Empieza el combate en Pekin Express

Concursantes Sonia e Ylenia Pekín Express

Nuria V. Martín

La final de Pekin Express se roza con los dedos, pero hasta ese momento las parejas tendrán que sacar las garras. A 55 kilómetros de la salida los concursantes tienen que tomar una importante decisión, cuando el cansancio de la carrera se nota en las relaciones internas de las parejas. Debían separarse para ir uno en un jeep sin saber el destino y consecuencias, mientras que el otro miembro de la pareja debe hacer autostop y pasar la noche solo hasta llegar al libro rojo para rencontrase. Las astorganas llegaron en segunda posición y sería la madre la que se fuera en el coche y la hija se buscaría la vida en solitario.

En lo que a Ylenia le pilla el final del día en una reserva natural para pasar la noche Sonia llega a un centro de la lucha libre Kushti, una cultura que se convierte en un modo de vida, donde tendrán que convivir con los luchadores. Lógicamente el vasco estaba emocionado por el reto y lo dio todo en el arenoso ring, pero Sonia no estaba nada convencida con tener que pelear con las chicas nada femeninas del lugar y dormir entre tanta porquería. Por el contrario, la pequeña leonesa se topa entre leopardos y osos perezosos en libertar con la que adoptaría como su madre india, que la mimó y cuidó con todo su cariño.

Al día siguiente los corredores en solitario retoman la carrera hasta el libro rojo, pero el orden de llegada sólo determina el orden de salida en el siguiente tramo, ya que los otros miembros de las parejas participan en el juego de la inmunidad apostando en peleas entre los luchadores con los que convivieron. Después de cinco combates, con apuestas al descubierto y a ciegas del resto, el que más fichas consiguiera sería el ganador de la inmunidad que les da el pasaporte a la final. Sorprendentemente el luchador vasco perdió tras fallar tres rondas seguidas, a pesar de su supuesta ventaja en el tema, y Sonia se enfrentó contra Blanca en el desempate haciéndose con la tarjeta verde. La inesperada situación descolocó las estrategias en la asamblea, con un empate que las astorganas resolvieron votando como siempre a Pepe y Blanca de ovejas negras.

Madre e hija supieron aprovechar la preciada inmunidad tomándose el resto de este programa con mucha calma y disfrutando. Una idea que no les hacía nada de gracia a los aristócratas porque les obligaba a llegar primeros por tener que descender un puesto, como las leonesas no se pueden ir si ellas llegan las últimas serían los terceros los que abandonarían el programa. Por si acaso abandonaban la carrera los amigos decidieron hacer cosas impensables, como que Pepe se cortara el pelo a pesar de la dudosa higiene. Una noche más tienen que buscar alojamiento, donde madre e hija confiesan que su relación ha mejorado gracias al concurso, aunque ese momento emotivo se esfumó con el alba buscando transporte, cuando volvieron a sus habituales desencuentros, a pesar de ser de ser inmunes y no tener prisa, recordémoslo.

En medio del camino les esperaban sus familiares, en una Tablet, con muchos ánimos para el último empujón y las indicaciones para llegar a la meta. Como era de esperar las emociones inundaron los ojos de los corredores, que no podían ni escribir la dirección, menos en el caso de las ovejas negras que las lágrimas se transformaron en sudores fríos por las prisas. Lo que predijo Pepe las astorganas llegaran las últimas a la meta, pero a pesar de ello llegaron primeros así que se libraron de la expulsión y se lo hicieron saber con unas miradas asesinas a madre e hija. La eliminación estaba entre los primos y los luchadores, siendo estos los últimos y con la tarjeta roja tuvieron que abandonar la competición.

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