable, por lo que a León (reino leonés, país leonés) se refiere, que su inserción en la actual comunidad fuera un error y no sólo acaso po razones historicistas”, resume el reputado catedrático.

El libro de Carretero se reeditó por tercera vez en 2001, gracias sobre todo el empuje de José Antón Acevedo, pero tampoco consiguió que las ideas del exiliado removieran algunas conciencias. De todos modos, pocos trabajos tan exhaustivos y serios han sido injustamente acallados como esta obra.

Animaba al autor contribuir al mejor conocimiento del antiguo reino, cada día más injustamente relegado al olvido

En 'El antiguo reino de León', Anselmo Carretero dedicada cientos de páginas al recorrido histórico del país leonés para “contribuir al mejor conocimiento del antiguo reino, cada día más injustamente relegado al olvido, con el deseo de que esta vieja nacionalidad recobre entre los pueblos de España el lugar que por muchas y muy nobles razones le corresponde”. Buscaba “rectificar tantas cosas erróneas, falsas y aun disparatadas” sobre León tras 'vencer' la estrategia de “unir, mezclar o confundir el nombre de León con el de Castilla”.

El libro se centra muy especialmente en aspectos como el reinado de García I y Ordoño II como los primeros monarcas del Reino de León, a partir del año 910, en la fundación de Valladolid por el leonés Pedro de Antúnez, en la figura del rey leonés Alfonso IX como el creador de la Universidad de Salamanca y por supuesto impulsor de las primeras Cortes democráticas del mundo en San Isidoro, en 1188, lo que hoy tanto se reivindica como 'Cuna del parlamentarismo'.

Para Carretero, a partir de la unión de los reinos de León y Castilla en 1230 comienza la confusión. La cual se acentúa a cada siglo que pasa hasta alcanzar sus niveles máximos en el siglo XIX, con la fundación en 1856 del periódico El Norte de Castilla como uno de los hitos más negativos, dado que “nació para defender la oligarquía castellana e impone 'Castilla' como equivalente de 'León y Castilla', declarando a Valladolid ”capital de Castilla La Vieja“, en la que incluyen no sólo a León sino también a Ávila, Burgos, Logroño, Palencia, Salamanca, Santander, Segovia, Soria, Valladolid y Zamora”.

Carreterero destaca el 'daño' que causó El Norte de Castilla y muchos literatos de la Generación del 98

A juicio de Anselmo Carretero, el daño infrigido por El Norte de Castilla se perpetuó a raíz de la visión castellanista de autores vitales de la Generación del 98 como Miguel de Unamuno, Azorín u Ortega y Gasset.

Y en el siglo XX, el intelectual opina que “el intento de extirpar en toda España los nacionalismos particulares, los regionalismos y las diversas culturas tradicionales, e imponer la unidad absoluta de sentimientos y cultura, lo emprendió el tardofranquismo de dos maneras: por la violencia, en los países en donde las aspiraciones autonomistas tenían mayor arraigo, y mediante el halago y el secuestro de la memoria histórica (...). La segunda alejó a los leoneses y a los castellanos del conocimiento de sus respectivas regiones y culturas, de tan forma que cuando llegó el momento de la regionalización constitucional de toda España, los antiguos reinos de León y de Castilla eran borrados del mapa, y sus lugares ocupados por nuevos entes regionales establecidos sin consultar, siquiera, a los pueblos afectados”.

El monumental embrollo autonómico, un asunto grave y que requiere atención

En este proceso, se “elimina el antiguo reino de León como tal y divide el de Castilla en cinco pedazos, de los cuales uno lo junta a León, tres quedan sueltos como nuevas regiones y el quinto lo agrega al antiguo reino de Toledo, que también desaparece. El resultado de este monumental embrollo -además de suprimir milenarias entidades nacionales históricas para formar otras nuevas, arbitrariamente concebidas- ha sido aumentar a 17 el número de las nacionalidades o regiones que componen el Estado Español”, un asunto “grave y que requiere atención”.

Se borra del mapa y de las cabezas que “la principal actividad forjadora de la unidad nacional durante la Edad Media estuvo en la monarquía leonesa. menéndez Pidal dice que los monarcas leoneses jamás habían dividido el reino”. Y sin embargo, “elementos opuestos a la unificación fueron los castellanos y los vascos, rebeldes a todo poder no vernáculo, apartadizos y apegados a sus leyes y costumbres. La monarquía astur-leonesa y la catalano-aragonesa precedieron, por diferentes caminos, a la creación de dos grandes estados españoles; la primera unificando distintos dominios; la segunda, uniéndolos mediante vínculos que podríamos llamar federativos”, que es donde Carretero entronca el caso catalán, tan de actualidad política, con el leonés.

Nadie hará por el País Leonés lo que sus hijos no hagan. Esta es una realidad evidente sobre la cual debe asentarse todo proyecto de renacimienro regional.

En todo caso, uno de sus párrafos finales de una obra de obligatoria revisión, es que “nadie hará por el País Leonés lo que sus hijos no hagan. Esta es una realidad evidente sobre la cual debe asentarse todo proyecto de renacimieno regional”. Un mensaje postrero y clarividente de una de las voces más autorizadas y sin embargo silenciadas. La voz de un castellano que adoptó a León de alma, corazón y sobre todo cabeza.

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