Adiós a la poeta maragata Paz Martínez

En las hechuras, anémicos de identidad nacemos,
agraviados por los gozos que habitan en otros,
lastimeros y celosos actores de una farsa
que, con elegancia, oculta peligrosos odios.
Paz Martínez
Nacida el 8 de agosto de 1976 en Andiñuela de Somoza, en el seno de una familia campesina, ha sido considerada por muchos de sus lectores un humilde reflejo maragato del primer Miguel Hernández. Y es que son muchas las circunstancias en la vida de Paz que se asemejan a los orígenes del de Orihuela: el pastoreo, desde muy niña, y las lecturas incansables en el campo; la formación literaria autodidacta y la temprana pulsión por la escritura; el ser una rara avis en el contexto próximo y el enfrentarse a la necesidad de encontrar respuestas a las incógnitas del mundo a través de la palabra.
Su universo se vio reflejado en sus libros: El primero “De musgo y piedra”, publicado en 2016, es una delicada orfebrería de encuentro con sus orígenes para conocerse a sí misma y finalizar en un ajuste de cuentas, sin ira, con la enfermedad. En 2018 ve la luz “En los márgenes del tiempo”, un libro, sin duda, de madurez en el que conviven la tradición y la contemporaneidad con el misterio y el extrañamiento. En 2021, en alianza con el cantautor Moncho Otero crea “En son de Paz”, un libro disco en el que conviven poemas musicalizados y la propia voz de Paz creando una experiencia de escucha de enorme belleza que además les llevó durante dos años por pequeños escenarios de toda España. Poco antes de fallecer dio el visto bueno a “Serendipias”, el que será su libro póstumo que recoge los artículos publicados en el digital Astorga Redacción, textos elaborados con una prosa concisa y brillante donde se reflejan nítidamente y sin prejuicios su condición de mujer y su lugar en el mundo. Queda también un un último poemario inédito que en un futuro verá la luz.
Pero también en el universo de Paz hubo mucho tiempo para los demás y especialmente para su tierra maragata. Mujer fuerte, en permanente movimiento, trabajó de manera altruista en la coordinación del Centro Cultural Casino de Santa Colomba de Somoza. Esta asociación ha desarrollado durante los últimos años una intensa actividad, crucial para la cultura maragata, con propuestas como filandones, veladas poéticas, presentaciones de libros, un club de lectura, una pequeña biblioteca que da servicio a los vecinos, un certamen fotográfico, una edición anual de teatro, charlas arqueológicas o rutas y paseos de montaña. Toda esta ingente labor colectiva obtuvo en 2020 el Premio Diálogo Promoción de la Cultura Local concedido por la Fundación Jesús Pereda. Y a Paz aún le quedaba tiempo para colaborar con INSITU (iniciativa que se viene desarrollando desde 1994), con la Feria de artesanía “Patios con Arte”; o también poner en marcha certámenes literarios como “Sembrando Palabras” (cofundado por Paz junto a Oscar Valero) y el Certamen Nacional de Poesía Ars Magna para el Ayuntamiento de Astorga , así como coordinar una antología de mujeres poetas “17 Diversas” (2022) o asistir a todos los lugares donde la llamaban para recitar sus poemas y compartir sus experiencias. Con todo, no le faltó nunca tiempo para mantener firme el abrazo a su querida familia.
Paz, mujer admirable y valiente, que cultivó la amistad con entrega y lealtad, hoy deja huérfanos de su cariño a muchas personas que desde la admiración, el respeto y la hermandad le dicen adiós.
Hasta pronto Paz, y gracias por la luz de tu palabra, que sin duda iluminará en tu ausencia.
Y se aferrarán a morir los pasos
huella tras huella con sus rastros contados
como caudal mudo que regresa a su silencio
y algún día, te dirán lo que han visto.
Paz Martínez
(“Pasa la vida”, del poemario inédito Laberintos, 2024)

Las 'metas' de Paz, escritas por Reinares
Paz, maragatina, estoy dándole vueltas a cómo decirte adiós mientras se hacen las tostadas de pan del desayuno. Tantas veces hablamos de la muerte con naturalidad y sentido del humor, que ahora cuando ya te has ido, no se me ocurre mejor despedida que sumergirme en la cotidianidad del desayuno, como los que disfrutábamos con tu hermana en el hospital antes de los tratamientos.
Ya sabes que lo que me está pidiendo el cuerpo es acabar este artículo lo antes posible porque esto de los obituarios y lo de ponernos estupendas en las despedidas no es lo nuestro. Todo lo que teníamos que decirnos nos lo hemos dicho en vida acariciándonos con la voz y la mirada..., y vamos a dejarnos en paz de luchadoras, batallas y guerreras porque nuestras risas se iban a oír en el Teleno. Podría maldecir al cáncer y las 'metas' (no las de tu vida que con creces las cumpliste, sino a las óseas, las que dejaron tus huesos de cristal), pero creo que en estos últimos 12 de años has vivido tan intensamente rodeada de tanta riqueza creativa y tanto cariño de quienes han estado contigo hasta los últimos momentos, que han merecido la pena. Podría parecer una contradicción, sin embargo estoy convencida de que ha sido una consecuencia. Cuando la vida empieza a trazar el camino con pinceladas negras, hay que aferrarse a los espacios que van quedando en blanco. Maragatina, cuánto nos has enseñado a todos y a todas de qué va esto del vivir... y del morir. Qué suerte haberte podido disfrutar.
Si estoy escribiendo esta despedida es para que se entere el dios Teleno y le diga al musgo y a la piedra que ya formas parte de ellos, que ya estás enredada en sus raíces para siempre. Si estoy juntando estas letras es por los amigos: Nacho, Óscar, Moncho, Cristina, Palmero, Delfín, Inés..., porque ya no te vamos a poder abrazar; por tu 'cogollín' de afectos: Edu, tu hermana, tus sobrinos, tu madre..., para decirles que no se sientan solos en el camino que tienen por delante.
Paz, maragatina, descansa. Yo me voy al monte a llorarte y pensarte, me voy a preguntar a las encinas dónde están en la brújula las nuevas coordenadas para seguir viviendo con otra ausencia en el corazón.