“León celebra este domingo San Froilán con las Cantaderas, y el espectacular desfile de los pendones y los carros engalanados”. En esta frase más que común en el lenguaje popular se esconde una serie de grandes mentiras: no es la fiesta de San Froilán, ya que se celebra el domingo anterior al 5 de octubre; y tampoco es fiesta patronal de la capital leonesa, ya que es la del patrón de la diócesis y su festejo oficial ese día 5 es con la romería a la basílica de La Virgen del Camino (a su vez patrona de la Región Leonesa, y también sin romería para ella en su día del 15 de septiembre).
Pero da igual, en los titulares de periódico –presos de poco espacio y por ello, de una imperiosa necesidad de resumirlo todo de la forma más escueta y sin posibilidad de explicarse– el domingo anterior al 5 de octubre los leoneses celebran San Froilán, pese a ser en realidad la fiesta de Las Cantaderas... que se escenificaban tradicionalmente en la Virgen de Agosto (el 15) hasta los años 90; en las fechas que era la fiesta original de la ciudad en vez de las actuales de San Juan y San Pedro.
Y es que la relación de León capital con sus fiestas patronales es extraña, porque todas están movidas de fecha respecto a las históricas y oficiales. En realidad el patrón de la ciudad es San Marcelo el 30 de octubre, pero no es fiesta patronal de descanso ni hay celebración popular. Y además los leoneses han disfrutado de las fiestas que más aprecian: las de San Froilán... que hace cincuenta años prácticamente no existían en el municipio.
¿Pero cómo es posible esto? ¿Por qué los leoneses dejan de lado a su patrón, San Marcelo, uno de los primeros mártires cristianos de la Hispania Romana? ¿Y por qué en el siglo XX dieron también de lado a su fiesta de verano el 15 de agosto para hacer de San Juan la festividad del patrón (obviando a San Pedro)?
“El arraigo de San Froilán viene por la fecha, porque cae con las fiestas estacionales, porque las otras están cubiertas. La de invierno (Navidad), primavera (Semana Santa) y verano (San Juan y San Pedro) están cubiertas. Por lo tanto, en el otoño, quedan las de la cosecha y a día de hoy la fiesta de San Froilán se celebra evidentemente ahí, pero su celebración popular es bastante más reciente de lo que parece”, explica el profesor de Historia del Arte de la Universidad de León César García Álvarez.
Y es que las fiestas más queridas por todos los leoneses son, en realidad, de primeros de los años 90, cuando a Juan Morano le dio por cambiar de fecha Las Cantaderas (que se acompañaban de los carros engalanados) que se celebraban el 15 de agosto, la verdadera fecha de las fiestas de verano de la ciudad, pero que a primeros del siglo XX se cambiaron por la Feria Ganadera entre San Juan y San Pedro.
“El 15 de agosto se celebra el final de la cosecha, el comienzo de la siega, y que antiguamente se venía precisamente a ofrecer el cuarto de toro o el toro sacrificado a la propia Virgen Blanca, con el baile de las Cantaderas. Y el 15 de agosto es también la fiesta de la Virgen de Regla, que es la vocación de nuestra catedral, Santa María de Regla. En realidad debería ser la Virgen Blanca, pero también es en agosto, o sea que tampoco hay mucho cambio. Y es una fiesta que, al trasladarla, ha ganado un poco de vistosidad, sobre todo porque el 15 de agosto en León no hay nadie, en realidad. Y por eso se cambió. Pero su auténtica fecha, recupera un poco esa función simbólica de las vírgenes, de ser también las herederas de aquellas diosas madres de la tierra, de la fecundidad, y todo eso brilla con gran potencia en la fiesta de las Cantaderas. Fiesta que en los años ochenta se celebraron un par de años o tres el día de San Pedro, coincidiendo con las fiestas de San Juan”, apunta el historiador.
Además, “en una más que afortunada decisión”, argumenta, se sumó a la fiesta que conmemora el final del tributo de las cien doncellas la recuperación de los Pendones concejiles: “Un acierto unirla todo. Por lo San Froilán se ha convertido en una celebración muy agrícola, muy rural, de relación también de la capital con el entorno. Una fiesta realmente, además, muy apreciada por todos los ciudadanos” por su alta carga de tradición centenaria y cultural, pese a que en realidad no tenga mucho más de treinta años tal y como la disfrutan los capitalinos de la provincia hoy en día.
La antigua Feria de San Marcelo
Entonces, las fiestas de San Froilán (sin fiesta oficial patronal) toman una enorme preponderancia en el subconsciente colectivo de los habitantes de León ciudad, dejando de lado al patrón real: San Marcelo. Pero es que el pobre mártir tiene que seguir penando porque sólo hay que mirar la fecha en el calendario para darse cuenta de que lo tenía muy mal desde el principio para competir con la fiesta del patrón de la diócesis.
El día de San Marcelo es el 30 de octubre. Y esto complica las cosas. Primero porque San Froilán, el 5 de octubre, es una fecha perfecta para celebrar el cambio de estación, la fiesta otoñal, la de la cosecha. Justo en el momento en que acaba de ocurrir el equinoccio (sobre el 20 o 21 de septiembre) y aprovechando los últimos dias de cierta benignidad meteorológica y de temperaturas para ir a la campa de La Virgen del Camino a comer morcilla, chorizo entrecallado y demás viandas (y no olvidarse de llevar los perdones en forma de bolsón de avellanas).
Segundo, porque la fiesta otoñal por antonomasia es el 1 de noviembre, el día de los difuntos. Ya sea en su modo católico de Todos los Santos o la fiesta más antigua de reminiscencias anteriores a los romanos que hoy se escenifica con la tradición anglosajona de disfrazarse en Halloween. Es decir, que la misma fecha hace prácticamente imposible que se celebre San Froilán como el patrón de la ciudad, porque una vez celebrado San Froilán y con Todos los Santos dos días después, de fiestas ya está completo el calendario. Y eso que en su momento la festividad de San Marcelo tuvo su importancia. Cuando no competía con San Froilán, se organizaba una feria en el siglo XV avalada por el rey Enrique IV, que –según el libro de Luis Pastrana Políticas y Ceremonias de León– que a mitad del siglo XVII se conocía como de San Marcelo o de Todos los Santos.
Una feria que, según los documentos del Archivo Municipal citados por el fallecido cronista de la ciudad de León, llegó a ser “la más importante” celebrándose entre el 21 de octubre y el 1 de noviembre. Había “espectáculos públicos con buhoneros, circo y otros divertimentos populares”.
La olvidada fiesta del patrón de León
Pero hasta la feria cayó en el olvido. Quedando tan sólo la celebración eclesiástica, porque no en vano San Marcelo fue uno de los mártires paleocristianos más importantes. Fue ejecutado por negarse, siendo centurión de la Legio VII, a honrar como deidad al Emperador de Roma a finales del siglo III. Eso sí, lo ajusticiaron en lo que hoy sería Tánger, en la provincia romana de Africa Tingitana. Y sus restos los trajo a León nada menos que Fernando el Católico al final del siglo XV.
“San Marcelo es uno de los primeros centuriones romanos que se convierte en el cristianismo, porque se niega a celebrar el cumpleaños del emperador, y, gracias a su martirio, se convierte ya desde muy temprano en una especie de símbolo del temprano arraigo del cristianismo León. Está aún por abordar el papel de la legión en la llegada de las creencias cristianas a León, algo que siempre se ha considerado evidente en el caso del mitraísmo, y obras como la basílica paleocristiana de Marialba, tienen una antigüedad verdaderamente extraordinaria, que atestiguan la fuerza del arraigo del cristianismo en León. Ello invita a pensar que una de las primeras comunidades cristianas de toda Hispania se pudo producir, precisamente, en León. Todo esto es fascinante también, y en gran medida está por estudiar todavía”, señala García Álvarez.
Así que importante para la Iglesia Católica sí que es el mártir, por lo que ya se declaró su festividad en el siglo XII. Sin embargo se fue olvidando, salvo por la decisión en 1937 por parte del Ayuntamiento de León de honrarle por parte de la Corporación Municipal acudiendo ésta con todas sus galas a misa con un desfile con maceros para honrarle en el lugar donde tradicionalmente se creía que tuvo su casa: lo que hoy es la Capilla del Cristo de la Victoria en la Calle Ancha.
“Está olvidado, el pobre”, reconoce el historiador de la Universidad de León. “Sólo tiene un acto cívico que no puede tampoco arraigar mucho. Casi nadie va a ver el traslado de la imagen a su capilla. Porque además tampoco es una imagen de culto demasiado popular. No tiene el arraigo que sí tienen las imágenes procesionales, y el pobre se ha quedado ahí, en una tierra de nadie devocional. Por ello no es objeto de celebraciones importantes. Es el patrono de la ciudad, pero yo creo que prácticamente nadie lo sabe y tiene muy poca resonancia. Incluso parece que se quisiera hasta disimular un poco, tapar o algo parecido, no lo sé. Resulta curioso”.
Un honor municipal que si bien a finales del siglo XX se seguía efectuando –denominado Fiesta Cívica– hoy prácticamente a ningún leonés que se le pregunte lo va a recordar salvo en alguna foto de los viejos periódicos de papel. La Corporación volvió a rendir honores: en 1993, con el quinto centenario de la traída de sus restos en León, y desde 1998, gobernando Mario Amilivia, ocasión en la que hubo desfile y hasta pregón, determinando que se hiciera los domingos 29 de octubre. Pero a día de hoy sólo hay misa en la Iglesia de su advocación, con la presencia de la Corporación municipal. Si se efectúa alguna ofrenda al patrón de la urbe legionense en la capilla de la Calle Ancha... nadie se entera.
La tradición “no es lo que era”
Más allá de discusiones de si la forma de pasar disfrazado el primero de noviembre es la más adecuada respecto a la cultura cristiana, o de si se debe volver a recuperar los honores al patrón de la ciudad, o de si San Froilán es la mejor fiesta tradicional de la ciudad, se denota en estas circunstancias cómo la visión de lo tradicional cambia con el tiempo y con el recuerdo de los vivos más que con las historias de los que ya no están. La imagen fotográfica en los medios, el cine y la televisión han incrustado en el inconsciente colectivo las celebraciones de tal manera, que lo que tiene sólo décadas de antigüedad se convierte en la tradición por repetición; aunque no lo hubiera sido antes, como se demuestra en el podcast de ILEÓN Sonoro en que César García Álvarez participó contando cómo la Navidad se celebraba bien distinto hace medio siglo a la de ahora.
“Las tradiciones cambian, pasan 30 años y ahora mismo la fiesta más valorada en la capital tampoco es que sea precisamente San Juan y San Pedro, es San Froilán. De hecho, la de junio es bastante impopular en algunos aspectos incluso, bastante criticada. Porque no tiene un gran arraigo. Al principio era una feria puramente ganadera. Y luego se acabó convirtiendo en una fiesta de verano porque había que tenerla. Además, en agosto es que no había prácticamente nadie en la ciudad. Pero si te das cuenta, no tiene prácticamente personalidad. ¿Qué hay? Los juegos artificiales, la feria de atracciones para los niños, sobre todo, y algún concierto. Pero no es una fiesta con verdadero arraigo que despierte verdaderas expectaciones como San Froilán que, esta sí, se haconvertido, de este modo yo creo que muy afortunado, en una celebración casi identitaria de León ciudad. Al aglutinar una serie de tradiciones rurales. Yo creo que las Cantaderas es uno de los días más esperados y más celebrados ahora por todos los leoneses del año”, apunta.
Es decir, que la fiesta de San Froilán, que realmente se celebra hoy en la romería a La Virgen del Camino, se ha comido por completo al patrón de la ciudad. Y como Todos los Santos (o el Halloween festivo para los más jóvenes) está marcado como fiesta nacional, San Marcelo no tiene nada que hacer. Demasiadas fiestas juntas para celebrar.
“Es una festividad que cae en el momento del calendario en el que coinciden con todas las fiestas de comienzos de la estación otoñal. Aunque no se celebre en una fecha concreta u otra, yo creo que eso sí que está firmemente anclado: en la tradición cultural, en el inconsciente y en todas las instancias propias del ser humano. Al menos donde hay cambio de estaciones”, remacha César García Álvarez.
Y en este caso gana el patrón de la diócesis legionense: San Froilán de León. Y por verdadera goleada.