El inaudito proyecto para tirar la iglesia de San Marcelo de León y construir otra al lado

¿Un proyecto para demoler la iglesia de San Marcelo, una parroquia con 12.000 feligreses en el mismísimo centro de León? Esto se propuso en los años cincuenta del siglo pasado, y estuvo a punto de hacerse en los años sesenta.

Este descubrimiento encontrado en los archivos se ha producido durante la documentación del libro que he escrito para el centenario de la Cámara de la Propiedad Urbana de León, que saldrá en 2023 con grandes expectativas de formato y tirada, en el que se hace un repaso a la Historia de la burguesía y del urbanismo de León aportando documentos privados e inéditos y dando una visión del tema hasta ahora desconocido, que en el caso que nos ocupa no saldrá en la primera edición y por eso lo publica en exclusiva ILEÓN. En la investigación de la próxima publicación, reseñar la gran ayuda de Juan Carlos Gómez Barthe, el catedrático José Antonio Balboa de Paz y Juan Carlos Ponga Mayo.

La ciudad de León se transformó completamente en el siglo XX, con su ensanche y reconstrucción de los lugares del casco antiguo –entre ellos la alineación de las fachadas de la calle Ancha que hoy conocemos– y en los tres primeros cuartos del siglo pasado la modernidad fue lo que hoy nos espanta: la piqueta. Este sorprendente proyecto de demoler San Marcelo no fue el único que se planteó, ya que también se propuso (en 1875), también sorprendentemente, con San Marcos –afortunadamente sin llevarse a cabo gracias a la oposición del Gobierno de Madrid– pero sí se consiguió con Puerta Obispo en la Catedral en 1910.

En el caso que nos ocupa, no hay ninguna relación política con San Marcos ni Puerta Obispo. Son épocas diferentes, aunque con similares formas de pensar sobre la modernidad que hoy no serían aceptadas, pero que hay que entenderlo explicado con las mentes de aquel momento como se debe de hacer en el riguroso estudio histórico; evitando presentismos para no juzgar lo ocurrido con la visión del momento en que se lea este artículo. Lo que pasó, pasó por las circunsancias del momento y así hay que intentar explicarlo buscando comprender las motivaciones de los protagonistas de cada suceso y no aplicando el pensamiento posterior.

El motivo real para querer demoler San Marcelo –iglesia reformada en estilo herreriano en 1588 por los maestros Juan del Ribero Rada y Baltasar Gutiérrez, concluyéndose la obras en 1627– se basaba en la argumentación de que estaba en muy mal estado y, sobre todo, que su ubicación entorpecía enormemente a los transeúntes, pues los feligreses colapsaban la calle Legio VII y alrededores. Por eso se terminó abriendo una nueva puerta en la nave norte de la fachada donde estaba la Joyería Iris.

Ya desde los años cincuenta del siglo XX se contempló la idea de tirar la iglesia de San Marcelo, y más cuando en 1962 se cambió la forma de la plaza de Santo Domingo de cuadrangular a circular y se le añadió la fuente. Muchos sectores quisieron hacer una nueva iglesia en lo que después ocupó la Casa de Socorro (Gota de leche). Estuvieron a punto. Otros, como el periodista Lamparilla, se negaban. El caso es que al final se acometió una gran obra de reforma con proyecto de Juan Torbado, en la que desapareció la joyería Iris y se cambió el suelo y se puso calefacción, y también se remató la torre, haciéndola más alta que la Casa Roldán aledaña; dentro de una curiosa competición urbanística entre el clero y la Sociedad Civil.

La propia prensa era partidaria de tirar San Marcelo. En un artículo del periódico del Movimiento Proa, del 22 de mayo de 1962, se apuesta por ello y en él se muestra el anteproyecto realizado por Torbado para una nueva iglesia que se hubiera construido al lado, justo detrás del Ayuntamiento en la calle Arco de Ánimas. Además, he localizado las anotaciones particulares escritas de puño y letra por Máximo Gómez Barthe, que lideraba la llamada asociación 'Pro-Templo“ de San Marcelo y también de la capilla del Cristo de la Victoria.

El libro se debe a que es el centenario de la creación de la Cámara de la Propiedad Urbana de León, justo cuando se transforma la plaza de Santo Domingo y de San Marcelo en 1923, con la construcción, a partir de la demolición del antiguo hospital de San Antonio Abad. Década en la que se construyen el Edificio de Pallarés, el Casino, la Casa Roldán, la Casa Goyo, la traída de aguas, el soterramiento de las presas seculares, la generalización del teléfono, la inauguración de la estación del ferrocarril de Matallana... o sea, la llegada de la modernidad.

En esta obra se repasa el urbanismo leonés durante estos últimos cien años, del conflicto entre la nueva burguesía liberal y la carlista, y otros temas como los propietarios con nombres y apellidos y su procedencia (curtidores, comerciantes catalanes, arrieros...), donde demuestro que gran parte de este patrimonio pertenece a mujeres, no a hombres, ya desde el siglo XIX. También escribo sobre el funcionamiento legal de las Cámaras de la Propiedad y la eterna relación entre inquilinos y propietarios, así como de los pequeños y grandes propietarios leoneses (Secundino Gómez y Carballo). Es diferente porque está documentado con los documentos del Archivo de la Banca Fernández-Llamazares, que no se encuentran en los archivos públicos, y mucho menos en prensa.

¿Por qué querían tirar San Marcelo?

En 1923, fecha de la creación de la Cámara de la Propiedad Urbana de León, la actual plaza de Santo Domingo era un conglomerado de casetas de venta, cables aéreos, nubes de polvo en suspensión, negocios de curtidores, obras y escombros…

Era tal el colapso, que el Ayuntamiento decidió que durante las ferias de León (mercado de ganado del Rastro y otro tipo de mercados) no se volvieran a colocar casetas de venta de objetos, espectáculos y rifas, con su correspondiente alumbrado, en la plaza de Santo Domingo. Al Ayuntamiento le preocupaba el hecho de que cada vez se viesen más mendigos forasteros por los aledaños de Santo Domingo.

En la parte de la plaza que ocupaba el derribado hospital de San Antonio Abad se había colocado una valla para poder realizar las obras de la conocida como Casa Roldán, con doce metros de distancia desde la línea oficial de edificación, es decir, invadiendo todos esos metros de vía pública, lo que provocó más caos. Lejos del bullicio de las obras, en los barrios (San Lorenzo), en las casas de lenocinio se seguía “arrojando a la calle todo tipo de sustancias con completa desfachatez y desvergüenza, cosas inmundas”…

Al parecer el Ayuntamiento no dejaba de pagar facturas por la compra de cemento y cal para las obras municipales.

Las disputas por la plaza de Santo Domingo

El conocidísimo escultor y constructor Julio del Campo tuvo que padecer enfrentamientos por las transformaciones surgidas en León durante los años 20, en unos tiempos caracterizados por la lucha social. En abril de 1923, con la plaza de Santo Domingo en plena ebullición constructiva, el entonces concejal Miguel Castaño propuso cambiar el nombre de la plaza de Santo Domingo por el de plaza de la Libertad (se aprobó por mayoría); en el Ayuntamiento de León Julio del Campo “preparó la Marimorena”:

[…] pidiendo [Julio del Campo] que se acuerde dar el nombre de calle del Hospital de San Antonio Abad y que se coloque en la misma plaza el nombre del obispo fundador de dicha institución con las fechas en que estuvo abierto el edificio; que se dé el nombre de calle del Pósito a la que partiendo de la plaza de Santo Domingo termina en la de Ruiz de Salazar y se ponga el nombre del obispo fundador del mismo […] y se dé el nombre de D. José de Cea a la plaza […] porque los pueblos deben honrar la memoria de aquellos que han hecho obras de caridad, beneficencia y humanidad […]

La respuesta del concejal socialista Miguel Carro Llamazares no se hizo esperar: “La caridad está muchas veces en pugna con la justicia y yo protesto contra un Régimen que hace necesarias estas clases de instituciones benéficas”. Tanto Miguel Castaño como Miguel Carro serían fusilados en 1936.

Santo Domingo, con el derribo del convento, pasaría a ser la plaza que marcaría el centro neurálgico de la ciudad mientras se iba consumando el ensanche a partir de 1923. Tras una guerra civil, la cuadrangular plaza de Santo Domingo había aumentado su influencia, y con la influencia, la algarabía de transeúntes circulando por ella y sus calles adyacentes.

El deterioro de la iglesia de San Marcelo

La iglesia de San Marcelo, con su parroquia, ubicada en plena plaza, y tan vinculada a la cercana iglesia del Santo Cristo de la Victoria, se vio inmersa en la vorágine. Además, se encontraba en franco deterioro físico y reclamaba mejoras de instalaciones y espacio. Para muchos leoneses, el templo se había convertido en un estorbo, y se abogaba por “la procedencia de sustituir el templo parroquial enclavado en lugar tan céntrico por otro en lugar distinto. No gusta el templo de San Marcelo, y hasta constituye un tropiezo, en orden de circulación, a estética, a espacio, tan requerido en el centro de la capital”.

Sabido es que San Marcelo, patrono de la ciudad, fue un centurión y mártir del siglo III que era esposo de Santa Nonia (a quien se le construyó su iglesia en San Francisco), con quien tuvo doce hijos. A San Marcelo ya se le había construido una iglesia en el supuesto lugar donde vivió, que no era otro que el espacio que hoy ocupa la pequeña iglesia del Cristo de la Victoria en la Calle Ancha, muy empequeñecida tras las reformas de alineación de dicha calle. Lo cierto es que la devoción del pueblo de León por San Marcelo en el primer tercio del siglo XX había decaído, y las propias autoridades eclesiásticas lo reconocían, por lo que en los años cincuenta del siglo XX se organizaron diferentes Triduos Predicados, como en abril de 1955, con sermón a cargo de César Trapiello Álvarez. Por lo tanto, las dos iglesias (Cristo de la Victoria y San Marcelo) están íntimamente relacionadas. De hecho, en esos años cincuenta existía una comisión que se encargaba de la gestión y mantenimiento de ambas. La comisión se había creado en 1945 a cargo de la Corporación Municipal, y la capitaneaban Máximo Gómez Barthe, Cándido Alonso García.  Emilio Carnevali y el propio párroco de San Marcelo, Teodoro Sánchez; entre otros. 

En 1951 esta misma comisión creó la Cofradía del Cristo de la Victoria. Y ese mismo año el párroco Teodoro Sánchez exponía la situación de la iglesia de San Marcelo en escrito dirigido al alcalde, porque en enero de 1950 el arquitecto Juan Torbado Franco ya había realizado un proyecto y presupuesto de mejora y rehabilitación del templo tasado en 73.080 pesetas, en el que incluía la elevación de un piso en el templo hasta igualar con la altura de la nave central de la iglesia, suprimiendo la escalera que daba acceso al coro, para situarla en la torre, con lo que se daba acceso a un salón que se iba a construir en la parte oeste de la iglesia, es decir, entre la parte que daba a la calle Legión VII y la torre. El salón se construiría para dar cobijo a todo tipo de reuniones y en particular para “Acción Católica”. Los muros se construirían en ladrillo y se forraría la fachada con piedra de Boñar, rehabilitando las dañadas tejas del tejado. Además, se pavimentaría el suelo con mosaico hidráulico y se enlucirían las paredes con yeso, y la carpintería necesaria sería de castaño, pintando las paredes e instalando un nuevo alumbrado eléctrico “bajo tubo Bergmann empotrado”.

La reforma, ya sugerida en los años cuarenta, se justificaba, por tanto, por dos motivos principales: la construcción de un salón y la desaparición de la relojería iris adosada a la fachada norte del templo.

Pero como ha sucedido tantas veces, por uno u otro motivo pasaban los años y el proyecto no se consumaba. Fue entonces, en 1953, cuando se barajó muy seriamente el hecho de demoler el templo y trasladar la parroquia a otro lugar, construyendo una nueva iglesia. El anteproyecto correría nuevamente a cargo del arquitecto Juan Torbado Franco. La idea, presente como la espada de Damocles durante diez años, estuvo amparada por buena parte de la Corporación, e incluso por la Comisión designada en 1945 para la custodia y conservación de la iglesia del Cristo de la Victoria y del mismísimo templo de San Marcelo ubicado en Santo Domingo. Buena parte de la prensa estaba de acuerdo con la idea de la demolición del templo, salvo excepciones como la del popular periodista 'Lamparilla'.

La iglesia 'sustituta' del arquitecto Torbado... en Arco de Ánimas

El 24 de mayo de 1962 el diario Proa publicaba este artículo que no tiene desperdicio, en donde sugiere la nueva ubicación de la iglesia en la calle Arco de Ánimas (y en el que se puede ver un boceto del templo sustituto)…

La misma Comisión encabezada por Evaristo Gómez Barthe y Cándido Alonso, por esas fechas, negociaba con las Agustinas Recoletas el desalojo definitivo de sus instalaciones en la plaza de Santo Domingo y Gran Vía en una operación inmobiliaria y urbanística de más de 30 millones de pesetas de la época que modificaría definitivamente la Historia del Ensanche de nuestra ciudad.

Pero esa es otra historia que, si Dios quiere, contaremos en otra ocasión...

El arreglo final de la iglesia de San Marcelo

El 9 de agosto de 1962 no se había acometido aún la más mínima reforma. Otra vez en el diario Proa cuenta en un artículo del periodista Restituto Clérigo:

[…] se ha decidido en tanto no se resuelva de una manera definitiva el traslado o no traslado de esta iglesia, a iniciar en la misma, de acuerdo con el prelado de la diócesis, aquellas reformas que considera inaplazables. Son estas el embellecimiento de la parte externa del templo y, muy especialmente, dadas las grandes aglomeraciones de fieles que se suelen registrar en la misma, la apertura de una nueva puerta, que sirva para descongestionar rápidamente para evitar esos atascos que constantemente se producen en la plaza de San Marcelo y en la calle de Legio VII […]

La nueva plaza de Santo Domingo, inaugurada el 5 de octubre de 1962, tras cambiar por completo su estructura –circular en vez de cuadrada, incorporando la fuente que antes no tenía–, cambió (para bien o para mal) la imagen del centro de la capital. La iglesia de San Marcelo por fin tuvo también su reforma.

En junio de 1963 el párroco Teodoro Sánchez Anibarro presenta en el Ayuntamiento la solicitud para aumentar una altura la torre de la iglesia. Definitivamente, la iglesia de San Marcelo se había salvado…