La espera para resolver el último accidente mortal minero de España: diez años para juicio y seis meses sin sentencia

Esperar hace tiempo que dejó de ser un verbo para convertirse en un modo de vida para los familiares y amigos de los seis mineros del Pozo Emilio del Valle de la Hullera Vasco-Leonesa, en el municipio leonés de La Pola de Gordón, que murieron hace ya diez años en el último accidente grave de la minería de carbón antes del cierre del sector en España.

El 28 de octubre de 2013 un escape de grisú robó el último aliento en el tajo a Carlos Pérez, Manuel Moure, Antonio Blanco, Orlando González, José Luis Arias y Roberto Álvarez, cuando tenían entre 35 y 45 años. Un accidente fatal que dejó heridos de distinta gravedad a otros ocho y que la Justicia todavía está pendiente de resolver si pudo o no haberse evitado.

En abril de 2021 se fijó por primera vez el inicio de un complejísimo juicio con 16 acusados y 80 testigos que apenas duró una mañana, porque las defensas se acordaron que tenían seguros de responsabilidad civil que pudiera ser que respondieran económicamente en caso de condena, lo que devolvió el caso otra vez a la fase de Instrucción.

Dos años más tarde, en febrero de este 2023, el Juzgado de lo Penal número 2 de León acogió durante dos meses auténticas jornadas maratonianas de hasta 12 horas de testificales. Seis meses después, la jueza que lleva el caso aún no ha emitido sentencia.

“A seguir esperando”. Manuel Moure, padre de Manuel Moure, una de las seis víctimas mortales del accidente del Pozo Emilio del Valle, no se cansa porque sabe que más tarde o más temprano habrá una decisión de la que no se fía. “Los familiares no estamos muertos. Estamos aquí esperando”, aunque “no sabemos en qué creer”, reconoce, porque “es todo muy sencillo. Las cosas son súper claras y no se pueden negar ni aunque hubiesen quemado todos los papeles de la empresa. No fue un accidente adrede, pero se podía haber evitado y no lo hicieron. Pero la jueza se lo está pensando mucho”.

“Mentir, mentir, mentir, mentir y mentir” es lo que llevan haciendo este tiempo, para Moure, los acusados. Los Del Valle, los máximos responsables de la empresa que se encuentra en proceso de desguace tras su quiebra en 2015 -los que fueran presidente de la Vasco, Antonio del Valle; vicepresidente y consejero delegado, Arturo del Valle; y vocal Aurelio del Valle y que eludieron por completo su responsabilidad en sede judicial-. Como ellos, el resto de acusados: los directores general y facultativo, ingenieros y vigilantes de seguridad de la explotación.

Para ellos, la Fiscalía pidió en el último momento sentencia absolutoria para cinco de los acusados, los vigilantes de primera de interior o plantillas y los vigilantes de seguridad de la empresa minera, y sentencia condenatoria para los once acusados restantes a los que considera responsables de los delitos de homicidio y lesiones por imprudencia.

Por su parte, las acusaciones mantuvieron la petición de condena para todos los hombres que se sentaron en el banquillo de los acusados por el accidente mortal al considerarlos responsables del fatídico suceso que acabó con la vida de seis mineros en el tajo.

Y las defensas insistieron al final del juicio en la libre absolución de sus defendidos porque el accidente fue “fortuito”, “no se pudo prever ni evitar” y por “falta de pruebas”, condenar en costas a las acusaciones y, “en el caso remoto de haber sentencia condenatoria” que se aplique el atenuante de dilaciones indebidas por juzgar después de una década un accidente mortal que sucedió el 28 de octubre de 2013 y que quedó visto para sentencia el pasado 30 de marzo sin que esté todavía por resolver.

El recuerdo de seis vidas que se quedaron sin aliento

El accidente conmocionó a la localidad de Las Ventas de Albares, que se divide entre los municipios de Torre del Bierzo y Bembibre. De allí era Carlos Pérez, que estaba casado y tenía dos hijos de 16 y 13 años. Aunque vivía en León, prácticamente todos los fines de semana se acercaba al pueblo con su familia para visitar a sus padres.

Manuel Moure era natural de Ciñera de Gordón, donde era muy conocido. De familia minera, tenía 39 años y acababa de ser padre de una niña hacía escasas semanas. 

De Robles de la Valcueva (Matallana del Torío) era Antonio Blanco, de 42 años. Casado y con una niña vivía en León pero casi a diario subía a su pueblo. Le quedaba muy poco para prejubilarse y poder disfrutar a tiempo completo de su mujer y su hija. De joven, empezó a trabajar ayudando a su padre que era pintor, pero pronto dejó la brocha y empezó a trabajar en la mina, como su hermano, que también trabajó en la Hullera Vasco-Leonesa.

La consternación también llegó a la localidad de Fontanos, del municipio de Garrafes del Torío. De allí era Roberto Álvarez que, con solo 35 años, era el más joven de los fallecidos. Roberto dejó dos hijos pequeños, una niña de dos años y un bebé de meses en el momento del fatal accidente.

La muerte de Orlando González también tiñó de luto La Pola de Gordón, donde vivía con su madre aunque él y su familia son del pequeño pueblo de Paradilla. Tiene un hermano que vive en Geras, estaba soltero y llevaba entre doce y trece años trabajando en la minería.

El único de los fallecidos del accidente del Pozo Emilio del Valle que no era de la provincia de León fue José Luis Arias, un asturiano casado y con dos hijos que era natural del concejo de Pola de Lena y que se había trasladado para poder seguir trabajando en la minería.

El accidente más grave de los últimos 30 años en la minería leonesa

El terrible suceso del pozo Emilio del Valle, en el Grupo Tabliza de Llombera (La Pola de Gordón) en el que seis mineros perdieron la vida por un súbito escape de gas metano, fue el más grave producido en los últimos 30 años de la minería leonesa de carbón, tras el de Fabero en noviembre de 1984 con ocho muertos y el de Caboalles de Abajo en 1979 con diez.

Además, entre los provocados por bolsas de grisú -como se denomina al gas metano incurso en el carbón-, es el segundo más grave tras el siniestro en el pozo Santo Tomé de Turón (Asturias) que costó la vida a once mineros en 1967, en una mina de la empresa Hullera Española, en Asturias.

1984: ocho muertos en Fabero

El 19 de noviembre de 1984 una explosión de gas grisú terminó con la vida de ocho mineros en Fabero. Concretamente, en el Grupo Río, de Combustibles de Fabero (Cofasa). En el accidente murieron los mineros Tomás Abella, Adelino Alonso, Emilio Álvarez, Santiago Álvarez, Manuel García, Ramiro Guerra, Luciano Iglesias y Manuel Tejón.

Especialmente cruel fue la lucha de Tomás Abella de la Mata durante 61 días en la residencia sanitaria La Paz de Madrid. No pudo superar las graves quemaduras que sufrió en el accidente a pesar de que “había tenido momentos de mejoría y animaba constantemente al resto de sus compañeros heridos en el mismo siniestro, según el parte médico, y falleció el 20 de enero de 1985 por un paro cardiaco.

Las familias de los mineros fallecidos recibieron un telegrama de pésame del entonces presidente del Gobierno Felipe González.

1979: 10 muertos en Caboalles de Abajo

El miércoles 17 de octubre de 1979 perdían la vida diez mineros en el Pozo María de Caboalles de Abajo, de la entonces Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) ya desaparecida.

La noticia del accidente del Pozo María quedó grabada en la memoria de los lacianiegos. Perdían la vida los mineros Basilio Uría Cangas, Manuel Gómez Díaz, Adolfo Real Suárez, Emilio Pinillas Álvarez, Arselí Fernández Díez, Otilio Álvarez Fernández, Antonio Restrepo Vior, Manuel González Acero, José Ouviaña Díaz y Alfredo Prieto Suárez.

Los trabajadores fallecidos habían entrado a trabajar en el segundo relevo, a las 16.15 horas, y en el momento del suceso estaban desarrollando su labor en el taller sobre la capa 13 de la planta quinta del citado pozo, según cuentan en este reportaje de la también cerrada, como aquel pozo, La Crónica de León. Según el informe elaborado en su día, el accidente se produjo por una explosión de grisú.

“Sin lugar a dudas, todos los hechos apuntados en la segunda parte de este informe evidencian la existencia de una explosión de grisú”, recoge literalmente el informe. Una explosión que escucharon los mineros que estaban trabajando en las plantas tercera y quinta. La deflagración pudo tener su origen en una chispa producida en la locomotora de baterías. Así en el informe se puede leer que “indudablemente, de todas las causas posibles en taller y galería, la locomotora de baterías es la que razonablemente ofrece más posibilidades de haber sido el origen de la deflagración”.

Los últimos muertos

El último accidente mortal en la minería española tuvo lugar el 12 de mayo del pasado año, cuando un trabajador de mantenimiento de una mina de Súria (Barcelona) perdió la vida al caer en un pozo de 80 metros de profundidad. En León, la anterior tragedia mortal minera hasta la del Pozo Emilio del Valle en La Pola de Gordón se remota al 18 de julio de 2011, cuando un electricista de 41 años murió en una explotación de Torre del Bierzo (León).