Son varias las polémicas que se han dado en la ciudad de León respecto a los árboles, desde los de la avenida Sáenz de Miera, talados por el mal estado de algunos ejemplares, pasando por el llamado 'corredor verde' de la avenida Nocedo y más recientemente las obras del final de Padre Isla que han visto una reducción de 70 a 20 árboles proyectados. Los nuevos proyectos de obras en la ciudad, como la renovación de las calles Gil y Carrasco o Felipe Sánchez, priorizan el cemento a los espacios verdes y no parecen resolver la problemática climática por la falta de árboles proyectados.
Especialmente durante el último año el Ayuntamiento de León ha optado por una política urbana que se queda atrás respecto a las medidas europeas y que se basan en reverdecer las ciudades. A golpe de cemento el Consistorio leonés ha dado luz verde a varios paquetes de proyectos que, con el objetivo de 'calmar el tráfico rodado' o de implantar 'zonas de bajas emisiones', modifican y ensanchan las aceras pero se olvidan del arbolado.
En contra de la línea europea
Las ciudades de la Unión Europea están apostando por renovar su urbanismo para convertirse en núcleos mucho más verdes, sostenibles y mas saludables. No solo por la contaminación sino por los aumentos de temperaturas que provocan que varias ciudades se conviertan en lo que se denomina 'islas de calor'; un efecto que provoca que en entornos urbanos las temperaturas aumenten más de 10 grados tras días consecutivos de calor.
Este efecto se incrementa en ciudades con edificios que bloqueen el viento o donde haya menos árboles. Uno de los ejemplos más evidentes a nivel europeo es la ciudad de París, señalada por el estudio The Lancet Planetary Health como la ciudad en la que el calor suponía un mayor riesgo para la salud.
Ahora, el Ayuntamiento de la capital francesa, ha ideado un plan para mejorar sus condiciones urbanísticas que se basa ampliación de los espacios verdes y la 'vegetalización' de las zonas urbanas. Esta medida consiste en 300 nuevas hectáreas de parques y jardines para las próximas dos décadas. Una propuesta a medida para una gran urbe como París, inviable por muchos motivos en una como León pero que sin duda marca el camino hacia un urbanismo diferente.
Para ello, Europa ha habilitado fondos como Edusi y Next Generation, que han recibido ciudades como León a cambio de avanzar hacia un urbanismo más verde. Durante los últimos años la ciudad ha pasado por diferentes obras con ese mismo objetivo sobre el papel. Sin embargo, en muchas de ellas el cemento acaba siendo la principal constante, dejando en un segundo plano o incluso eliminando vegetación.
David Acebes, de Ecologistas en Acción, critica la inacción de los Ayuntamientos en esta materia: “Hay una miopía total hacia el cambio climático. No están tomando nota de los cambios que se deben de realizar ni que se están realizando en Europa”. Acebes defiende que el arbolado es una de las claves para frenar los efectos del cambio climático en las grandes ciudades: “No sólo por la contaminación, también por el calor. El arbolado reduce la temperatura del suelo y hace que se reduzca el calor. Las ciudades con poco arbolado absorben todo el calor, son como planchas”.
Del mismo modo, Acebes critica el uso que se ha hecho de los fondos europeos: “Tenemos los fondos Edusi, que han sido un pitorreo. El dinero que se suponía que iba a destinarse a los barrios del norte de León se ha acabado usando principalmente para fomentar el turismo. Las obras que se han hecho con esos fondos, como la de Nocedo, se han dedicado a cortar árboles”.
Para él, las talas que se han producido en la ciudad ya son una pérdida que difícilmente pueda subsanarse: “Eran árboles que hacían una función ecosistémica enorme. Ahora los que se planten tardarán años en ejercer los mismos beneficios. Es un retroceso enorme, no vamos a vivir las condiciones en León que se han vivido hasta ahora. Los golpes de calor serán cada vez más frecuentes en ciudades con más hormigón y cemento”.
Por su parte, el profesor responsable del grupo de investigación Ingeniería de materiales y eco-eficiencia (INMATECO) de la Universidad de León, Andrés Juan Valdés considera que el centro del problema está en el uso del coche como transporte predilecto, incluso en ciudades pequeñas como León: “Pienso que se debería priorizar la instalación de árboles, pero también favorecer la movilidad sostenible. Al final, cerrar para peatones y poner zonas verdes supone impedir el paso a los coches y es algo que cuesta para nuestra sociedad”.
El ejemplo perfecto para este argumento es la polémica por las obras de Padre Isla, que de los 70 árboles que tenía proyectados acabará con solo 20 tras las críticas de algunos vecinos y comerciantes que no querían que se restasen plazas de aparcamiento.
Las obras
Ha pasado en La Candamia, en la avenida Sáenz de Miera, también en San Mamés. Otra de las obras que se ha realizado en León es el llamado 'corredor verde' de la avenida Nocedo. Primero se talaron dos árboles y después se sepultaron bajo cemento zonas que ya estaban ajardinadas de los más de 11.000 metros cuadrados que formaban el proyecto. Algunas plazas de la avenida acabaron teniendo menos presencia de césped y arbolado que antes.
En el mismo programa de obras que las de Padre Isla, financiadas a través de los fondos Next Generation, se incluyen otras cuatro obras para crear 'Zonas de calmado de tráfico'. Una de ellas es la calle Gil y Carrasco, que incluye Alfonso V y San Agustín. La reforma todavía se está llevando a cabo y consiste en una peatonalización con un presupuesto de 1.373.895,12 euros. Comenzaron a finales de junio y durarán cinco meses. No hay árboles proyectados en los casi 3.500 metros cuadrados que ocupa, salvo los que se encontraban ya en la Plaza de las Cortes Leonesas, que limita con las obras.
Otro de los proyectos que se encuentran en proceso es la de la calle Felipe Sánchez, que incluye el acceso a La Candamia. El objetivo es crear una calle de coexistencia, con el tráfico restringido para transporte público, servicio público y carga y descarga. El Ayuntamiento anunció su inicio en enero de 2023 y tenía prevista una duración de cinco meses. Sin embargo, en julio todavía se están llevando a cabo. La obra cuenta con un presupuesto de 590.265,23 euros y tampoco incluye arbolado, creando una amplia acera en la que el peatón no encuentra una sombra.
También incluía el paquete de obras la calle Ramiro Valbuena, entre Padre Isla y la Plaza de la Inmaculada, que tenían que haber comenzado en febrero y terminado en mayo, sin haberse realizado todavía. La calle disponía de árboles y ahora el proyecto de obra asegura que se mantendrán y protegerán mientras se realicen los trabajos. El presupuesto está en 611.974,73 euros e incluye una peatonalización de la calle.
“Intentamos arreglar los problemas de hace 30 años con medidas que ya no sirven”, critica el investigador Andrés Juan Valdés que añade: “Se siguen priorizando en las obras las vías asfaltadas que no anteponen al peatón, el transporte público la bicicleta”.
Es el caso del último de los proyectos de obra que incluye este paquete es el de las obras de la avenida José María Fernández, que finalizó en marzo con un presupuesto de 207.539,33 euros.
Es la única obra que incluye arbolado en el proyecto para complementar el que ya se había instalado en actuaciones anteriores, la “reposición de aquellos árboles de la intervención inicial que no han prosperado” y un carril bici. Además, aunque se mantiene un carril central de circulación, este se ha reducido de dos a uno solo.
“El Ayuntamiento, de cualquier color, intenta mejorar pero lo hace con pasos tímidos. De hecho, uno de los objetivos europeos en materia de desarrollo sostenible es hacer las ciudades más saludables. Los árboles, fomentar el transporte público o la bicicleta son pasos para ello. Hace falta mayor valentía por parte de los políticos y apostar por todo ello sin miedo a las críticas e invertir en calidad de vida, algo favorable a largo plazo. Lo hemos visto con peatonalizaciones como las de la Calle Ancha que fue muy polémica en su día y ahora es mucho más positiva. El problema es que la clase política se mueve al dictado de la ciudadanía y todavía no se ha dado ese cambio de mentalidad”, valora Andrés Juan Valdés.
“Lo que deberíamos hacer es conservar los árboles que hay y en los polígonos, en lugar de construir grandes bloques de pisos, generar pulmones verdes por los cuatro costados de la ciudad. Algo que no es tan rentable económicamente pero sí a nivel de salud y bienestar de los ciudadanos”, zanja David Acebes.