Genética sostenible

La genética dará mucho que hablar en el futuro. // Pura Vida Fotografie / Pixabay

Javier Pérez

Mucho se habla de la sostenibilidad del transporte, de la sostenibilidad de la energía, de la sostenibilidad de nuestro consumo y hasta de la sostenibilidad de nuestra dieta. Pero parece que, por algún motivo, todo el mundo deja todavía de lado nuestra sostenibilidad genética.

Un comportamiento genéticamente sostenible pasa por potenciar los mejores genes en nuestro acervo social y reprimir aquellos que puedan ser más perjudiciales para la sociedad en su conjunto. Cuales deben ser los genes promocionados y cuales los penalizados es una cuestión que dará lugar, sin duda, a grandes debates entre los pastores y el ganado. Esta, sin duda, será la próxima y decisiva lucha de clases.

Para el ganado, los mejores genes son los que defienden a la comunidad, los que proporcionan seguridad y dignidad a su prole, y los que son capaces de propiciar las mejores condiciones para la continuidad de una sociedad más justa, mejor organizada, y con más proyección de futuro. Es decir, los mejores serán, como siempre, los más adaptables y los que garanticen una mejor respuesta en caso de emergencia, para así soslayar la extinción.

Desde el punto de vista de los pastores, en cambio, los mejores genes serán los que produzcan individuos más dóciles, que produzcan más y se opongan menos a que los ordeñen, o los esquilen o los sacrifiquen. Entiéndase esto desde el punto de vista metafórico o textual, según los casos. Como norma general, y como ha sido siempre desde que el hombre desarrolló la ganadería, los pastores prefieren a los animales que más producen, a los que más y mejor engordan, a los que desarrollan más fuerza de trabajo, a los que no se alimentan a sí mismos con recursos valiosos, y también a los más dóciles, a los que no tienen uñas, cuernos ni dientes. Y sobre todo, sin excepción, prefieren a las hembras. Nadie que tenga cincuenta ovejas tiene veinticinco machos y veinticinco hembras. Nadie que tenga cuarenta vacas, tiene veinte vacas y veinte toros. Nadie que tenga doscientas gallinas tiene cien gallos. No es razonable. No es cabal. No es sostenible, y por eso precisamente se tritura a los pollitos machos en las granjas avícolas.

Cuando se extienda aún más el concepto de genética sostenible, veremos una presión aún mayor sobre cualquiera que pretenda tener una opinión propia, si esta colisiona con los intereses del pastor. Veremos un feminismo aún más radical. Veremos un vegetarianismo aún más rampante. Y veremos, más vallas en el campo, más apriscos y pocilgas en las ciudades, más escuelas donde sólo enseñan a ser más obediente, más gimnasios para mejorar la calidad de la carne y más cañadas obligatorias por las que desplazarse de una cuadra a otra.

Cuando la genética sostenible sea al fin un concepto triunfante, nos vamos divertir de lo lindo, ya veréis.

___Javier Pérez Fernández fue director durante diez años de la revista Campus, en la Universidad de León, y es un escritor leonés con diversos galardones literarios. En 2011 obtuvo el Premio de Novela Ciudad de Badajoz por su obra El secuestro del candidato, un thriller político en el que se mezclan el humor negro, la trama policíaca y la crítica social. Su última publicación es Catálogo informal de todos los Papas, de 2021.

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