El Valle del Estremero renace gracias al esfuerzo de las nuevas generaciones

Uno de los árboles plantados por los alumnos de Cistierna y Riaño. // Daniel García Martínez

Daniel García Martínez

Una enorme zona de alto valor natural en la Montaña de Riaño y Mampodre quedó cubierta de cenizas el 30 de agosto de 2021, después de que un grave incendio forestal (provocado, según todos los indicios) destruyera un entorno boscoso a tan solo un kilómetro y medio del municipio de Boca de Huérgano.

Los vecinos aún recuerdan las imágenes dantescas, las llamas y las altas columnas de humo producidas por la combustión de robles, sauces, abedules, pinos y matorral.

Esta catástrofe, declarada como incendio de nivel 1 de peligrosidad, movilizó a helicópteros, buldóceres, autobombas y cuadrillas de extinción, que después de varios días pudieron sofocar un fuego desatado en ocho focos distintos y que se enseñoreó del terreno en muy poco tiempo, avivado por los constantes cambios de viento y favorecido por un terreno escarpado que dificultó, si cabe aún más, el acceso de medios terrestres. Aunque son muchos los que afirman que de no haber sido por la eficacia y rapidez de todos los efectivos implicados hubiera sido peor, mucho peor.

Donde antes crecía en la ladera multitud de vegetación hoy todo aparece negro, como si una bomba lo hubiera pulverizado; pero el Valle del Estremero espera a 90 alumnos de los últimos ciclos de Primaria de Riaño y los dos primeros cursos de Secundaria del Vadinia para tener una segunda oportunidad de renacer plantando unos 100 ejemplares de abedules, mostajos y serbales.

A lo lejos, el Yordas y el Gilbo cubiertos de nieve brillando bajo el sol, la hierba tan verde que parece de cristal y los manantiales por los que brota un agua muy limpia, solo son unas imágenes anticipatorias de lo que este bosque de Tierra de la Reina podrá volver a ser. La jornada, diseñada entre el IES Vadinia y el CRA de Riaño, pretende concienciar a los jóvenes de la necesidad de cuidar, vigilar y preservar el mundo natural, un patrimonio que la Montaña Oriental leonesa atesora en grandes cantidades y que es una de sus bazas más importantes.

La iniciativa pretende ser el primer paso para reforestar el área afectada por el incendio y así recuperar una zona protegida altamente valiosa. “A pesar de las costosas gestiones que se han llevado a cabo (autorizaciones a la Junta por tratarse de parque regional, conseguir plantas con certificado de procedencia, decenas de llamadas a los ayuntamientos y pedanías, o cuadrar agendas de muchas personas implicadas) es algo que ha merecido la pena”, comenta Amelia Rodriguez, Jefa de Estudios Adjunta de la sección en Riaño del IES Vadinia. “Lo importante es que los chicos se conciencien de la gravedad de los incendios y que entre todos se puede recuperar algo de lo perdido. Esperemos que en próximos cursos se nos permita seguir con lo que hemos empezado hoy.”

En esta misma línea coinciden todos los maestros y profesores que acudieron con sus clases: “Me ha parecido una actividad muy instructiva”, explica el docente Javier Calleja, “porque en el fondo no es lo mismo tratar estos temas en clase de una manera teórica, a verlo como es en realidad sobre el terreno, que comprueben la inmensidad de las pérdidas.” Desde luego, los jóvenes se quedaron muy impresionados al comprobar lo dañino que puede ser un fuego y la mínima parte que se regenera con la centena de árboles que han plantado. Pero esto es algo que está bien porque casi todos se han quedado con ganas de másy continuar con la labor. “Socializar con los compañeros de Cistierna y hacer esta actividad conjunta ha sido una idea genial”, apuntan entre risas de satisfacción Valeria y Julia mientras aprietan tierra para fijar bien las ramas y riegan con los calderos de agua que llega gracias a una cadena humana que se ha formado espontáneamente.

Complementando a la reforestación en el valle con los tres tipos de árbol, el grupo de Agentes Forestales de las Oficinas Comarcales de Medio Ambiente de Cistierna y Riaño impartieron unas charlas y realizaron unas interesantes actividades para que los chavales se implicaran activamente para saber que la naturaleza es un bien comunal que hay que mimar entre todos. Además, prepararon los hoyos para plantar los árboles, explicaron a los estudiantes los distintos tipos de vegetación y cómo el ecosistema se ve alterado por un suceso de estas características.

Los alumnos quedaron gratamente satisfechos con las explicaciones de estos agentes, que en todo momento aclararon dudas e insistieron que un incendio de éstas características esconde daños colaterales (como la contaminación de las aguas por las cenizas o el riesgo que asumen los trabajadores que acuden a extinguirlos). Los estudiantes quedaron tan impactados por lo que vieron y escucharon por boca de los agentes, que incluso alguno de ellos iba comentando en el autobús de vuelta que les gustaría trabajar como forestales en un futuro. “Me ha parecido una actividad muy divertida y útil porque hemos plantado unos árboles a los que vendremos a ver”, señala Ekaitz Allende. “¡Y les hemos puesto también nombres!”, apostilla su hermano gemelo Kimetz.

Para redondear esta actividad tan interesante, el Centro para la Defensa contra el Fuego, creado por la Consejería de Medio Ambiente en 2003 para la formación, educación ambiental e investigación de incendios forestales, acudirá a Riaño para impartir un programa educativo de prevención activa de incendios forestales. El principal objetivo de este “Aula del Fuego” es sensibilizar y generar cambios en la actitud que tienen los jóvenes respecto a los incendios forestales y sus negativas consecuencias ambientales. Todo un broche final.

Una frase atribuida a Benjamin Franklin aseguraba que si a alguien le cuentas algo lo olvidará enseguida, que si se lo enseñas lo recordará un tiempo pero que si le involucras lo va a aprender para siempre. El valor de lo práctico sobre lo teórico, que sean ellos mismos los que están implicados en una actividad real es indudablemente valioso, sobre todo para una generación acostumbrada a los estímulos visuales e inmediatos. Con enseñanzas como esta actividad educativa, lúdica y solidaria, el aprendizaje seguro que será más duradero, motivador y significativo, y a buen recaudo que los chavales lo recordarán durante tiempo, siendo futuros ciudadanos responsables y concienciados con todo lo que les rodea.

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