El desapercibido impacto de incendios que suponen un “desastre ecológico” entre el Alto Sil, Omaña y Gistredo
El fuego ya estaba el sábado en la portada informativa, se desbocó el domingo y el lunes dejó las impactantes imágenes de picachos rojizos ennegrecidos en Las Médulas. La mayoría de las miradas se posaron sobre el paraje Patrimonio de la Humanidad, donde las llamas entraron también en casas y en infraestructuras turísticas. Pero hay un corredor verde al norte de la provincia también salpicado por el fuego, una franja que va desde Anllares del Sil (Páramo del Sil) hasta Fasgar (Murias de Paredes), una tragedia ecológica que salta del Alto Sil hasta Omaña y Gistredo, incluso extrapolando la base de un triángulo que tendría su vértice en Orallo (Villablino), en el corazón de Laciana. Los tres se mantienen al mediodía de este miércoles en nivel 1 de gravedad.
El fuego pasó en algunos puntos tan desapercibido que en Anllares del Sil, con su emblemático Pico del Miro ya en la diana, fueron durante muchas horas los propios vecinos los que le hicieron frente hasta que desbocó en la noche del lunes y comenzaron a llegar los medios del operativo de extinción. El incendio, que por momentos pareció controlado, tomó otra vez virulencia hasta afectar de lleno a un entorno que es feudo de flora como los acebos o los tejos; zona de urogallos, lobos y osos pardos; rincón sentimental para los lugareños; y punto de referencia para rutas y turistas.
Su pedáneo, Borja Martínez Maceda, no duda en hablar de “desastre ecológico” por un incendio que ha afectado también a las captaciones de agua de la localidad. “El monte no estaba como tenía que estar”, dice sin ahorrar la autocrítica antes de lamentar las “trabas” para “desbrozar o limpiar caminos” con el argumento de que la senda habilitada recientemente para la CorreOsa, una prueba deportiva en bicicletas de montaña, sirvió para “parar el fuego” por ese flanco. “Y también hago una crítica a los ecologistas”, añade para echar en falta más manos en la lucha contra el fuego y sí alabar la presencia de miembros de la Fundación Oso Pardo (FOP).
Martínez Maceda no quiere entrar en comparaciones, máxime al subrayar que el incendio de Las Médulas ha tenido ya graves consecuencias económicas. Pero remarca la singularidad de un territorio con extraordinarios valores naturales, patrimoniales y paisajísticos. “No es como si su hubiera quemado una tierra de labor”, remarca tras reconocer una mezcla de “enfado y tristeza” por el impacto “sentimental” del Miro en la población local. “Me imagino que hubo situaciones peores. Pero nosotros estuvimos cuatro días pidiendo ayuda”, señala.
Somos zona SIPAM. Es un reconocimiento mundial. Y nadie habla de ello
Ahora este incendio llega cuando el entorno estaba “en la cresta de la ola” de su aprovechamiento turístico, uno de los recursos que le queda a una localidad que sufre las consecuencias del cierre de su central térmica tras el final de las explotaciones de carbón, sector económico emblemático durante un siglo en comarcas como El Bierzo. “Todos los días estaba habiendo visitas guiadas. Y esto te baja de golpe los ánimos”, admite el pedáneo todavía en plenas labores para controlar, y luego poder extinguir, el fuego.
Las llamas también tiñen de negro otro espacio verde como Omaña, en este caso debido al incendio declarado ya el pasado viernes en Fasgar hasta afectar también a puntos emblemáticos como el abedular de Montrondo o la ladera del Pico Tambarón, ya en la frontera con El Bierzo en la Sierra de Gistredo, entorno que era uno de los destinos de los macroparques eólicos planteados por Repsol y frustrados tras la oposición social. La alcaldesa de Murias de Paredes, Carmen Mallo, tampoco entra en comparaciones con “catástrofes” como la de Las Médulas o la muerte de un voluntario que contribuía en el sur de la provincia a la extinción del incendio llegado de Zamora. Pero subraya el impacto de lo quemado “para los ganaderos” con la pérdida de pastos, al tiempo que destaca el valor de ser parte de la zona SIPAM (Sistema Importante del Patrimonio Agrícola Mundial): “Somos zona SIPAM. Es un reconocimiento mundial. Y nadie habla de ello”.
¿Será el extraordinario valor ecológico de la zona una de las cuestiones que se pongan sobre la mesa a la hora de abordar la recuperación? “Habrá que poner a funcionar el sentido común”, responde la regidora, todavía a la espera de que cesen las llamas y se pueda evaluar la dimensión del impacto en el patrimonio natural. “Y si se detectan fallos, habrá que abordarlos”, añade para insistir en poner el acento en el “valor de los pastos” como “fuente de riqueza”. “Pienso en los ganaderos, que viven de ello y viven aquí”, afirma Mallo para dejar sentada una premisa cuando llegue la hora de afrontar el futuro: “Habrá que escuchar a la gente de abajo”.